Análisis El corazón del deporte Más Deporte Opinión Psicología Deportiva

Aspectos de Psicología Deportiva para tiempos de incertidumbre

 

 

En este momento histórico de la Pandemia COVID-19, ha puesto un manto de incertidumbre tanto sobre la vida cotidiana como sobre lo deportivo. Por lo tanto, los aspectos psicológicos son claves para no dejar que la incertidumbre haga perder el sentido, la motivación y el foco en lo deportivo.

El deportista en contextos de incertidumbre

Agendas, rituales, secuenciación de actividades, planificación de semanas, partidos y competiciones, son parte de un mundo que atenúa la incertidumbre con la planificación. Cuando la incertidumbre se hace patente y presente, generan una situación traumática que hace que la psiquis sea abordada traumáticamente con una pregunta: ¿Y ahora qué?

Yendo al plano deportivo, es importante recapitular y reordenarse psicológicamente para ir cambiando el foco motivacional. En tiempos de certidumbre y planificación, el deportista “se prepara para…”, es decir, sigue un plan. Tal torneo, tales rivales, tal objetivo para determinado momento del año, y así sucesivamente, hace que el sentido, la motivación y el foco se ponen por fuera del sujeto. Algo que cambia radicalmente cuando aparece la incertidumbre, ya que no habría un para qué.

Se está en presencia de un contexto marcado por el ¿y ahora qué? y una situación subjetiva que hace aparecer la pregunta del ¿para qué me preparo? De este modo, queda evidenciado que lo inesperado generó, tanto en lo cotidiano como en lo deportivo, una situación psicológicamente crítica. Que como tal, implica poner en juego los recursos necesarios para asumir la incertidumbre, reorganizarse personalmente y reubicar nuevos lugares para focalizar la motivación.

¿Qué tener en cuenta?

En primer lugar, aunque resulte una obviedad, es importante que entre en juego el Principio realidad, reconociendo y estimando el cambio contextual ocurrido. Se trata de considerar que la situación conlleva cambios bruscos en aquello que es habitual y como tal pueden aparecer acciones o reacciones desconocidas para uno mismo. Es importante comprender que por las características de lo que está ocurriendo se puede encontrar en sí mismo emociones, reacciones o actitudes no habituales. Por lo tanto, lo primero es reconocer y asumir lo que sucede afuera para hacer lo mismo con lo que pasa dentro.

Para tal fin, el principio de realidad ha de colaborar para pivotear entre lo que se desea y lo que se puede. Y, por lo tanto, servirá de ayuda para ir adecuando, regulando y asumiendo aquello que sucede respecto a lo emocional. Por lo tanto, temporada pausada, entrenamientos individuales y lugares no habilitados para hacer lo necesario para estar en competencia, dan cuenta de la crisis. Se trata de ir elaborando estas ausencias y reconciliar las emociones con aquello que momentáneamente está vedado.

¿Y el para qué?

Las crisis de este tipo, implican la realización de un gran esfuerzo subjetivo para reubicar los elementos emocionales que habitan en la vida deportiva. La misma siempre se alimenta de objetivos, personales y grupales, de tiempos y momentos con diversidad de exigencia, de focos motivacionales, de picos de presión y de secuencias competitivas estables.

Ahora bien, en el contexto mencionado, nada de esto está y, por lo tanto, la incertidumbre y la falta de perspectiva, son fuentes de angustia. Se trata de asumir la angustia y la ansiedad que genera esta caída en la planificación y no ser arrastrado a la pérdida del sentido. Lo cual puede ocurrir, ya que la ausencia de competencia a la vista puede desorientar al sujeto en orden a la ubicación de un foco donde apuntar. Se trata entonces de resignificar la vida deportiva y por ende hallar o crear focos, motivaciones, sentidos y objetivos nuevos. Todo acorde a la nueva realidad.

Cuando afuera la competencia ni el competidor están, y el sentido parece esconderse o no estar, se trata de buscarlos adentro. Por lo tanto, aunque no aparezcan en horizonte competidores, se puede entrenar compitiendo contra sí mismo, mejorando destrezas, habilidades o marcas. Si los objetivos pautados se han caído, se trata de poner nuevos, más asequibles, más reales. Llegar en forma, no perder el toque ni el ritmo para cuando llegue el momento. Como lo hace alguien que espera la pelota para definir una jugada en el momento preciso. De este modo, la ansiedad puede capitalizarse en una mejora en la intensidad del entrenamiento individual. Por lo tanto, en momentos de incertidumbres externas el foco ha de ir hacia sí mismo. Entrenar, prepararse, alistarse, motivarse, no para vencer a otro, sino para ser y sentirse mejor que ayer cada día.

En el ser humano, lo primero que siempre aparece ante lo inesperado es el rechazo, posteriormente puede invadirlo el desconcierto y la ausencia del sentido. Posteriormente, la angustia y la ansiedad aparecen como reacción subjetiva lógica y esperable. Por lo tanto, se trata de poner en juego recursos emocionales, tanto personales como grupales, para ir elaborando la situación y derivando positivamente lo emocional.

Habitar la incertidumbre implica reconocer la necesidad de poner el foco en lo subjetivo y hallar ahí los recursos para poder sacar de esta situación, como ya se ha mencionado anteriormente en orden a la formación del deportista[1], la mejor versión de sí mismo.

Síganme en @gustavoemena y sigan toda la información y actualidad deportiva en @SextoAnillo, en www.facebook.com/sextoanillo o en nuestro Instagram: sextoanillo.

 

[1] https://sextoanillo.com/index.php/2019/11/01/el-deportista-y-la-formacion-personal/

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *