Análisis Ciclismo Giro de Italia

Roglič se vuelve a citar con el destino en el Monte Santo di Lussari

Primož Roglič, ese ciclista que llegó tardío a la élite del pelotón por causa de sus desventuras en los saltos de esquí, mantiene con el destino una tóxica relación que aún no ha vivido su último capítulo. Vean porque digo esto.
Pocos imaginábamos cuando el esloveno irrumpió con su primera victoria de calado, precisamente en una contrarreloj del Giro de Italia (¿casualidad?), que llegaría a ser un corredor tan importante para las grandes vueltas. Tras un puñado de victorias de prestigio después (p.ej., etapas en el Tour de Francia, vueltas de una semana), Roglic se presentó en la Vuelta a España de 2019 como el gran favorito, cumplió, con nuestro Alejandro Valverde y un jovencísimo Tadej Pogacar escudándole en pódium de Cibeles. Pero el campeón esloveno no se conformaría con dominar Iberia.


La particular temporada 2020 (calendario trastocado por la pandemia) nos lleva a un Tour de Francia que se disputa en septiembre con el vigente campeón a destronar, el escarabajo Egan Bernal, y un primo Roglic que se presenta con una gran condición y un equipo plagado de grandes gregarios (Van Aert, Dumoulin…que les voy a contar). Bernal no responde y Roglic se viste de amarillo, parece el más fuerte pero no acaba de sentenciar. Pogacar, fuera de los radares por la lucha por el maillot jaune, gana etapas y recorta diferencias. Llegamos a la penúltima etapa y es por todos sabido el dramático final. Cronoescalada a la Planche de Belles Filles, en la que Roglic debería mantener el amarillo, debido a su a buena condición de croner y su forma en la montaña. 57 segundos le separan de Tadej Pogacar. El también esloveno de, por aquel entonces, 21 años iba a proporcionar a Roglic un revés de época, solo a la altura del apoteósico final de los Campos Elíseos del 89 entre LeMond y Fignon. Primoz perdía un Tour en el que aparentemente todo estaba de cara en la última dificultad del mismo. Las imágenes de Wout Van Aert y Tom Domoulin, sus dos grandes escuderos y grandes campeones, viendo como se le caian los segundos en las duras rampas de la Planche forman parte ya de la historia de este deporte. Primoz, con ese aura de gran campeón y de una persona con un carácter tremendamente deportivo, lo primero que hace tras el tremendo mazado es felicitar a su compatriota con un abrazo y poner una espléndida sonrisa al día siguiente en el paseo por París. ¿Quién le iba a decir a un chico que deja los saltos de esquí y se mete en esto del ciclismo profesional de manera muy tardía que subiría al segundo cajón de la carrera más prestigiosa del mundo? Roglic es perfectamente consciente de lo que ha hecho, y lo disfruta. Pero no se conforma, no queda ahí.

Roglic tras perder el Tour en la última contrarreloj. Fuente: Archivo fotográfico del Jumbo Visma Cycling Team

