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El Antifútbol: los 3 pilares

Si la primera parte te gustó, esta te llegará al corazón sin que puedas olvidar todo aquello que el deporte rey te ha dado, todo aquello que sientes cuando ves a tu equipo en la cancha. Cierra los ojos, recuerda y disfruta.

La deportividad

¿Cuántos actores en el fútbol no han protagonizado la bellísima narrativa de David y Goliath? El débil venciendo al fuerte ¡Cómo nos emocionan esas historias en que el humilde derrota al poderoso! Es connatural al humano gozar de esos momentos en que se rompen las probabilidades. Resulta satisfactoria esa ilusión de igualdad que producen esos escenarios, además de la exquisitez que suscita el hecho de que son hipótesis, si bien abundantes en la imaginación, escasas en la realidad.

¿No es esa la magia del fútbol? 90 minutos en los que Goliath buscará cumplir la monótona rutina de vencer a su oponente. Y David, con nada más que su coraje, intentará resistir la embestida del gigante, vencerlo y llenar de júbilo a su pueblo. Nada se puede dejar por sentado en el fútbol, esa es la magia de este deporte.

Meritocracia

Ahora bien, el equipo grande no es tal por su nombre, chequera o historia, lo es por su mérito deportivo. El prestigio no se gana en los medios ni con patrocinadores, sino por el desempeño expresado en la cancha. Goliath, en el fútbol, no es grande por su fama, lo es porque con la pelota ha arrasado a sus oponentes y se ha convertido en el antagonista de las noches que prometían un cambio de papeles para sorpresa de todos. ¿Qué sentido tendría que Goliath fuese tal sólo porque sí?

Un Rey que no reina

Un rey puede llegar al trono por su fama, pero nunca se mantendrá allí si no demuestra merecer ese lugar, esencialmente, en el campo de batalla. Lo mismo sucede en el fútbol. Un equipo de renombre puede llegar a la élite mundial, por ejemplo, por llamarse Arsenal y haber hecho historia con Wenger en el banquillo. Sin embargo no se mantendrá allí si noche tras noche no se expone su poderío en el campo de juego, como, en efecto, ha sucedido en los últimos años de los Gunners.

El hecho de que formar parte de la élite sea un premio y no un derecho adquirido es lo que inspira al club de renombre a mantener su buen juego y a los equipos chicos a soñar algún día codearse con los de renombre, como es el caso del proyecto de Atalanta. Es dicha sana competitividad la que hace que el fútbol se mantenga vibrante. El deporte perdería sentido si no hubiese tan jugoso objetivo como lo es la persistencia o el acceso al Olimpo del balompié.

Pérdida de valores

Lamentablemente, estas historias épicas y llenas de emoción, propias del pilar de la deportividad, no forman parte del nuevo concepto de lo que es “el fútbol” desde la Superliga. Hoy día este pilar ha sido reemplazado por el de la estaticidad. Término que opera bajo la lógica de una sociedad desigual en la que los ricos pretenden mantenerse en el poder, sin merecerlo, aún a costa de debilitar más a los pobres, como acertadamente lo reflejó Marcelo Bielsa al ser cuestionado sobre la polémica iniciativa de Florentino Pérez.

El hincha

¿Es posible pensar en un deporte sin el aficionado? Acá nos encontramos con la pieza más importante del deporte, aquel actor fundamental del fútbol (y de cualquier otra disciplina) tal cual como lo conocemos. Es el hincha que mueve masas, que prende la TV, que gasta su dinero en los abonos y asociados año tras año. Es el aficionado aquel que le da vida a lo que los dirigentes tienen como empresa, cuando claramente no es su empresa, es del aficionado, ya que sin ellos no podrían vivir. 

Todo por el pueblo pero sin el pueblo

Luego de esta aclaración sobre el aficionado llegamos al primer interrogante del problema “¿Por qué este proyecto podría ser un atentado al hincha?”, se estará preguntando nuestra audiencia en este momento. Para explicarles esto tomaremos la cultura futbolística inglesa como principal ejemplo. Relacionado a su vez con la “participación” de los 6 grandes clubes ingleses en el proyecto) dando cabida a temas como la pasión, el desplazamiento, la fidelización y la monotonía deportiva.

Para muestra un botón

Comenzaremos citando a Juan Manuel Mata García, jugador español que desarrolló la gran mayoría de su carrera en territorio inglés, quien hacia 2014 hablaba de las vivencias del fútbol en ese país con las siguientes palabras que queremos recalcar: “Al aficionado lo que le gusta es vivir el partido, con sus horas previas y posteriores, y durante los 90 minutos. Si de algo puedes estar seguro es de que te van a animar pase lo que pase”.

