Comenzamos en este análisis de lo que ha sido el desempeño de los equipos en el 6 Naciones. En este artículo vamos a desgranar a Escocia e Irlanda, dos selecciones que partían como incógnita en este torneo y a priori estaban a medio camino entre hacer un gran torneo o hundirse en el lodo de la clasificación. Finalmente, ambas quedaron en tierra de nadie por mérito o demérito propio.
Escocia
La paradoja del calendario en los años impares
El 6 Naciones tiene muchísimas variables que pueden influir en los resultados, una de ellas es el calendario repetitivo en ciclos de 2 años y quizá al equipo que más afecta, por su distribución y su idiosincrasia es Escocia. En años impares recibe en su casa a las 3 selecciones, a priori dentro de la igualdad del torneo, un poco más asequibles y tiene las salidas con los dos “cocos” del torneo (Francia e Inglaterra). En los años pares ocurre exactamente lo contrario por lo que se le complica mucho más ganar en casa a los dos pesos pesados y sacar las tres victorias fuera se hace de momento tarea casi imposible por lo que la oportunidad real, teniendo en cuenta su nivel actual, de asaltar el torneo que se le resiste desde 1999 se presenta de forma bianual.
Siguiendo este contexto, este año volvía a partir con más opciones. A priori, si bien no partía entre los favoritos, necesitaba ganar todo en casa y al menos uno de los de fuera para poder estar en la lucha por el trofeo. Y llegó la Calcuta como primera piedra de toque donde se impuso contra pronóstico en “Twickenham” superando a la gran favorita Inglaterra en un partido muy táctico y rácano donde sacó su “in goal” imbatido y con un dominio en delantera que dejó a la campeona en unos míseros 6 puntos. Primer trofeo del torneo en el saco y la euforia desatada.
La desilusión de perder en casa lo conseguido fuera
Todo se fue al traste por 6 puntos en los dos siguientes partidos, que le separaron de vencer a una sorprendente Gales (24-25) que venía de ganar con mucha suerte a Irlanda en el primer partido y con un 2020 desastroso como bagaje, pero que volvió a aliarse con la suerte en forma de superioridad numérica, en un partido donde el XV del Cardo fue ligeramente mejor. Volvió a ocurrir lo mismo con Irlanda, donde después de un partido muy reñido consiguió remontar a pocos minutos del final y empatar, venía con inercia para tratar de ganar y mantener su candidatura, pero una jugada desafortunada de su Medio Scrum Price, al que le taponaron una patada desembocó en un Penal que Sexton trasformó sobre la bocina para volver a dejar a Escocia con la miel en los labios (24-27) y finiquitar sus opciones.
La victoria histórica en Paris
El torneo finalizó con el partido aplazado de la tercera jornada contra Francia, previo trámite de golear a Italia en Murrayfield. Francia necesitaba ganar por 21 puntos para ser campeón, pero se encontró con una Escocia muy rocosa que quería despedirse a lo grande y con la sensación de que podría haber ganado el torneo. Batalló, dio guerra y empujó hasta el final ante un rival superior, incluso en inferioridad, hasta dar la estocada ya en el alargue ante un XV del Gallo que se fue apagando según avanzaban los minutos y se alejaba el torneo.
Sigue fallando a la hora de la verdad
Escocia, volvió a ser el equipo del quiero y no puedo, siempre está ahí y parece que va a llegar, pero a la hora de la verdad le falta dar el paso final. Ha cambiado su juego del espectacular y divertido “caos ordenado” (como lo definió Townsend) por un juego más tosco basado en una defensa muy férrea con destellos en ataque de sus figuras Hogg, Russell y el potentísimo Van der Merwe. Pero una vez más ha sido insuficiente para optar a un título que se le resiste desde el último 5 Naciones allá por 1999.
Da la sensación que podía haber sido su año y que ellos mismos lo dejaron escapar en casa tras vencer en Londres y en París donde parece muy difícil que lo vuelvan a conseguir en un mismo año en un futuro próximo. Este futuro sigue siendo tan incierto como siempre. Una federación pequeña de la que cuesta obtener una base de jugadores fiables y que la deja abocada a la mayor o menor calidad de las distintas camadas que van saliendo para optar a dar más guerra o ser un combinado de piedra en el torneo.
Por último, mención especial al 6 Naciones del tercera Hamish Watson quien ha cuajado un torneo espectacular llevando todo el peso del equipo tanto en ataque como en defensa y que le ha hecho merecedor de estar en la lista de los candidatos a “Mejor Jugador del Torneo”
Irlanda
La cuesta abajo no parece tener fin
Irlanda es uno de los equipos que tenían un horizonte bastante oscuro en este torneo. En plena decadencia desde 2018, cuando alcanzó el número 1 del ranking mundial, sus resultados y juego cada vez ofrecen más dudas y con esa incertidumbre afrontó este 6 Naciones.
