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Venus y Serena, las pioneras

El Método Williams

Ahora que parece que por fin se va normalizando que la gente negra pueda convivir en sociedad de una forma ‘normal’ y que se tiene mucha más conciencia de causa y por ende, mucha menos tolerancia a según que cosas- que en Estados Unidos un policía le aplaste el cuello a un hombre negro y quede impune- y a ciertas actitudes, esta drama biográfico y muchos otros que se han hecho sobre grandes personalidades que pertenecían a la etnia negra, encaja perfectamente en el contexto actual y sirve para valorar de donde se viene y lo que se ha conseguido.

Precedentes deportivo-cinematográficos

Paso a paso y granito de arena a granito de arena. El Método Williams es el claro ejemplo de otra gran victoria del colectivo negro en la era moderna y a la vez una moneda de dos caras: nunca antes una tenista afroamericana había ganado un solo Grand Slam en la disciplina tenística.

Se podría decir que uno de los primeros que señaló el ‘camino hacía el éxito’ en la normalización de los negros  en la vida pública, y siguiendo un orden cronológico fue Jessi Owens,  el Héroe de Berlín de quien también se hizo una pieza cinematográfica, y que tiene un escrito en Sexto anillo. Aquella gesta asombró al mundo.

Las Olimpiadas de Munich de 1936 que tenían todo para ser el escaparate perfecto de la instauración del nacismo y de la imposición de la idea de la raza aria como etnia superior, fue tirada por tierra, cuando Owens, un atleta norteamericano, a quien nadie le había dado vela en aquel entierro, tiró por tierra el plan de los alemanes en materia deportiva.

Curiosamente, la cinta que se le dedicó a su figura y a las Olimpiadas de 1936, comparte varias similitudes con la que ahora nos ocupa. El camino lo siguió recorriendo Hattie McDaniel en 1939, al convertirse en la primera afroamericana en cosechar un premio Óscar a una actuación. Se llevó la de reparto, por su brillante interpretación en Lo que el viento se llevó de Victor Fleming.

A este hito Hollywoodiense, le puso la puntilla Sidney Poitier, recientemente fallecido, que también marcó un antes y un después al conseguir la preciada estatuilla en 1964 por su actuación protagonista en la cinta Los Lirios del valle. Nuevamente, fue el primer actor- esta vez le toco al hombre- afro en cosechar el preciado galardón.

El premió se instauró en el año 27, justo el de su nacimiento y tuvieron que transcurrir casi cuatro décadas, para que los negros tuviesen derecho a pertenecer a la historia del cine- realmente un premio no lo determina-.

Referente de generaciones y ejemplo para muchos afromaericanos, hizo creer a propios y extraños, que su comunidad también tenía cabida en el mundillo del cine. Luego y mucho más tardíamente, llegaron los premios para otros grandes como Denzel Washington, Jamie Fox, Mahershala Ali y muchos otros. Ahora por suerte, ya no es un rara avis.

A mediados de siglo fue el turno del activista Martín Luther King, asesinado en abril de 1968, lejos de ser visto como un predicador o un profeta, inculcó a la comunidad negra que ellos también tenían derecho a tener derechos. Como todas las personas brillantes, él, era un incordio para las élites y el sistema, solo pudieron derrotarle, con la antítesis al diálogo, lo que él siempre predicó, las armas.

Después de aquello nada volvería a ser igual. Se instauró en los negros norteamericanos un espíritu de lucha más férreo que nunca, una llama incandescente en sus almas y una cierta sed de venganza, como cuando en los años 90 ETA asesinó a Miguel Ángel Blanco a sangre fría y sin motivo. Las manifestaciones fueron multitudinarias por toda España. Nadie daba crédito a lo que había sucedido en Lasarte. Como con Luther King, nada volvería a ser igual. La población ya no callaría la boca más, alzaría la voz para luchar por la causa con el convencimiento de derrotar de forma pacífica al terrorismo y la violencia.

