A colación de la previa de la competición femenina de patinaje artístico en los Juegos Olímpicos de Invierno de PyeongChang 2018, es necesario escribir un poco más sobre lo que es el patinaje femenino en la actualidad. Más concretamente, la escuela rusa.
Las niñas prodigio

Fuente: Wikispaces
En los últimos años ha habido un cambio de paradigma en el patinaje artístico sobre hielo. Con los Juegos de Invierno en Sochi 2014 en casa, Rusia se puso las pilas con el objetivo de volver a ser una potencia mundial en el patinaje individual femenino, como en la época dorada entre los años 1998 y 2003 con Irina Slutskaya y Maria Butyrskaya, entre otras.
Con visión de futuro, un tremendo enjambre de niñas se apuntaron para ser la próxima campeona olímpica y, para la temporada 2012-2013, la primera ola de niñas prodigio apareció en escena. Por aquél entonces, unas jovencísimas Adelina Sotnikova y Elizaveta Tuktamysheva (ambas con 16 años en aquel momento) conseguían clasificarse en la 8ª y 9ª posición en su primera participación en un mundial, otorgando 2 plazas para los Juegos en Rusia, y para Rusia. Eran la revolución de la temporada, el futuro del patinaje europeo.

Con lo que no contaban ellas, ni nadie, era con Yulia Lipnitskaya, la perla rusa, que en su primera temporada en senior (2013-2014), a los 15 años, arrasó con prácticamente todo y todos. Con su icónico programa de The Schindler’s List, con aquel traje rojo simulando el abrigo de la niña en la conocida película, obtuvo la medalla de plata en la Final del Grand Prix 2013, oro en el europeo 2014, oro en la competición por equipos en Sochi 2014, 5º puesto en la individual, y plata en el mundial ese mismo año. Con una perfección técnica espeluznante, realizando los saltos más complicados, y una interpretación que le iba como anillo al dedo y que nos pilló a todos a contrapié, llegó a todos nuestros corazones, y todos éramos Yulia. Ahora sí, el futuro del patinaje artístico ruso, y por ende europeo, se ponía muy interesante, había pelea y de la buena.
El fantasma de la adolescencia

Aunque nos parezca extraño, las atletas son humanas también, y tienen que pasar por lo mismo que pasamos todos: la temida pubertad. En el patinaje, ese proceso es muy delicado y las patinadoras tienen que tener mucha suerte para crecer sin que sus habilidades se vean afectadas. Es genética, al final, y no se puede luchar contra ella.
Los saltos y las piruetas se suelen aprender de pequeña, con el cuerpo de niña. Las chicas se acostumbran a su peso, a su altura, y adquieren la fuerza y habilidad necesaria para ejecutar cada elemento técnico de forma casi automática con ese cuerpo. Sin tener que pensar. Si de repente su cuerpo cambia, gana un poco de peso, caderas y pecho, volver a encontrar ese “punto” es lo más complicado del mundo. Esto ha pasado históricamente en el patinaje artístico, todas pasaban por lo mismo y todas tenían sus altibajos durante esas temporadas. Pero no pasaba nada, tenían unos años de bajón y luego volvían a las andadas.
Los juegos del hambre
Pero en este nuevo contexto, con una rica cantera de niñas extraordinarias, ese bajón durante la pubertad podía significar el final de una carrera deportiva. Y así les sucedió (sin entrar en detalles) a Tuktamysheva y a Lipnitskaya. Y también a Sotnikova, aunque ella tuvo la “suerte” de ganar el oro olímpico antes del desastre.

La gran competencia dentro de su propio país les impedía poder participar en eventos internacionales y así era imposible mantener la forma y la motivación. Porque no sólo eran ellas tres, cada año subían a la categoría senior 2 o 3 nuevas joyas. En la temporada 2014-2015, Tuktamysheva lo ganó todo, pero detrás suyo llegaban Elena Radionova y Anna Pogorilaya, quiénes serían su verdugo y los próximos talentos rusos. Y al año siguiente (2015-2016), aparecían Maria Sotskova y Evgenia Medvedeva, quién también ganaría todo a los 16 años y fulminaría todos los récords. Y esta temporada 2017-2018 ha aparecido Alina Zagitova (15), que ya ha conseguido derrotar a la perfección personificada y, de lejos, ya se huele el drama ruso en la competición olímpica. Y, por si fuera poco, en el horizonte se vislumbra a las júnior que vienen a toda velocidad, como Alexandra Trusova (13), que realiza saltos cuádruples, Alena Kostornaia (14), bronce en el nacional ruso, y Anastasia Tarakanova (13), por dar algunos ejemplos.