Días más tarde se planta en la salida de Lieja-Bastogne-Lieja, la decana, y pelea hasta el final en el reducido grupo de cinco (en el que también estaba Pogacar) llevándose la victoria en primer y único (hasta la fecha) monumento. A ese éxito le sigue su segunda Vuelta a España. Primoz se había levantado del mazado en tiempo record, pero no es suficiente. En 2021 el objetivo vuelve a ser el Tour. Antes de esa ocurre en pequeña escala un ejemplo que resume la carrera deportiva de Primoz. El campeón esloveno perdería una París-Niza último día por una caída, carrera que dominaba con mano de hierro (algo similar ya le ocurrió con la Dauphiné en 2020). Pero Primoz vuelve a emergen y nos regala una exhibición en la etapa final de la Itzulia, para desbancar a Pogacar y a su equipo y llevarse la carrera, las espadas en alto para vivir el Tour de la revancha. No la hubo. Roglic se ve obligado a retirarse en la novena etapa porque no consigue recuperarse de una caída que sufrió jornadas atrás. ¿Qué haría Primoz después de otro varapalo? Volver nuevamente a lo grande. Campeón olímpico de contrarreloj en unos pospuestos juegos en Tokio y ganar la tercera Vuelta a España. 2022, otra la vez la tarea pendiente ¿Se puede llegar con mejores sensaciones al Tour? Primoz se planta en la salida de la ronda gala habiendo ganado las dos vueltas que se le habían escapado por infortunios en el pasado, Paris-Niza y Dauphine. Pero el destino le volvió a cerrar la puerta, nuevo abandono por no poder sobreponerse a las magulladuras de otra caída en una de esas jornadas en la que no se ganan los Tours, pero sí se pierden. Antes de retirarse Primoz volvió a dejar impronta de lo gran campeón que es, siendo pieza clave en la emboscada contra Pogacar (a la postre decisiva para la victoria) que aupó a su compañero de equipo, Vingegaard, a lo más alto de la general.


Roglic buscó otra vez resarcirse en la Vuelta, pero otra caída lo dejaría fuera de combate justo cuando el esloveno parecía capacitado para remontar las pérdidas de tiempo con Evenepoel. Llegamos a 2023, Vingegaard se verá obligado a defender su trono en Tour ante un Pogacar que buscará revancha y Primoz fija el Giro como objetivo clave en la primera parte de la temporada. El inicio de temporada es magnífico, reina en la Tirreno-Adriático y en la Volta a Catalunya, y se consagra como uno de los mejores de la historia en vueltas de una semana.
Pero veamos algo más de contexto de la relación de Primoz con Il Giro, además de su victoria parcial en el Giro de 2016, en su segunda Primoz vio como se le escapaba en 2019 un Giro en el que empezó dominado, pero una caída (otra más que no les había contado) y malas elecciones tácticas hicieron que cediera la maglia rosa ante Movistar y su líder Carapaz (con una portentosa actuación de Mikel Landa).

Roglic con rueda con la maglia rosa tras la caída. Fuente: Archivo fotográfico del Jumbo Visma Cycling Team

El hecho de haber perdido dos grandes vueltas tan cerca del final y proyectando (y quizá siendo así) una imagen de ir de menos a más en las carreras de tres semanas, han hecho que Primoz haya aprendido y haya cambiado su forma de correr. Lo hemos visto en este Giro, le hemos visto pasar más dificultades de las quizá esperadas (con caída de por medio, dicho sea de paso). Pero llegamos a la última etapa, una durísima cronoescalada (recuerden en qué tipo de etapa perdió Primoz el Tour 2020) al Monte Santo di Lussari. Esta vez Primoz no tiene qué defender el liderato, tiene que conquistarlo, 26 segundos le separan de Geraint Thomas, que no ha mostrado apenas fisuras en los 19 días de carrera que llevamos. 

Primoz Roglic tensa a Geraint Thomas en este Giro de Italia. Fuente: Archivo fotográfico del Jumbo Visma Cycling Team
Roglic está transmitiendo mucha alegría en este Giro. Fuente: Archivo fotográfico del Jumbo Visma Cycling Team

Primoz se cita con el destino esta tarde, ese destino que le quitó un Tour en la última subida para ¿darle un Giro en las últimas rampas de este? Veremos, porque puede que Roglic solo se juegue un Giro, pero yo creo que se juega más. No es solo deporte, ciclismo en este caso, son lecciones de superación continua de adversidades para volver a perseguir los objetivos que uno quiere. Algunos no podremos ser imparciales en esta última etapa, porque todos queremos ser capaces de levantarnos tantas veces como él, un gran campeón humanizado por sus infortunios y admirado por su tenacidad.
¡A por tu Giro, Rogla! ¡Gremo! (que dirían tus paisanos).

Por Víctor Alonso Prieto.

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Fuente de la imagen destacada: Archivo fotográfico del Jumbo Visma Cycling Team

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