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El Camino a la Gloria de Rafael Nadal

Ya han pasado algunos días del triunfo espectacular de Rafa en la final del Australian Open, así que, una vez pasó el (prolongado) momento de euforia, es hora de ponerse analítico y diseccionar cómo fue que el de Manacor, estando 2 sets abajo, sirviendo 2-3 en el tercer set y enfrentando triple punto de quiebre al sacar 0-40, fue capaz de mantenernos en vilo a todos un par de horas más y regalarnos el que, para muchos, fue el mejor partido que hemos visto en nuestras vidas.

Para empezar, invitamos a los lectores a leer el artículo “La primera semana de Rafa Nadal”, si desean conocer el camino que recorrió el español hasta meterse en los 8 mejores del torneo, instancia en la cual profundizaremos brevemente para hacer de enlace entre esa crónica de su primera semana y el tema central de la presente.

Rival inesperado

Tras arrasar con Adrian Mannarino en 4R en sets corridos, no sin un maratoniano primer set, llegaron los cuartos de final, donde muchos esperábamos un choque de titanes entre una leyenda y una potencia de la actualidad, como lo son Nadal y Zverev, respectivamente, pero resultó ser Denis Shapovalov el rival de Rafa, luego de aplastar al alemán en 3 sets, para sorpresa de propios y extraños.

Bien es conocida la irregularidad y, por momentos, debilidad emocional que tiene el canadiense, y daba toda la sensación de que, con la misma solvencia que ganó en su último partido, se iría en este, luego de perder los dos primeros sets (cosa que no será la última vez que leeremos en este artículo), y mostrar un claro balance negativo en una faceta que, en días malos suyos, dice mucho, como lo son los errores no forzados (24-13 tras 2 sets), por poner un ejemplo.

Pero algo cambió en el 3er set, el mallorquín empezó a mostrar falencias en su físico (luego tuvo que tomarse una pastilla) y lo que parecía ser un triunfo sencillo, acabó alargándose mucho más, hasta que, una vez se emparejó todo y nos fuimos al set decisivo, Nadal se volvió a enchufar y le bastó con un solitario quiebre para ahogar en la orilla a su rival luego de tanto acercarse (6-3, 6-4, 4-6, 3-6, 6-3).

Máxima exigencia

Posteriormente, el protagonista de esta historia se las vería con Matteo Berrettini en semifinales, donde desplegaría toda su calidad y estrategia, explotando el punto débil del italiano, su revés, y terminaría de pulir aquellas fallas de su partido anterior, como las dobles faltas, que pasaron de un escandaloso número en cuartos (11) a uno muy sólido (2).

Tardaría en reaccionar el transalpino hasta recién llegado el 3er set, donde aprovechó su oportunidad y prolongó la batalla, hasta su eventual final en el momento clave del 4to set donde, tras 8 minutos con su saque, acabó cediendo y dejándole servir para partido, en lo que fue uno de tantísimos momentos donde Rafa demostró su habilidad para actuar en momentos decisivos del partido (6-3, 6-2, 3-6, 6-3).

Historia del tenis

Y es así como, tras ese paréntesis, llegamos a lo que todos estábamos esperando, la final, que podía suponer el 21er Grand Slam de Nadal, o el segundo consecutivo de su rival, Daniil Medvedev, quien iba con ganas de destruir la ilusión del 21 del español, así como hizo sin atenuantes en el pasado US Open ante Novak Djokovic, pero esta vez no se repetiría la historia, si bien todo apuntaba a eso…

El primer set fue para el ruso, quien arrancó indiscutiblemente mejor el encuentro, quebrando no una, sino dos veces uno de los saques más efectivos del torneo, pero que estuvo lejos de eso en esta manga (57% de 54% en primeros, 25% en segundos y 2 dobles faltas, sin aces, por 4 del moscovita y un 1er saque de 83% ganado del 82%, algo inquebrantable).

Ya en el segundo set, viene siendo hora de destacar algo que no habíamos mencionado antes pero que, especialmente acá, es de mucho peso, y es que, si nos fijamos en la longitud de los puntos, el promedio de los partidos anteriores de Rafa era de 4,05 golpes por rally, número que aumentó drásticamente en estos dos primeros sets (6,27 en el 1ero y 6,83 en el segundo), lo cual supone un mayor desgaste que, por edad, rodaje y hasta estilo de juego, benefició claramente a Medvedev.

Aún así, Rafa luchó sin descanso y hasta tuvo set point sirviendo 5-3, tras haber variado su estrategia a una menos agresiva y más incómoda para su rival, cambiando sus características derechas invertidas por un slice tedioso de devolver, pero ni así fue capaz de imponerse, siendo nuevamente clave su servicio ineficaz, que no mejoró mucho tras el primer set (1er saque: 59% de 53%, por el 81% de 55% de Medvedev).

El set, ese set

Y llegamos al set que determinaría si los latinos que tuvimos que madrugar aún podríamos dormir algo en lo que queda de mañana, o si esto iría para largo, aunque no era un panorama alentador para los hinchas de un Rafa que, como dijimos al empezar este artículo, tenía que levantar un triple punto de quiebre cuando servía 2-3, en lo que podría haber sido una desventaja lapidaria, pero cuando más lo necesitaba, se encontró con su mejor versión.

No solo mantuvo su saque de forma admirable, sino que quebró a su rival y ganó un set donde sacó claramente mejor (70% de 82% en 1eros) y el promedio de longitud de puntos disminuyó en más de un golpe (5,56), en beneficio del más veterano, quien siguió con vida para buscar la épica, pero primero necesitaba un set más para terminar de igualar la contienda.

Ese set tenía que ser el 4to sí o sí, y en un duelo lleno de break points, fue él quien pudo imponerse, teniendo que salvar puntos de quiebre sacando 0-1 y 4-3, e intercambiando breaks desde el 1-1 hasta que certificó la ventaja definitiva con un game de 12 minutos donde se puso arriba 3-2, que acabó manteniendo hasta el final de la manga, cuya duración de puntos seguía en declive (5,03) igual que el nivel del ruso, que vio su peor estadística con el 1er saque en todo el partido justo acá (60% de 71%), aunque daba la sensación de que, en un eventual set decisivo, podría tener más resistencia ante un visiblemente agotado rival.

Sin dudas

Y así llegamos a la hora (y 12 minutos) de la verdad, todo se reduce a un 5to set, para fortuna de todos los espectadores, y salió a relucir, por si aún no había quedado claro, la fortaleza mental del manacorí, quien sacó mejor que nunca (71% de 70%) cuando más falta le hacía, y quebró con 2-2 y luego con 5-5, momentos posteriores a un hipotético momento de duda, dado el quiebre de Daniil mientras servía para campeonato, pero como le caracteriza a nuestro campeón, siempre tiene algo que decir, y de esta forma fue como, después de 5 horas y 24 minutos, hizo posible lo que parecía imposible, en una jornada memorable que nunca olvidaremos (2-6, 6-7 (5), 6-4, 6-4, 7-5).

Gracias por acompañarnos a lo largo de este hermoso torneo que así llegó a su fin.

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