13 de septiembre de 2008, día de felicidad que nunca volverá. Día donde el fútbol dejó de ser propiamente fútbol para ser algo más.
El hombre tiende al protagonismo, pero Sergio siempre lo rechazó. Siempre vi obsesión por marcar goles, gambetear, hacer filigranas o hasta obsesión por defender tu arco con una atajada; pero nunca vi obsesión por jugar preciso a un toque, hacer un control orientado o liderar la presión de tu equipo. Quizás sean esos pequeños detalles, que se hacen grandes con el paso del tiempo, los que terminan de hacer que su fútbol sea tan magnético. Quizás sea ese fútbol silencioso y honesto los que hacen que uno termine hipnotizado. Un fútbol tan inmaculado y límpido.
Es él, quien nos hizo dejar de seguir la pelota por seguirlo, es él quien nos hizo tratar de entenderlo para que el juego que tenemos en frente tenga sentido. Es él, quien un 13 de septiembre de 2008 confundió al mundo del fútbol. Nunca nadie fue tan preciso al primer toque como Busquets, ni tan inteligente para posicionarse, tan bueno fue en eso que cuando se le pidió otra cosa no bastaba con hacerlo bien. ¿Acaso uno elige nacer en una cuna de oro?, ¿de verdad se le culpa de haber surgido con Xavi e Iniesta a su alrededor? Si hace ya bastantes años que no tiene a nadie para jugar a un toque.
Los años no pasan en vano y crecer es perder muchas veces. Crecer es saber disimular el ahora, confiando en que lo venidero será mejor, cuando en el fondo se sabe que aquel día nunca regresará. Ese es Busquets y, a la vez, somos nosotros; nunca fuimos tan felices como en aquellos años, años que nunca volverán. El mundo del fútbol tiene un desafío grande y es hacer que el buen trabajo defensivo y un correcto posicionamiento ganen protagonismo.
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