Fútbol

Igual los necios sois vosotros

En demasiadas ocasiones los tópicos y frases hechas son usados en el mundo del fútbol en situaciones exageradas. Frases como “el partido es una final” o “se trata de un duelo a vida o muerte” se repiten en los telediarios cada fin de semana, indistintamente de si se trata de la jornada 17 o de la 38. Sin embargo, existe una excepción en el planeta de la redonda en la que la repercusión que tiene el deporte rey sí es de tal magnitud que hace que todos los encuentros de su equipo se conviertan en una tragicomedia en la que las emociones tienen menos estabilidad que un castillo de naipes.

EL FÚTBOL COMO UN MEDIO

Nápoles respira fútbol las 24 horas del día durante los 365 días del año. Ya sea tomando un café con el periódico manchado de la grasa proveniente de los 25 desayunos de los clientes previos al tuyo, dando un paseo por el centro de la ciudad o llevando a los niños al parque a media tarde. No importa el momento en esta urbe obsesionada por que el azul partenopeo vuelva a reinar tanto en Italia como en Europa. 

A priori, la extrema pasión con la que sus aficionados sienten a su entidad hace que desde fuera sea tildada de ridícula e irrelevante en comparación con asuntos como la política o la economía, pero lo cierto es que el fútbol es la manera de los napolitanos de expresar lo que sienten sobre un país que, por muchos momentos, parece dividirse en dos conforme se divisa la Campania. 

Si bien hay un punto de locura incomprensible para el observador neutral, el 90% de la devoción que sienten los aficionados hacia el club del Vesubio viene motivada por la representación de una cultura, unos valores y una identidad propia que contrasta en demasía con la del norte de la península. El napolitano es alegre, optimista, descuidado y descarado y por ello ha sido discriminado en distintas etapas de la historia italiana por parte de unos norteños con una mentalidad claramente centroeuropea. Por lo tanto, quizá el necio es aquel que se limita a catalogarlos de enfermos mentales (sino otros calificativos con tintes racistas) sin pararse a pensar en por qué toda esa gente sufre de tal manera por partidos de fútbol.

Luciano Spalletti dirigiendo al Nápoles.

Fuente: Twitter

CONJUNTO CORAL PARA UNA CIUDAD MULTICULTURAL

Después de más de 30 años de interminable espera, refundación de por medio, el Napoli puede levantar esta semana de nuevo la Serie A, y lo va a hacer con un grupo de jugadores en cuyo once inicial hay hasta 10 nacionalidades diferentes, abarcando desde Corea del Sur hasta Nigeria, pasando por Georgia, Polonia o Camerún, lo cual se adecúa a la imagen de una localidad en la que conviven, a su manera, habitantes de varias etnias.

Luciano Spalletti ha dibujado su mejor obra como entrenador, creando un ecosistema prácticamente perfecto en el que la tenencia de la pelota tapa las carencias de efectivos que, en un principio, no eran de primer nivel mundial. Si te paras a pensar en qué activos de la plantilla podrían jugar en un gigante de Europa, apenas Kvaratskhelia, Osimhen y Zielinski podrían dar el nivel, mientras que el resto de los titulares son buenos jugadores que están rindiendo por encima de sus posibilidades, gracias al esquema potenciado por el técnico de Certarlo.

Kvaratskhelia jugando para el Nápoles.

Fuente: wallpapercave.com

Con 79 puntos en el bolsillo y una diferencia de 18 unidades con la Lazio, el Napoli será campeón o bien en Udine el jueves (si puntúan en el Friuli o si la Lazio pierde ante el Sassuolo) o bien el domingo ante la Fiorentina en el Maradona, delante de una hinchada que se encuentra a punto de vivir unos días que no acabarán nunca en el imaginario colectivo ya que serán transmitidos de generación en generación como si de una victoria bélica se tratara.

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