El tenista australiano y el suizo han conseguido acabar con sus respectivos rivales para adentrarse en las semifinales del torneo de Miami, un lugar en el que se verán las caras durante la madrugada española del próximo viernes.
Nick Kyrgios ha hecho historia, y lo ha hecho cuando más lo necesitaba. Las especulaciones de dejar el tenis profesional habían sido muy sonadas durante los últimos meses, después, sobre todo, de que este hubiese declarado de no era su deporte. Sin embargo, ya sabemos cómo funciona el negocio de la raqueta, aquel que solo entiende de ráfagas, de momentos fugaces y de dominios que un día llegan para quedarse o que se marchan para siempre. Lo cierto es que este chico llevaba demasiado tiempo esperando su dominio , y le ha llegado (en parte) cuando más falta le hacía.
En efecto, digo en parte porque enfrente suya tendrá que tener al bueno de Roger Federer, ese señor que no entiende de edades ni de tiempos buenos o malos, sino tan solo de ganar, ganar y ganar, destilando una calidad impropia de un señor con tal desgaste a sus espaldas. El caso es que ha vuelto, y lo ha vuelto a hacer, algo que ya parece ser costumbre y que probablemente seguirá siéndolo de no ser porque aquel que tiene delante de él le arruine su buena semana en las tierras de Florida.
No sería de extrañar que esto sucediese, dado que, tal y como pudimos verificar el pasado jueves, Nick acabó con el alemán Alexander Zverev en dos horas y media por 6-4 (9)6-7 6-3, demostrando nuevamente que lo que tiene en su interior y de lo que verdaderamente está hecho su tenis. Desde vaciles que podrían eliminarse del repertorio para evitar algún que otro ridículo, hasta puntos impresionantes y calidad para mantenerse en pista con un claro objetivo: el de llevarse la victoria cuando el partido lo permita.
Siendo cauto se apuntó el primero de los sets. La muerte súbita del alargado segundo lo llevó a tener que exprimir al máximo su físico para terminar cayendo y verse obligado a jugarse el todo por el todo en el tercero. Por suerte, el equilibrio volvió pudiendo quebrar en una sola ocasión a su contrincante para llevarse el gato al agua sin haber sufrido lo más mínimo al servir ni al resto.
En cambio, si presenciamos un clásico encuentro de tenis en el que uno da lo suyo y el otro, pacientemente, aguante hasta terminar consiguiendo lo que desea, en los otros cuartos de final tuvimos batalla. Roger pudo mandar de vuelta a casa al checo Tomas Berdych por 6-2 3-6 7-6(6), aunque teniendo que sufrir en exceso, tanto que parecía que su buen juego estaba llegando al colapso.
El nacido en Basilea comenzó, tal y como en cada envite, lanzado. La primera manga fue para él; nadie se opuso a un sistema tenístico que, todavía hoy, más de 17 años después, sigue dando de qué hablar. En cualquier caso, en la segunda, nada salió como debía, y Tomas aprovechó este hecho para forzar el tercero.
Yendo por estos derroteros, el de Europa del Este forzó la maquinaria hasta intentar ‘armar la mundial’. Sí, pese a que pareciese sacado de un mito, Federer tuvo que defender dos bolas de partido en contra, algo insólito que, desde su llegada a las pistas, no se había visto en rondas como estas, y menos aún después de la enorme semana que venía firmando.
Sin más o con menos, el veterano de 35 años solventó el choque por 8-6 en el Tie-Break, dejando entrever que sus aspiraciones eran las de seguir con un objetivo en mente: ganar lo máximo posible hasta que el cuerpo ponga su límite.
Tal que así, concluyeron los segundos cuartos de final, unos que ya dan paso a la celebración de las semifinales del viernes en el Miami Open patrocinado por Itaú.
Imagen: ESPN.
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