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Juan Pablo Varillas y un partido que despertó a todo un país

Es la primera vez que el autor tiene el honor de escribir sobre el deporte de su país, acostumbrado al ostracismo en este ámbito, sin importar las disciplinas, hasta en el fútbol, donde la selección nacional de esta última década es lo único rescatable de una estructura que aún no entendemos cómo sigue en pie.

En el deporte blanco, que nos compete hoy, tampoco ha sido muy favorable la situación puesto que, desde el mítico Luis Horna, habían pasado 14 años de la última vez que vimos a un peruano en el Main Draw de un Grand Slam pero, si por algo estamos aquí, es porque llegó alguien dispuesto a cortar la sequía, alguien que llevaba años esperando su momento, por el cual tanto se ha esforzado y que, finalmente, pudo llegar, y no es otro que Juan Pablo Varillas.

Juanpi, después de tanto tiempo intentándolo, fue capaz de meterse en el cuadro principal de un GS, no sin dejarlo todo en la cancha, venciendo en la última ronda de la clasificación al chileno Nicolás Jarry en el super tiebreak lo cual, en sí mismo, ya era un logro que conmovió a todo el Perú. Pero nuestra primera raqueta no se conformó y, dada su ubicación final en ese ansiado cuadro, estaba dispuesto a hacerse sentir en París, y de qué manera…

Le tocó jugar en la 1R contra Felix Auger-Aliassime, 9no del mundo en el ránking, ¡en la Philippe Chatrier! ¿Y cómo reaccionó ante semejante reto? Ganando los primeros dos sets por 6-2, sumando apenas 7 errores no forzados durante esos 80 minutos mágicos (ambos sets duraron 40 minutos, curiosamente) y con todos los peruanos que madrugamos para este histórico partido en un estado de euforia prolongado.

Ya en el 3er set el canadiense, hasta entonces completamente desdibujado y sometido por su rival, reaccionó y tomó rápidamente las riendas del encuentro, a la par que Juanpi veía cómo su efectividad se reducía poco a poco, superando solo en el 3er set la cantidad de errores no forzados (8) que había hecho en las dos mangas anteriores, emulando algo similar en el 4to y el 5to (7 en cada uno).

Otra clave para el norteamericano fue su servicio, que había arrancado muy flojo (1er set: 75% de 62% en primeros saques, peor aún en el 2do set: 60% de 60%), y acabó de forma sublime, con un 88% de 59% en el 3ero y un 4to set donde solo perdió 2 puntos (100% de 67% en primeros), previo a un set decisivo donde, a pesar del esfuerzo de Juanpi, no pudo con el intratable saque del oponente (1eros: 94% de 67%) y, luego de una admirable batalla, fue quebrado con 3-4 y cayó 2-6, 2-6, 6-1, 6-3, 6-3.

Siempre es doloroso perder, aún más cuando ibas ganando, ni qué decir si es por 2 sets de ventaja y habiendo jugado de forma espléndida en un patrimonio mundial del tenis como la Chatrier, pero no puedo estar más que satisfecho con lo visto, como así lo está todo un país que, luego de ver a uno de los suyos luchando de igual a igual frente a uno de los 10 mejores del mundo, solo puede tener palabras de agradecimiento y de esperanza para que esto que vivimos hoy, más que una grata sorpresa, sea una costumbre.

Gracias, Juanpi.

Foto de @USOpen.

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