Análisis Rugby Selección Española

El mayor error del rugby español

Si mira a los primeras convocados no verá a Jon Zabala (Béziers) ni a Joel Merkler (Toulouse); tampoco busque al segunda Josh Peters (Bressane) o a los terceras Asier Usárraga (Castres) ni a Ekain Imaz (Biarritz) entre el resto de delanteros. No intente encontrar al apertura “australiano” Ordás ni a Kerman Aurrekoetxea o a Tomás Munilla a los mandos.

En la parte de atrás la cosa no pinta mucho mejor: ni rastro de Álvar Gimeno, Martín Alonso (Vannes), ni por supuesto del “deseado” Samuel Ezeala (Pau). La primera -y última- convocatoria del seleccionador interino Miguel Velasco de cara al partido frente a Argentina del 26 de agosto en el estadio Metropolitano, de momento, es más que decepcionante.

Y decimos “de momento” porque es posible que, en los próximos días, se incorporen varios jugadores a la concentración. Falta por ver cuántos y si son algunos de los nombrados al inicio de este artículo.

LOS CONVOCADOS

A falta de saber quiénes son los que se pueden anexar a la convocatoria, el talonador Álvaro García (recién fichado por el Stade Français), el segunda-tercera Ignacio Piñeiro (Oyonnax) y el “Capuozzo spagnolo”, Gabriel Rocaries, son tres de las pocas buenas noticias que nos trae la lista de Miguelón. Pero estos tres campeones del mundo Trophy Sub-20 no son los únicos jóvenes en la nómina de los Leones. Lucas Santamaría, José Ramón Borraz, Raphaël Nieto, Mario Pichardie, Íker Irusta, Gonzalo López, Vinuesa, Joaquín Gali, Víctor Gavín y Martiniano Cian son nacidos, todos ellos, a partir del año 2000.

La apuesta por el futuro parece decidida. Tenemos una gran generación que lo ha ganado todo en categorías inferiores a la que hay que dar salida. Eso es tan indiscutible como acertado. Sin embargo, que los que se supone que deben dar pedigrí y empaque al equipo sean hombres como Güemes, Casteglioni, Víctor Sánchez, Ortega, Tani Bay, Hogg o Bittor Aboitiz no parece lo más adecuado. Y menos para medirse a una súper potencia como son los Pumas.

Asimismo, las ausencias -una vez más- de Lucas Guillaume (Albi), Fred Quercy (Montauban), Gautier Gibouin (Angoulême), Minguillón (Valence) o Charly Malié (Béziers), entre otros, hacen sembrar la duda -más que razonable- de que el tiempo de los “top” hispanofranceses con la roja se puede haber acabado.

LOS LEONES LLAMADOS PARA “THE MATCH” VS. LOS PUMAS

Primera Línea Segunda y Tercera Línea
Joaquín Domínguez 1,90 m – 106 kg Alejandro Suárez 1,90 m – 104 kg
Pablo Miejimolle 1,85 m – 100 kg Ignacio Piñeiro 1,97 m – 96 kg
Raúl Calzón 1,83 m – 112 kg José Ramón Borraz 1,86 m – 96 kg
Lucas Santamaría 1,86 m – 112 kg Michael Hogg 1,83 m – 96 kg
Bittor Aboitiz 1,80 m – 110 kg Víctor Sánchez 1,95 m – 102 kg
Álvaro García 1,78 m – 107 kg Guillermo Moretón 1,86 m – 98 kg
Thierry Futeu 1,86 m – 104 kg Matt Foulds 1,90 m – 100 kg
Medios de Melé Facundo Domínguez 1,90 m – 106 kg
Tani Bay 1,74 m – 77 kg Raphaël Nieto 1,90 m – 100 kg
Ike Irusta 1,74 m – 82 kg Mario Pichardie 1,94 m – 104 kg
Medios de Apertura Centros
Bautista Güemes 1,77 m – 86 kg Iñaki Mateu 1,78 m – 80 kg
Santiago Ortega 1,78 m – 82 kg Gonzalo López 1,81 m – 94 kg
Gonzalo Vinuesa 1,86 m – 84 kg Joaquín Gali 1,77 m – 75 kg
Alas Pablo Rascón 1,84 m – 87 kg
Jordi Jorba 1,86 m – 80 kg Zagueros
Martiniano Cian 1,78 m – 84 kg Víctor Gavín 1,76 m – 80 kg
Federico Casteglioni 1,79 m – 84 kg John Wessel Bell 1,75 m – 73 kg
Gabriel Rocaries 1,74 m – 76 kg

HANSEN CONTRA EL MITO DE SÍSIFO

Parece mentira pero ya ha pasado casi un año y medio desde que, por segunda vez consecutiva, el rugby español perdiese en sus oficinas la clasificación para el Mundial que tan brillantemente había conseguido en el césped. Desde entonces, hemos asistido a un sainete con tintes dramáticos que empezó con la inelegibilidad de Gavin Van den Berg, siguió con la descalificación mundialista y acabó con la llegada a la F.E.R. de Juan Carlos Martín “Hansen” y las salidas de Alfonso Feijóo y del seleccionador Santiago Santos.

Precisamente, en las últimas semanas se han superado los primeros trescientos días de Hansen al frente de la Federación. Con el vallisoletano se ha abierto un nuevo –y necesario- tiempo en Ferraz. El rugby español, que desde la infamia de Bruselas en 2018 vive en una especie de mito de Sísifo permanente, necesita sustentar credibilidad y proyectar seriedad pero también generar motivos para creer y para crecer. Es decir, se necesita eficacia en la gestión pero que esta sea ambiciosa desde el corto-medio plazo.

