Unidos por el rugby
Corría el mes de junio de 1995, los pocos presentes se miraron con complicidad, lo habían conseguido. A fin de cuentas , ya eran todos conocidos, habían creado un curioso vínculo durante las dos semanas anteriores, el rugby. Seis personajes de los mas variopintos, por edad y por procedencia y porque en definitiva, no tenían nada en común hasta ese momento. Esta historia podría pasar en cualquier ciudad con poca tradición de rugby, en una época donde aún no soñábamos con la aparición de internet ni tan siquiera, con tener revistas especializadas sobre el deporte oval.
Ramón Trecet, un oasis en el desierto
Quizás todo lo que nos llegaba de Rugby era alguna retransmisión desde Edimburgo , del mítico periodista Ramón Trecet del todavía V Naciones, donde para un español medio, aquellos abrigos y bufandas a juego con el frío invierno escocés, y aquella excitación del público durante los himnos, hacía que resultase un deporte difícil de entender . En definitiva , una época donde conseguir una televisión , para seguir el Mundial de Rugby que se estaba jugando esos días en Sudáfrica, era un bien muy preciado.
Después de mendigar en los bares donde ellos creían que tendrían mano con el propietario, después de explicar repetidamente las virtudes del juego y que sobre todo, en horario del partido, no coincidiría con ningún evento futbolístico, nuestros 6 protagonistas, acabarían asomándose por unos cristales donde parecía que en el interior tenían un campo de rugby en la televisión. Era un bar «poco aseado» que regentaba una señora y que sólo entrar, ya nos puso en preaviso que el “futbol no le gustaba, que ya había tenido bastante con aguantar 40 años a su difunto esposo”. Era la presa ideal. Lo demás vendría sólo, consumir muchas cervezas, ocupar todas las mesas posibles, entablar alguna conversación recurrente con la señora en el momento de acercarte a la barra, y sobre todo, no correr la voz entre conocidos y amigos.
Nuestro Invictus particular
Ese 24 de junio, la historia ya es conocida por todos, la final entre los All Blacks de Jonah Lomu y la nueva Sudáfrica que promovía Nelson Mandela. Años más tarde, Clint Eastwood llevaría a la pantalla ese partido histórico en la película Invictus. Pero aquellos 6 personajes , poco sabían de la importancia del momento que estaban viviendo, se limitaban a comentar alguna jugada y finalmente, a celebrar el drop de Joel Stransky.
Un final feliz
La historia podría acabar aquí. Después del partido, los 6 compañeros de Mundial nunca más volvieron a coincidir. Alguna vez que otra se habrían cruzado por las calles de la ciudad, y se habían saludado con aquella sonrisa socarrona de saber que habían compartido una historia de vida. Pero como esto es un cuento, donde se mezcla realidad con ficción, os diré qué años más tarde, dos de aquellos chicos fundaron un club de rugby en la ciudad y que todavía perdura y que el más joven del grupo , decidió que nunca más ser quedaría sin ver un Mundial de Rugby, que eran pocos los que compartían ese amor por el Rugby en su ciudad, pero que en el bar que él regentaría poco después, nunca faltaría una cerveza bien fría y un parroquiano habitual para echar unas risas explicando batallitas de nuestro amado deporte. ¡Salud compañeros!
Oscar Padilla /@opadilla74