Ha llegado un momento en el que el nacional ruso es más interesante y más complicado de ganar que el mismo mundial (donde Rusia puede tener 3 plazas como mucho), porque la dificultad es mucho mayor, hay mucha más competencia. Es una locura. Entre los fieles aficionados al patinaje artístico sobre hielo, este fenómeno se conoce como “los juegos del hambre”, en honor a las novelas escritas por Suzanne Collins.
Esta constante ebullición de estrellas del hielo, que parecen máquinas, pero también los estragos de la pubertad y la alta competición, provocan que las chicas no puedan tener carreras deportivas largas. Como mucho de 2 o 3 años, si hay suerte. Si bajan un poco el nivel, caen en el profundo agujero negro del olvido ruso. Literalmente.
Optimizando el sistema de puntuación
Dada esta alta competitividad, la categoría femenina se ha disparado técnicamente y los equipos buscan todas las opciones posibles para ganar el máximo de puntos, rascando todo lo que se pueda rascar. Hasta la última décima. La máxima exponente de dicha metodología es Eteri Tutberidze, entrenadora de la mayoría de diamantes en bruto. Eteri no se escapa de la polémica y tiene ya un largo historial de fracasos adolescentes. Ahora, cuando ellas están en su punto álgido, son imbatibles.

Entrando en materia, en una competición de patinaje femenino se tienen que patinar dos programas, el corto (2.40min) y el largo (4min), cada uno de ellos con una lista de elementos requeridos (saltos, combinaciones, piruetas y secuencias de pasos), todo ello acompañado de una pieza musical que le de sentido al producto final. Habitualmente los elementos se reparten en el tiempo, de modo que las patinadoras pueden recuperarse entre una cosa y otra. Lo más común es que haya más saltos en la primera mitad del programa y que las piruetas se concentren más al final, por aquello de aprovechar la frescura muscular del inicio. Aún así, el sistema de puntuación “premia” a las patinadoras valientes, así que da un “extra” de puntuación a los saltos realizados en la segunda mitad del programa. Es una forma de promover un programa equilibrado y, a la vez, dar la oportunidad de rascar puntos extra.

Pues bien, con el fin de sumar los máximos puntos, estos últimos años nos hemos encontrado con programas que presentan las secuencias coreográficas y piruetas al principio, y dejan un batiburrillo de saltos con “complicaciones extra” para el final. Esto no es problemático en sí mismo, pero resulta desagradable para el aficionado al patinaje artístico cuando el programa no tiene sentido coreográfico alguno y se convierte en un espectáculo saltarín. Además, con estas patinadoras tan jóvenes, la interpretación, delicadeza, elegancia y madurez en el hielo brillan por su ausencia, de forma que es muy difícil dejarse llevar emocionalmente por esos programas. Y eso es lo que quiere el público. Las patinadoras son muy buenas técnicamente, pero les falta “vidilla”.
Ahora sí, una cosa es lo que percibe el espectador y la otra lo que perciben los jueces. En teoría, el sistema de puntuación pretende ser justo y valorar la técnica y la artística por separado y en igualdad de condiciones, de modo que si saltan mucho pero no transmiten (o no tienen una gran coreografía), no ganan, pero esto no es lo que pasa en realidad. Los equipos que están maximizando el sistema de puntuación están ganando todo, de forma que no tienen ningún incentivo en cambiar nada y, de hecho, lo que promueve es que más equipos y países se unan a la calculadora técnica y a la precocidad. Con los riesgos que eso conlleva.
Un futuro desconcertante
No sabemos qué futuro nos depara el patinaje individual femenino. La perspectiva de breves carreras deportivas, programas fríos que no enganchan, niñas de 15 años en lo alto del podio, retiradas a los 18 por el alto nivel competitivo, o porque sufren trastornos alimentarios, o psicológicos, debido a la alta presión a la que estaban sometidas de niñas… es desalentador. Veremos si alguien hace alguna cosa al respecto.
Mientras tanto, a lo mejor, queda algo de esperanza. Aunque, ahora mismo, sea muy tenue, parece que hay algunos puntos de luz repartidos por el planeta (leer más).
Agenda
La competición de patinaje artístico de la categoría femenina empieza esta madrugada:
- 21 de febrero, programa corto, de 2 a 6.30 de la madrugada (Eurosport)
- 23 de febrero, programa largo, de 2 a 6.15 de la madrugada (Eurosport)
Fuentes: ISU, Getty Images, Time.
Síganme en Twitter (@kptnciam) y sigan toda la información y toda la actividad deportiva en @SextoAnillo, en Facebook (www.facebook.com/sextoanillo) o en nuestro Instagram (sextoanillo).
Si quieren leer otras publicaciones mías, pueden dirigirse aquí. No duden en comentar la publicación para compartir sus opiniones o sugerir nuevos temas por descubrir o sobre los que debatir.