Esto nos lleva a conocer, con ciertas pinceladas, lo que es el aficionado británico. Aquella persona que deja su vida cotidiana cada 4 días para entrar al pub de siempre, con sus amigos de siempre, a tomarse un par de cervezas y disfrutar de su equipo. Aquel aficionado que vive el partido de forma distinta a lo que conocemos en la cultura occidental. Con lo anterior llegamos a un tema con el cual “el nuevo fútbol” no puede competir, la cultura de rivalidad y de perseverancia.

El fútbol de los fans

El fan del fútbol en general no negocia la rivalidad entre clubes, no negocia la competencia y la incertidumbre cada fin de semana, no negocia el poder mirar a los ojos al rival de mayor envergadura y celebrar una victoria. Todo esto, en Inglaterra, se vive cada semana en los entrecruzamientos de hinchadas rivales con equipos pequeños y grandes. Con esto nos traen un proyecto que va en contravía de la competencia entre mediano y grande, de rivalidades históricas, de nuevo inglesas, como la que hay entre Liverpool y Everton, Fulham y Chelsea, Chelsea y Leeds. Estos,entre otros ejemplos, se verían directamente afectados al potenciar la economía de los grandes sin tener en cuenta la de medianos y pequeños.

Competición monótona

Finalmente, llegamos al tema de la monotonía. No hay nada más lindo que competir por lograr un cupo continental, o simplemente llegar a una instancia definitiva y encontrarte con algún grande europeo para sacarse chispas en la cancha. Con dicho proyecto nos perderíamos esa expectativa de algún día enfrentar a esos rivales que usualmente no nos encontramos en el camino. El aficionado perdería la exclusividad de disfrutar un viaje a Barcelona por UEFA Champions League que se presenta cada 4-6 años, el cual es una oportunidad para salir de su país y apoyar a su equipo.

Perderíamos la magia de partidos grandes los cuales en un inicio serán muy atractivos pero con la repetición constante se tornarán cotidianos, no tendríamos más ejemplos como el de la semifinal de Champions: Chelsea-Real Madrid, donde solo hay 5 antecedentes históricos entre ambos clubes, generando una expectativa particular por no saber que pueda llegar a pasar.

Conclusión

Ahora después de leer esto les dejamos unas preguntas de reflexión ¿Aún considera que el aficionado aceptaría está propuesta? ¿El aficionado cambiaría la magia histórica de la UEFA Champions League por una liga anual donde siempre compiten los mismos? Y finalmente ¿Es posible tener en cuenta este proyecto con la desaprobación total de sus aficionados? 

Si quieren trabajar por el fútbol, si quieren ganar económicamente, deben buscar estrategias que nos acerquen a los aficionados, proyectos deportivos ganadores que lleven al aficionado a consumir su producto y finalmente buscar empatía con aquel actor principal en su negocio: el hincha.

El jugador

¿Qué decir de las piezas en este ajedrez? Peones de un empleador y de las organizaciones mayores que ostentan el monopolio futbolístico, sea UEFA o FIFA. No es un secreto que sus opiniones al momento en que se discute o entra en vigencia una nueva competencia no son tenidas en cuenta. Recordemos las palabras del centrocampista alemán del Real Madrid, Toni Kroos, quien dijo a mediados del mes de Noviembre de 2020: “Por desgracia, nosotros como jugadores no decidimos nada. Sólo somos títeres de la UEFA y la FIFA.

Si hubiera un sindicato de jugadores no jugaríamos un torneo como la Nations League o la Supercopa en Arabia Saudí”; siendo notorio que los principales actores de este espectáculo y sus condiciones laborales son mejoradas y desmejoradas sin que medie su opinión, generando así una sobreexplotación profesional y física para los mismos.

Falta de incentivos

Habiendo dicho lo anterior, esta nueva competición atenta directamente contra los incentivos personales de los jugadores. Ya lo dijo Bruno Fernandes, al tomar una postura en contra de esta liga, diciendo que “Los sueños no pueden ser comprados”. Mientras más se divida la brecha de futbolista de equipo grande-equipo chico, más se aleja a los futbolistas de mejores oportunidades para sí mismos. 

Dijo un categórico Bielsa: “El fútbol es de todos. Aunque haya propietarios y dueños, los verdaderos dueños son los que quieren al escudo”. Puede que el fútbol también sea una actividad económica importante, de modo que es natural que los empresarios busquen obtener mayores réditos, pero antes de ser un fenómeno comercial, el fútbol, al menos desde “El Antifútbol”, es un deporte se estructura sobre los tres pilares mencionados sin los cuales no existe. El fútbol es un deporte que no pertenece a los grandes equipos, a Florentino ni a la FIFA, quienes han buscado corporativizarlo. El fútbol no necesita de cuellos blancos. Este existirá mientras haya materiales para hacer dos canchas y un balón ¡El fútbol es del pueblo!

@HilotecaDepor en Twitter.

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