En los 80’s sería el turno del Hip Hop, un género musical que revolucionó la música. De repente, todas aquellas personas de color e históricamente silenciadas, sentían la necesidad de expresar sus sentimientos y que tenían un sitio en la sociedad. Por primera vez se sentían escuchados y pertenecían a un lugar. Tommy Hilfiger y Nike vieron una oportunidad de negocio y ‘ficharon’ a este colectivo para imponer el nuevo modelo cultural. Ahora lo cool era ser afroamericanos. Tiempo después fue el turno para Michael Jordan- que se convirtió en una marca en sí misma y la dimensión de su figura, trascendió los límites imaginables hasta la fecha- quien es considerado “el rey del balocesto” y “el mejor de la historia” y que se convertiría en uno de los primeros fenómenos mundiales que trascendería fronteras y movería auténticas multitudes y desde luego, el primer hombre negro en lograrlo, gracias a su desempeño en las décadas de los 90’s y los 2000’s. La misma época en las que salieron a relucir las protagonistas de esta historia, Venus Y Serena, las primeras jugadoras negras en ganar los majors. Dos mujeres que cambiaron la historia del tenis mundial gracias a sus méritos deportivos y que se convirtieron sin ellas saberlo en las pioneras. Parece mentira, que se tuviese que entrar prácticamente en el siglo XXI para que unas afroamericanas revolucionaran este hermoso deporte y lo cambiaran para siempre. Una historia de superación y sacrificios que tuvo como resultado final el éxito absoluto y el reconocimiento unánime y mundial de todo el mundo del tenis.

“Si fallas en la preparación, para fallar”

Nunca una frase tan simple y corta, significó tanto. Y que es por supuesto, el verdadero y principal McGuffin de la trama, que diría Hitchcock. Y toda preparación requiere de un ‘método’, de un modus operandi. Tener ‘un plan’, tan de moda en los tiempos actuales por la figura de Fernando Alonso, cuyo lema es “confía en el plan” y que tan viral se ha hecho, es imprescindible, es el primer paso para conseguir una meta.

En este caso, el plan, se llama “Método Williams”, acompañado del mantra citado anteriormente y que Will Smith repite hasta la saciedad, pues entiende que es el principal y más importante paso hacía el éxito. Y se lo inculca a sus dos hijas tenistas (Venus Y Serena) de mala manera.

En Hollywood existía el Actors Studio, que también se servía de su particular plan, le llamaban ‘el método’, directamente y era una forma de enseñanza de interpretación concreta, que se basaba en “el arte de experimentar”, con unas líneas muy marcadas, comandado por Elia Kazan y el profesor ruso Konstantín Stanislavsky.

En esa escuela de interpretación, mundialmente conocida, por la que pasaron grandes estrellas del Hollywood dorado y por la que siguen pasando grandes actores y actrices norteamericanos, se utilizaba el también llamado “Método Stanislavsky”, en honor a su creador.

El Biopic de Richard Williams

El que nos ocupa sin embargo, es el Método del padre de Venus Y Serena, llamado Método Williams. Si bien el Biopic está enfocado en la adolescencia de las dos jóvenes tenistas, algo que más tarde comentaré ya que muchas veces en este tipo de géneros esto se obvia o se toca de forma muy superficial, de igual forma se podría pensar que se trata de la biografía de King Richard, el padre de las chicas, pues es el que aparece durante toda la cinta, cual mosca cojonera.

Erre que erre, acaparando focos para lo bueno y para lo malo. Y también puede dar la sensación de haber sido una película hecha a medida para Will Smith, obsesionado con ganar un Óscar, parece que esté hecha para que pueda lucir sus dotes interpretativas, que sin duda las tiene, aunque las saca a relucir en cuenta gotas- me refiero a su carrera cinematográfica en general, pues ha combinado grandes actuaciones, con otras que son mejorables.

Como anillo al dedo

Sin embargo en este Biopic está fantástico todo el rato- y que muchas veces se pasan por alto. Lo cierto, es que se me ocurren pocos actores más adecuados que él para este papel, por no decir ninguno. Le va como anillo al dedo. Es ‘su película’. Su figura es omnipresente. De hecho, es que el título español de la película, se centra en el padre y el original King Richard, más aun.

