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El héroe de Berlín: cuando el deporte ganó al Nazismo

Todos los totalitarismos se han caracterizado, a lo largo de la historia, por tener una serie de patrones y rasgos comunes: un líder carismático, símbolos políticos reconocibles por todos, unas pautas de comportamiento determinadas impuestas a los ciudadanos, censura, prohibición. En definitiva, lo que pretenden las dictaduras y las formas de supremacía es mandar o, mejor dicho ‘meter mano’- cuales parásitos- a todos los estamentos de la vida: la política, la sociedad, la cultura y un largo etcétera, del que por supuesto, el deporte no queda exento.

Deporte y política

El deporte, aunque no lo parezca o pese a que no se mencione tanto, sirve como elemento para mostrar una superioridad implícita o explícita, según cómo se mire. No es un componente menor en un contexto dictatorial. Pues es un aliciente más para reafirmarte en que también destacas en ese campo, por encima de las demás culturas/etnias.

Gracias a Dios, existen las figuras de los deportistas de élite, que están hechos de otra pasta, héroes terrenales, escondidos los días normales- como los vampiros, que sólo asoman la cabeza de noche- y que se exhiben en las Olimpiadas. Son tipos hechos a sí mismos, que han sacrificado muchas cosas y han renunciado a los pequeños placeres de la vida para esculpir sus cuerpo y poder rendir el día de la verdad.

Saben lo que es el sufrimiento, la decepción, no cumplir con las expectativas, pero están hechos de hierro, por eso son insobornables. No se les puede comprar, pero para cualquier totalitarista o monopolio que tiene al capitalismo como su pan de cada día, esto es algo que se le escapa, no puede comprender que existe alguien que no se pueda comprar, pues están acostumbrados a ello. La grandeza y la calidad humana, no se pueden pagar, es algo innato, se tiene o no se tiene.

Un protagonista de la historia del deporte

En este selecto grupo se encuentra el protagonista de esta historia, un atleta que hizo más que ganar unas medallas representando a un país. Hablamos del gran James Cleveland “Jesse” Owens- también comocido como “el héroe de Berlín- un hombre que paso de anónimo a leyenda en cuestión de días. Un afroamericano que demostró que los preceptos de supremacía que defendía el nazismo eran una falacia.

Así pues con El héroe de Berlín nos adentramos en algo que va mucho más allá de un simple Biopic- la biografía de alguien conocido, hecha película- , se usa este género y la historia del atleta para retratar un mundo y una sociedad inmersa en unos ideales racistas, restrictivos, discriminatorios… Una radiografía de la raza humana en su máximo esplendor, defensa a ultranza de los intereses personales, egoísmo, desconfianza, triquiñuelas, falta de escrúpulos, manipulación, política, deporte, acción, suspense, etcétera,. Cualquiera pensaría que estamos hablando de Con la muerte en los talones del gran Alfred Hitchcock, pero lo cierto es que se trata de una obra de Stephen Hopkins, que va mucho más allá de retratar con bastante detalle la vida de una persona reconocida por el gran público.

El héroe de Berlín': La odisea de Jesse Owens
El actor canadiense Stephen James que da a vida a Owens en la película, en una de las secuencias, durante un entrenamiento. Fuente: Fotogramas

Una vida de película, que no podía quedarse sin película.

Una gran puesta en escena

Si bien la obra describe una etapa concreta de la vida del corredor estadounidense, técnicamente y a nivel de puesta en escena, no es, para nada desdeñable. Si bien no es ningún prodigio técnico ni hay innovaciones visuales, estos son elementos secundarios en esta cinta, pues lo que importa es la historia. Aun así, la ambientación de las diferentes ciudades, de las calles, de la cultura, de los edificios, del vestuario y en general de la estética, está bastante bien. Es fácil creer que nos encontramos en los años 30. Sobre todo por la cultura y los ideales imperantes.

Uno de los principales retos con los que se topaba esta película era el de conseguir crear tensión, sabiendo que los espectadores conocían el resultado de los hechos de antemano. Pues hoy en día, con internet, la Wikipedía nos queda al alcance de un simple clic y podemos buscar el nombre de “Jesse Owens” ergo conocer tanto su vida como sus logros cosechados en el atletismo. Si esto ya de por sí es un hándicap, lo cierto es que el director hace poco por remediarlo, porque manipula al espectador según su conveniencia. Esto es, acortar momentos que realmente son importantes o no imprimirles la tensión necesaria. Véase por ejemplo el momento de la boda con Ruth, que prácticamente se omite y damos fe de él gracias a una foto.