¿CAMBIO RADICAL DE MODELO?

Sin embargo, el propio Hansen, al poco de tomar posesión, ya dejó entrever la posibilidad de que la selección sea, en su inmensa mayoría, integrada por jugadores nacidos y/o criados rugbísticamente en nuestro país. Esta postura, que defiende una parte de nuestro rugby con cierto peso en el ámbito federativo, sería muy lógica para muchos, pero es más que discutible para los que conocemos la realidad de nuestro deporte y, sobre todo, para los que sabemos que sólo con los Rouet, Auzqui, Quercy, Ordás o Malié hemos podido coquetear con la élite.

Con una selección “made in División de Honor” no nos llega más que para lograr la permanencia en el Rugby Europe Championship. Cambiar la metodología que instauró Sonnes y dejar de contar con los hispanofranceses, significaría debilitar en grado sumo a la Selección y trasladarla a los tiempos de Bevin, en los que perder de menos de 20 ante Rumanía o Rusia se consideraba un resultado digno.

Además, el hecho de no contar con los futuros Rouets, Auzquis o Maliés de turno pero sí con “nacionalizados” de la División de Honor lo único que garantizaría es la bajada de nivel del XV del León, pues los problemas de elegibilidad podrían seguir existiendo (véase, por ejemplo y sin ir más lejos, el “caso Van den Berg”).

Falta por ver qué hará Pablo Bouza cuando acabe el Mundial 2023 con Uruguay y se convierta, salvo sorpresa mayúscula, en el nuevo seleccionador. Sus antecedentes y su procedencia parecen anticipar que el argentino puede apostar por unmodelo uruguayoadaptado a la idiosincrasia de nuestro rugby. Esto significaría que el técnico rosarino contaría con una amplia base de jugadores de División de Honor (que estarían siempre disponibles), con los que podría hacer bastantes concentraciones por temporada.

A estos hombres habría que sumar a los españoles que juegan en las competiciones semiprofesionales y amateurs francesas -sin problemas para venir- y, muy puntalmente, algunas -muy pocas- adiciones procedentes del Top 14 y de la ProD2 (fundamentalmente para los partidos más importantes).

JUGADORES SELECCIONABLES EN LAS LIGAS PROFESIONALES FRANCESAS

Jugador Puesto Club Liga Jugador Puesto Club Liga
Guillaume ROUET Medio melé Bayonne TOP 14 Asier USÁRRAGA Tercera Castres TOP 14
Lucas REY Talonador Pau TOP 14 Samuel EZEALA Centro Pau TOP 14
Lucas VELARTE Talonador USAP TOP 14 Joel MERKLER Pilier Toulouse TOP 14
Jon ZABALA Pilier Béziers Pro D2 Charly MALIÉ Zaguero Béziers Pro D2
Ekain IMAZ Tercera Biarritz Pro D2 Kerman AURREKOETXEA Medio melé Biarritz Pro D2
Fabien PERRIN Centro Colomiers Pro D2 Brice FERRER Tercera Dax Pro D2
Fred QUERCY Tercera Montauban Pro D2 Aitor KITUTU Pilier Nevers Pro D2
Rudy DERRIEUX Centro Nevers Pro D2 Gautier GIBOUIN Tercera Angoulême Pro D2
Martín ALONSO Ala Vannes Pro D2 Gauthier MINGUILLÓN Ala Vannes Pro D2

Aplicar este modelo podría significar, implícitamente, que renunciaríamos a muchos de los jugadores de la tabla anterior y en gran parte al scouting en Francia -que tantos jugadores de primer nivel nos ha aportado- pero ganaríamos en disponibilidad y cohesión. Sin embargo, no es difícil imaginar que perderíamos mucha calidad, sobre todo en el corto-medio plazo, algo que el rugby español no puede permitirse.

Es por esto por lo que creo que la solución más inteligente sería no cercenar nuestro potencial y combinar la “French Connection” que explotaron Sonnes y Santos con la planificación “a lo Uruguay”. De esta forma podríamos llegar a los años en los que nos juguemos la clasificación para la próxima Copa del Mundo -2025 y 2026- con un grupo cerrado de unos 30-35 hombres (los mejores de División de Honor y algunos de Nationale y Fédérale) que, gracias al “modelo uruguayo”, llegarían perfectamente conjuntados, ya con decenas de entrenamientos y partidos a sus espaldas.

A estos habría que sumar las aproximadamente dos decenas de jugadores que ya tenemos en las ligas superprofesionales galas (los Merkler, Minguillón y cía) y, para completar el crisol, a los hispanofranceses de nuevo cuño que hubieran salido de los scoutings en el país vecino. Creo que este es el camino.

Seguir el postulado de los que, aprovechando los errores de elegibilidad de la “administración Feijóo”, abogan por no hacer uso de la regulación 8 de WR y porque el XV del León sólo lo integren españoles “puros de oliva” sería, además de ventajista, injusto y de una ignorancia supina. Sería algo así como decir -permítanme la expresión- que para evitar el contagio del SIDA, la solución no es usar preservativo sino dejar de tener relaciones sexuales.

Pues no, la respuesta a los affaires de Bélie y Fuster en 2018 y de Van den Berg en 2022 pasa únicamente por ser más profesional en los despachos. Dicho de otro modo, protejámonos de futuros desatinos pero no cometamos el que sería el mayor error de todos: renunciar a lo mucho y bueno que tenemos en Francia…

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