Que por sabio. Así reza el dicho popular para explicar como la veteranía en muchas ocasiones es más sabia que todo el conocimiento del mundo y eso ha venido a ejemplificar Aritz Aduriz en el partido de hoy. Con el 1-2 el Athletic Club estaba virtualmente eliminado de la Europa League y volviendo a despertar algunos fantasmas que su errática trayectoria en la competición doméstica ha alimentado en este primer tercio de competición. Un Hertha más conservador, un San Mamés más clásico y un conjunto del “botxo” más ordenado y decidido fueron los ingredientes necesarios para cocinar una redentoria remontada.
Un comienzo poco intenso de los del Kuko fue aprovechado por un ordenado conjunto teutón que apuraba sus últimas opciones de seguir con vida en la segunda competición continental. Todavía no había olido el Athletic el aroma a cuero húmedo del esférico cuando los ataques germanos ya habían demostrado las buenas cualidades de un Herrerín demasiado protagonista. La inquietud del respetable bajó al pasto y sumió a los rojiblancos en un mar de dudas, siempre tras la pelota, siempre persiguiendo sombras berlinesas. Fruto de ese dominio y de su mejor juego llegó el primer gol alemán, producto de un buen centro por delante de los centrales que Leckie cabeceó implacable a la meta vizcaína.
El tanto espoleó al equipo y empezó a conservar el balón con algo más de criterio y sentido, sin ofrecer unas combinaciones muy peligrosas pero sin perderlo rápido ni en zonas de peligro como hasta ahora. Fruto de una de esas posesiones mejor llevadas y trenzadas se produciría el penalty sobre Iñaki Williams, desaparecido hasta ese momento en la banda. Su primera aparición en el área, penalty a favor. Quizá alguien haya de reflexionar sobre ello. El “zorro” de San Sebastián hacía inútil la intuitiva estirada del portero visitante y establecía un empate que parecía empujar a los locales.
Nada más lejos de la realidad ya que un minuto más tarde, a resultas de un contragolpe muy bien llevado por los alemanes y de cierta apatía defensiva de la línea de 4 bilbaína, llegaría un tremendo jarro de agua fría para jugadores, público y cuerpo técnico. De nuevo de cabeza y de nuevo adelantándose a los centrales, los locales se veían por debajo en el marcador.
Con los cambios y la charla en el paso por vestuarios, el panorama varió desde el inicio de la segunda parte aunque el dominio local no se reflejaba ni en oportunidades ni en goles y un cierto rumor de desasosiego corría por las gradas de San Mamés. He aquí que el Athletic hizo lo que mejor sabe y se le ha dado siempre. Profundidad, garra y muchos centros laterales en busca de sus arietes. Hay tradiciones que ni cambian ni dejan de ser productivas, y esta es una de ellas. Un buen centro desde la derecha fue rematado a portería por la delantera pero Langkamp decidió emular a su compañero guardameta y alargó su brazo para detener el cabezazo. Indiscutible penalty que de nuevo Aduriz, siempre él, empujaría al fondo de las mallas, con más incertidumbre que en la primera ocasión ya que Kraft adivinó la trayectoria pero no impactó con la suficiente fuerza como para detenerlo.
La épica y la historia volvían a campar con libertad y sin freno para empujar a un mejorado conjunto que metió la parte más decente de su acabada espalda en su propia área y allí murió su historia continental. Williams, de nuevo cerca del área y con más libertad para llegar, materializaba el 3-2 y daba el pase virtual, que no real, para el pase a la próxima ronda continental.
Para no restarle ni un ápice de emoción y suspense al encuentro, la defensa de los de Ziganda volvió a dormirse en la última jugada del encuentro para propiciar un remate del Herta. Por suerte, Morfeo no había atacado también al sempiterno Herrerín que evitó males mayores.
Foto destacada: athletic-club.eus
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