Un anuncio muy light

De igual forma nos enteramos de que ha ganado el Oro Olímpico solamente cuando ha cruzado la meta y porque el locutor lo espeta por el megáfono, porque perfectamente podría parecer que está corriendo unos preliminares o una carrera que no es de un calibre tan grande.  “Owens es el campeón Olímpico de los 100 metros lisos con un tiempo de 10,3”. Y se queda tan ancho. Que pase el siguiente. Sin embargo, en la competición previa a las Olimpiadas, las clasificatorias se recrea mucho más, incluso hasta en la prueba de salto de longitud- quizá la de más tensión y más emotiva de todas- se pasa peor que en las otras y porque el momento que vendrá después se convertirá en historia del deporte, que si no, ni eso.

Aun así, hay momentos en los que el suspense y la incertidumbre sí que está bien conseguido, gracias a recursos como el montaje paralelo, el combinar diferentes escenas que corresponden al mismo tiempo y mostrando las dos ‘caras’ de una misma situación, gracias a la mezcla de varias imágenes. También gracias a la música y a los cambios de guion…

La escena en la que familiares y amigos del protagonista están reunidos oyendo por la radio la final de los 200 metros lisos en las que él participa, ilustra muy bien, algunos de estos recursos.

En cuanto a la actuación, hay que decir, que casi todas están bien. Especialmente la del protagonista, Stephen James, la de Jeremy Irons, la de Clarice Van Houten y por supuesto, la de Bernaby Metschurat.

El héroe que pudo no ser

Imágenes sesgadas

Como se puede intuir, la imagen, en las dictaduras, es un factor capital, casi podría decirse que el más importante de todos. El cómo te presentas al mundo para imponer tu superioridad o poder es lo que te hará tener a la población a merced, sobre todo por el factor ‘temor’.  En este sentido, el régimen de Hitler, contrató a una cineasta y fotógrafa, llamada Leni Riefenstahl– quien vivió 101 años- , magníficamente encarnada en el Biopic por Clarice Van Houten, para retratar las increíbles y exitosas hazañas y logros que, se supone, debía conseguir la raza aria- aquella que proclamaban superior- en las Olimpiadas de Berlín de 1936.

El ‘ a posteriori’ no fue así, ya que un afroamericano, se empeñó en desmontar esa creencia.

Riefenstahl

Podría considerarse que el suyo es casi un papel principal, porque a parte de que aparece en la cinta con bastante asiduidad, su papel en la trama es capital. Más allá de su función de cineasta, también ejerce de traductura para el Gobierno de Gooebels, en las reuniones con Avery Brundage, porque es la única alemana que sabe inglés. Este y el hecho de que sea una directora de cine reputada y no un director, muestra un empoderamiento femenino impropio de la época y que es muy bien recibido en los tiempos actuales. En una sociedad en la que tanto se reclama más ‘voz’ para las mujeres, que han sido silenciadas a lo largo de la historia, sobre todo en la faceta artística.

Aparte de ser un rara avis de su tiempo, en el filme, es un personaje bastante bien construido al que se le dota de una gran personalidad y valor- son varias las ocasiones en las que le lleva la contraria a la mano derecha de Hitler y toma decisiones por ella misma- además de inteligencia. Si bien es cierto que todos estas características se aprecian durante el transcurso de la película, lo cierto es que dentro de la evolución del propio personaje- es decir, es redondo, pero a la vez plano- en ocasiones resulta un tanto ambigua.

Por un lado apoya el régimen alemán- forma parte de la dictadura, aunque desde un papel mucho más ‘inofensivo’ y menos visible- y por otro se posiciona en contra y no permite ciertas cosas- cuando Goebbels ordena por ejemplo dejar de grabar porque Jesse les está haciendo quedar mal por haber ganado ya 3 medallas y tirar por el suelo, la falsa imagen de superioridad física de su raza que se había vendido hasta en la sopa-.