Realmente también se podría considerar la biografía de Venus, que es a la que se le da más preponderancia en el filme, a la que se le otorga más protagonismo, sobre todo en lo tenístico, por que en lo doméstico la verdad es que se podría considerar que está contando la historia de una familia, en lo privado, la hemana, Serena y la madre, cobran asimismo, mucha relevancia. La madre, de hecho es la que hace de abogada del diablo, es la que pone barreras y le hace a Richard darse cuenta de cuando se está pasando.

Arché: Origen

Me gusta especialmente de esta película biográfica que a lo que más importancia le da es a la infancia y la adolescencia, algo que muchas veces en cintas de este estilo, se obvia o el director se detiene muy poco en este aspecto y es muy importante, porque es cuando se ‘hacen’ las personas. Es el periodo en el que se labra su forma de ser, sus valores y su actitud ante la vida. En este sentido, El método Williams, no es que le de preponderancia a este precpeto, si no que el largometraje está íntegramente dedicado a este período concreto de la vida de Venus Y Serena, pues la otra parte- la de los éxitos y hazañas deportivos- ya es conocida por todo el mundo. Así que me parece una decisión bastante inteligente, que el Reinaldo Marcus Green se haya centrado en el origen, en la infancia y adolescencia de las niñas cómo elemento que explica todo lo demás y el porque consiguieron lo que consiguieron.

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Las verdaderas Venus y Serena junto a su padre.

Mucho por contar

Y es que no se abarcan ni la mitad de cosas que deberían contarse de estas dos pioneras del deporte de la raqueta, pues es simplemente imposible e inabarcable, pero como serie o documental de varios capítulos, una práctica tan común hoy en día- donde parece que todo y todos son importantes o han conseguido logros relevantes- resultaría un producto exquisito y realmente atractivo para el público consumidor de cine a la carta.

Richard Williams

Y es que si uno lee la biografía del verdadero Richard, se podría decir que este drama biográfico mantiene una versión bastante fidedigna de su verdadera personalidad y carácter. Un personaje en toda regla, de esos que cuando los ves te llama la atención al instante, capaz de ser el tipo más entrañable y divertido y a la vez el más obsesivo, controlador, ególatra y machista. Y también de hacerte creer que la película de La Cenicienta esconde una gran moraleja. En definitiva, alguien con todo, menos con pintas de tenista, solo hace falta ver el ‘traje’ que calza cuando va a entrenar a sus hijas.

Y es que el Método Williams, también incluye letra pequeña, como todos los packs o contratos que existen, el del entrenamiento diseñado por él mismo, sólo representa una ínfima parte de esta caja de sorpresas que es su ‘método’. Unos ejercicios arriesgados y nada convencionales, aderezados de una gran disciplina y estrictez,  son el pan de cada día de las muchachas hasta que consiguen a un entrenador de tenis profesional. y ni aun así, se desenganchan del padre en los entrenamientos, que acude religiosamente a todos y cada uno de ellos y que de vez en cuando no puede resistirse a espetar: “Eso se lo enseñe yo” o ” Hazlo como lo practicamos, como lo que te enseñé”.

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A la izquierda, Richard Williams interpretado por Will Smith, a la derecha, el verdadero protagonista.

Con Richard, el espectador tiene una relación de amor-odio, capaz de ser el padre más protector, el más divertido o alocado