Un inicio complicado
Comenzó el torneo en un partido a vida o muerte contra Gales, otro equipo que tuvo un 2020 muy difícil y que afrontaba en una situación parecida la competencia. El partido fue malo, con un pobre juego y falta de ideas por parte de ambos y en el que solo un punto de inflexión en forma de tarjeta roja decantó la balanza hacia el lado local. El inició no aportó nada a ninguno de los dos equipos y el resultado fue lo de menos, ya que ambos mostraron sus falencias y lo único en claro fue que Gales ya no era candidata a la cuchara de madera.
En el segundo partido, una Irlanda a la que ya apretaban las urgencias cayo en casa ante la nueva y animosa Francia, que volvió a imponerse en Dublín después de varios años. Se vieron tímidos cambios de jugadores que no aportaron prácticamente diferencia y nada reseñable en el plan de juego. Francia fue mejor, si bien, no arrolladora, pero nunca pareció que el partido peligrara para los de Galthié. La segunda derrota del torneo fue la losa definitiva que dejaba al XV del Trébol sin opción a nada, si es que alguna vez la tuvo y confirmaba el mal momento del equipo de Farrell.
Un bálsamo fantasma
Como agua de Mayo del calendario llegó el analgésico para todos los equipos del torneo clásico del siglo XX. El partido de Italia, rival muy inferior y que no supuso, como era de esperar, ningún escollo a los de la Isla Esmeralda. Era el momento de empezar a probar cosas nuevas para tratar de dar un cambio a la vetusta propuesta de juego Irlandesa, pero no ocurrió. Farrell siguió confiando en Roma en el mismo equipo con exceso de veteranos y el resultado 10-48 solo reflejó la insalvable diferencia que a día de hoy separa a Italia del resto de participantes.
Un final al alza
A falta de dos partidos ya no se jugaban nada importante y ahí vimos algunas luces en su juego. Llegó a Murrafield como víctima propicia para que El Cardo siguiera aspirando a todo. Pero estaban dispuestos a demostrar que, aunque lejos de su mejor nivel, siguen siendo una selección capaz de competirle a todos, y que tienen más que esta Escocia y bien que lo hicieron con los caledonios. Estuvieron apretando todo el partido y llegaron a tener una ventaja importante en el marcador. Pero la mayor ambición de Escocia consiguió enjuagar la diferencia y empatar el partido al final.
Faltaba el puntito de suerte, que por supuesto, para tener esa suerte hay que ir a buscarla, y a la salida tras el empate escoces, consiguieron bloquear una patada de Price y forzar el posterior retenido, que puso en bandeja a Sexton un penal para cerrar el marcador a 5 minutos del final. Irlanda se venía arriba y alejaba el sueño del título a Escocia.
En la despedida del torneo contra Inglaterra, ambos equipos no se jugaban nada, pero ganarle a la todopoderosa y archienemiga de todos siempre es suficiente motivación para afrontar un partido, y así fue. Inglaterra no parecía tener ganas de jugar e Irlanda se dedicó a ponerle más ganas que juego e ir desangrando a los de Eddie Jones ensayo tras ensayo para un contundente 32-18 en el Aviva, para llegar a las 3 victorias y conseguir una más que meritoria tercera plaza del torneo. Fue el equipo que más consiguió con tan poco propuesto.
Un cambio necesario que parece no querer afrontar
Este torneo de Irlanda ha puesto de manifiesto la continuación de lo que llevamos viendo desde el glorioso 2018 cuando vencieron a los All Blacks. Un ciclo glorioso que ha terminado en una decadencia que parece no tener fin ni solución a la vista. Desde 2019, todo ha ido a menos, acabaron vapuleados en cuartos del mundial por Nueva Zelanda y en 2020 tuvieron un año muy discreto. Se esperaba renovación con la retirada de algunos veteranos y el paso al lado de sus insignes más cercanos a la treintena y que en teoría no deberían de llegar a 2023, pero esto no ha ocurrido. El bloque no se regenera ni en jugadores ni en propuesta de juego. Sus estrellas están cada vez más justas de rendimiento y el equipo va perdiendo capacidad frente a rivales que si se están renovando y proponiendo cosas nuevas.
Es cierto que han entrado algunos jugadores nuevos, pero no parecen mejorar lo presente y lo peor es que no se vislumbra por detrás una generación nueva que pueda tomar el relevo. Su potente bisagra, hace poco la mejor de Europa, ha entrado en barrena y no logra recuperar el nivel. Y lo peor es que sus sustitutos están muy lejos de su nival. Se denota una desconexión entre la delantera y los tres cuartos que parece tener el equipo partido en dos facciones. Pero no todo es negativo, con todo esto, aun es un equipo temible y puede plantarle cara a todos sus rivales del norte. Sigue teniendo potencial y peso para jugarle a cualquiera y ha conseguido una tercera plaza que pocos esperaban.
El futuro si se ve complicado, ya que tiene que cambiar si o si para 2023 y si Farrell tiene algún plan, no puede seguir dejando pasar temporadas para ponerlo en práctica, o el terreno que pierda con sus rivales será irrecuperable en este ciclo mundialista.
By Herbes
@JoseEusebioMora