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La ‘verdadera’ Leni Riefenstahl en un rodaje. Fuente: El Mundo

Entusiasmo cinematográfico

Además, cuando ve con sus propios ojos lo que está consiguiendo el Antílope de Evano y que sus cámaras lo han captado, está entusiasmadísima. En ese momento es como que se olvida de a quien representa y simplemente disfruta del espectáculo que está contemplando. Su cara le delata.

Y es que, evidentemente, el objetivo de la fotógrafa y directora alemana era el de registrar, principalmente las pruebas atléticas que se iban a disputar en el gran coliseo deportivo de Berlín, esto es: las pruebas de 100 y 200 metros lisos, los relevos (4 x100) y el salto de longitud. Curiosamente, cuatro pruebas que incumbirían directamente al corredor norteamericano. Tras haber transcurrido varias de las pruebas programadas- salto y los 100 lisos- en las que Jesse se alzó con la victoria de forma magistral, se produce un punto de inflexión.

Los máximos dirigentes nazis, no quieren formar parte del éxito de alguien que no es ‘de los suyos’, y mucho menos aun si es alguien de color y por eso buscaran tejemanejes para salirse con la suya. El plan no resulta fructífero. Y ella lo ha aprehendido con su cámara, tiene el testimonio de cómo un corredor negro, derrotó a los alemanes en su propia casa y eso enfada y mucho a ‘los de arriba’.

No es oro todo lo que reluce

Así pues, para la tercera competición, los 200 metros lisos, el ministro Goebbels ordena a los operadores de cámara de Riefenstahl, que no filmen nada más, porque se teme que Owens pueda volver a ganar. Ya se sabe que “más vale prevenir que curar” y eso hizo.  Sin embargo, Leni, con su habitual entereza y valor se enfrenta al líder nazi y ordena a sus compañeros de grabación, que vuelvan a sus puestos y sigan documentando el certamen. Sin que a Goebbels le de tiempo a hacer algo para impedirlo. Leni, una mujer con las ideas claras y mucho arrojo. El intento de manipulación, abortado a tiempo.

Sin embargo, la prueba de salto no se puede registrar en vídeo – la razón tampoco se explica en el Biopic- insitu y es por eso, que a la mujer, se le ocurre una idea genial y que sirve para que nos demos cuenta de una práctica que es mucho más común de lo que tendemos a pensar: muchos documentales e imágenes míticas, están pactadas, preparadas. Y es que Riefenstahl le propone al héroe hacerle una foto en la que se le vea saltando al foso. La instantánea, está realizada en un campo de entrenamiento, sin embargo, parece como si correspondiera a la prueba real de longitud de las Olimpiadas del 36.

La historia no podía borrar el recuerdo de aquel icónico salto y el atleta, tampoco lo merecía.

 

Larry Snyder, otro que merecería un Biopic

Snyder forma parte del típico grupo de los héroes anónimos, aquellos que llevan a triunfar sobremanera a quienes entrenan y cuya mayor recompensa es que el deportista consiga el máximo reconocimiento. Su felicidad depende literalmente de su pupilo, si pierde, él es el que más lo siente, el que más se frustra, el que más se enfada. Casi como si fuera él el que está corriendo, de ahí que se quedase obnubilado cuando “el antílope de ébano” le deja palpar una de sus medallas de oro. Siente como si la hubiese ganado él y en parte también reconfortado, a gusto consigo mismo porque se cierra el círculo.

Suele suceder también que los buenos preparadores que no triunfaron demasiado en la disciplina que practicaron, se hacen entrenadores, precisamente para eso, para resarcirse de la espina clavada de su pasado frustrado.

La relación con Jesse es casi de padre a hijo, tanto que en ocasiones cuesta diferenciar quien es el verdadero  protagonista del Biopic. Si fuera poesía, Sudekis sería su confidente.  Enseguida detecta en el afroamericano un talento diferencial

Está en las buenas y en las malas y  tiene todo lo que un líder necesita. En su haber nueve medallas de oro de los deportistas a los que entrenó.

 

 

 

DeAPlaneta - El héroe de Berlín
El poder de Larry para persuadir y saber cómo manejar a Jesse impresiona y es algo que está presente en toda la cinta.                      Fuente : DeAPlaneta

 

 

 

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