Richard, como Prewitt O Roark

Richard es Richard para lo bueno y para lo malo y dotó a sus hijas de una fortaleza, confianza en sí mismas y carácter y valentía, impropios para su edad. Quién sabe si sin él, las hermanas serían lo que hoy son. Pese a todo, muchas veces confunde estrictez o exigencia con obsesión. No son lo mismo y eso hace que en muchas ocasiones se pase de la raya (la escena en la que por ejemplo quiere dejar a sus hijas en medio de la calle para darles una lección o también cuando les quiere obligar a revisionar Cenicienta hasta que descodifiquen la moraleja y el trasfondo que esconde la cinta y que es análoga a los valores que el padre quiere transmitir a sus venus y serena) y le penaliza mucho el querer controlarlo todo y que no se le rompan nunca los esquemas, es de mente rígida. Como ser humano que es, se equivoca, aunque cuando lo hace es consciente de ello- aunque a regañadientes-. Pese a lo malo, les inculca a las futuras tenistas algunos valores importantísimos que nunca deben dejar que se perviertan/quebranten. Tales como el amor propio, la importancia de siempre velar por la dignidad propia y ajena, ser humilde; tener confianza y autoestima en uno mismo, una fe inquebrantable. También luchar siempre y sobre todo, ser fiel a uno mismo, es decir, tener personalidad y hacer lo que uno quiere o actuar en base a las ideas propias que uno pueda tener, independientemente de lo que opinen y hagan los demás, aunque eso, sea minoritario o incluso, esté mal visto y no subvertir nunca esta máxima ni dejarse corromper por nada ni por nadie ( por eso el progenitor se mira y remira los contratos que las marcas ofrecen a sus jóvenes hijas cuando empiezan a despuntar y decide con cautela cuales serán los siguientes pasos a dar, para intentar no depender de nada ni nadie).

The Fountainhead: Everything That's Wrong with Architecture | ArchDaily
Howard Roark, interpretado por Gary Cooper en “El Manantial”

En este sentido, esto es, desmarcarse de la corriente mayoritaria, no seguir los pasos ni el camino que las élites o un sistema preestablecido intenta imponer y ser fiel a uno mismo, comparte muchos paralelismos con varios personajes míticos del cine clásico, que piensan por sí mismos y que incomodan a los poderosos porque tienen un espíritu crítico abrumador y sobretodo unos valores y unas ideas inamobibles. Es el caso de Howard Roark (la foto de la izquierda), el famoso arquitecto inspirado en Frank Lloyd Wright– el diseñador real- que en la cinta, aporta una visión progresista y visionaria sobre hacía que tipo de diseño y estructura deben virar las construcciones y los principales edificios de las grandes ciudades, si se las quiere dotar de una verdadera modernidad, atributo que tanto se predicaba en los Estados Unidos de mediados del siglo XX. Mientras que todos los arquitectos de su generación siguen la misma línea e ideas a la hora de diseñar, que es la de conservar la estética clásica- greco-romana- en los edificios, pues se entiende esta característica como sinónimo de elegancia y clasicismo y poder, Howard Roark- magníficamente interpretado por Gary Cooper- propone un tipo de diseño mucho más senzillo y práctico, acorde a los tiempos que están por venir. Evidentemente nadie le apoya, nadie está con él y nadie le financia sus proyectos ni le dejan construir a su manera. Es una lucha constante contra los elementos y contra la gente. Su recorrido profesional, le resulta al espectador verdaderamente angustiante, porque comparte la agonía del protagonista y su soledad ante un mundo que no le comprende y que es inmobilista. Características que también se pretenden poner de manifiesto con el personaje de King Richard en El método Williams.

El personaje de Richard, es, de igual forma comparable al de Robert E Lee Prewitt, otro que durante su vida no hace más que atravesar penurias y sufrir por ser diferente y tener una personalidad y unas ideas inquebrantables que conservará hasta el fin de sus días. Se trata del protagonista principal de De aquí a la Eternidad (1953) una obra maestra con todas las letras esculpida por el director Fred Zinnemann- ganador de dos Óscars- . En esta ocasión, este héroe cotidiano, que luchará por cambiar su realidad, no es un arquitecto, si no, un simple soldado de la marina estadounidense.  La película está ambientada en los días previos al ataque japonés sobre la base naval estadounidense de Pearl Harbour y cómo los soldados se preparan para afrontar posibles conflictos bélicos que impliquen a su país. En medio, se enmarca el personaje de Prewitt, este soldado rebelde, que no acata muchas veces las órdenes de su superior, cuando no lo cree oportuno. Su mantra es clarísimo: ” Un hombre que no es fiel a sí mismo no es nada” y esto, lo exprimirá y cumplirá hasta la extenuación, aunque las consecuencias de esto, sean insufribles. A él, parecen no importarle, mientras se mantenga fiel a sí mismo y su dignidad no quede dañada. un hombre, francamente admirable, con él que también sufres mucho y deseas que las fatídicas peripecias vitales en las que se ve envuelto, terminen cuanto antes.

La actuación de Montgomery Clift en este largometraje es conmovedora y una de las mejores de la historia del séptimo arte a mi parecer. No deja indiferente a nadie.  Su papel, le remueve las entrañas al espectador y le deja una marca en la memoria eterna, para siempre, como el nombre del filme.

De aquí a la eternidad – Navarra Film Industry
Donna Reed y Monty Clift en un fotograma de la película

Al fin y al cabo, estas dos películas, junto a otras, que no viene al caso mencionar, y al Método Williams, vienen a reivindicar los valores anteriormente expuestos y el individualismo- en el buen sentido- por encima del colectivo y la rebelión persistente ante las injusticias y los sistemas de poder y subordinación o de imposiciones de ideas/comportamientos. La vida, como ocurre también con King Richard, les da mil palos a estos hombres y eso les da igual, se levantan otras mil veces porque tienen clara su meta vital y la llevarán hasta la máxima expresión. Son incorruptibles, inmanipulables, por eso, son la excepción.

Las hijas, al igual que su progenitor, en este biopic, son los inadaptados de su contexto, pues el camino al que estarían abocados, sería el mismo que el de sus vecinos: gánsteres callejeros sin oficio ni beneficio que se dedican a causar el pánico en las calles y a imponer ‘sus leyes’.

Al contrario de esto, Venus, Serena y las demás hijas de la estirpe Williams son ‘correctas’, educadas, disciplinadas, estudiosas, inteligentes y repudian la violencia y el ambiente que se respira en su barrio. Además, a todo esto, hay que añadirle que son mujeres exitosas y negras, en un deporte, erróneamente asociado a los hombres.

Venus se convirtió en la primera mujer afroamericana en ganar un Grand Slam, su hermana menor, Serena, lo conseguiría hasta en veinti tres ocasiones. La mayor, se quedaría en ocho.

“No quiero que venga la policía a mi casa y me diga que mi hija ha sido asesinada de un disparo en la cabeza por juntarse con quien no debía” ( Richard Williams en El Método Williams, cuando le aconsejan cómo debe educar a sus hijas)

Este de las mujeres ‘exitosas’ en una disciplina que se supone que es ‘más de hombres’, como es el tenis, supone que las dos hermanas, se conviertan en pioneras, en las iniciadoras de un movimiento indirectamente reivindicativo que serviría como espejo a mujeres tenistas de su misma condición.

Marcaron el camino y transmitieron el mensaje de que cualquier etnia y estilo, tiene cabida en el deporte de la raqueta- y en cualquier otro- y que mediante el esfuerzo, la perseverancia y teniendo arraigados una serie de principios, vale la pena luchar por lo que a uno le apasiona, independientemente del resultado.

“No debes dejar que nadie te aparte de tu lucha hacía un sueño”. Un mensaje verdaderamente potente el que se puede extraer de esta cinta, que si bien no es una obra maestra ni un portento técnico- esa no es la intención de la película, su fortaleza radica en la historia y en cómo esta, está articulada y contada- es muy sensible, está realizada con cariño y en forma de fábula y sienta muy bien en los tempos que corren.

 

El método Williams. 2021. Películas en Guía del Ocio
Richard Williams, interpretado por Will Smith, con el entrenador de Venus y Serena, en la cinta

Todo y eso, quizás le sobren los últimos veinte minutos, pero es un producto digerible que cada uno debe llevarse a su terreno y ‘hacerlo suyo’, vivirlo de la manera que sienta adecuado hacerlo y disfrutar de la experiencia y de la historia. Que sin duda es lo que merece la pena, más allá de la omnipresencia de Will Smith.

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