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#ChampionsCup: De “un partido de mierda” a La Rochelle-Leinster, la final que nunca será

 

@sergebianco

Ha sido un espectáculo indigno de una semifinal de Champions”. Es la reacción de un aficionado de Racing, que fue ex jugador del equipo parisino, pero que además fue 37 veces internacional con Francia, ganó tres ediciones del Cinco Naciones y fue el máximo anotador de ensayos en el Mundial de 1991.

En fin, que puede tratarse de la reacción lógica de un ‘supporter’ viendo cómo su equipo se despide del máximo objetivo de la temporada, pero con esos antecedentes queda claro que es una opinión de lo más cualificada. Efectivamente, Jean-Baptiste Lafond, antiguo ala de Racing (1980-1992), se ha destapado esta semana con unas declaraciones incendiarias que por su hiriente sinceridad no son muy frecuentes. Lo peor es que tiene razón.

Despropósitos

Lafond resume la eliminatoria de cuartos de final de Champions entre Bordeuax-Bègles y Racing como “un partido de mierda; golpes de castigo continuos, balones perdidos, ningún ensayo; sinceramente, un espectáculo indigno”. Efectivamente, un raquítico 24-21 dio el pase a semifinales por primera vez en su historia a Bordeaux tras anotar ocho golpes (todos por parte de Jalibert), uno más que Racing (seis de Machenaud, uno de Iribarren y otro de Gibert). Y no hubo más. “Pudo ganar cualquiera -añade Lafond- simplemente fallando un golpe menos que el rival”. De hecho, al descanso el marcador indicaba un 9-9 que reflejaba la pobreza del juego y anticipaba una segunda mitad soporífera e indigna, como así fue.

Bajas

Es cierto que a Racing le faltaban Russell (sancionado), Vakatawa, Thomas, Zebo, Chavancy, Le Roux y Bird (todos lesionados), pero ello no justifica el penoso desempeño de uno de los finalistas de la última Champions. Racing no propuso nada, y la chispa desequilibrante (intermitente, si se quiere) de Rusell y Thomas no fue sustituida por nadie: para colmo, Donovan Taofifenua empezó en el banquillo y, dicho sea de paso, Emiliano Boffelli se quedó lejísimos de ser una opción imaginativa en ataque: el ex zaguero de Jaguares necesitará aportar mucho más para aspirar a entrar en el XV de Travers.

De todas formas, quedó claro también que Beale en el centro no rompe placajes como Vakatawa, y la delantera fue una y otra vez superada por el pack de Bordeaux, con un papel estelar a cargo de Cazeaux y el veterano Poirot.

 

Al equipo de Urios le bastó con mostrarse sólido y confiar en la bota de Jalibert, y si esta receta le funcionó ante Racing, será probablemente la que utilice en la semifinal frente a Toulouse: en un partido de similar miseria deportiva, se impuso a Clermont por un 12-21 propiciado más por las carencias de los locales que por los méritos del cuadro de Ugo Mola. En este caso, Ntamack no falló (7 golpes entre palos), pero enfrente Morgan Parra cometió varios errores al final que abortaron cualquier opción de Clermont, ya mermado desde el minuto 5 con la lesión de Camille Lopez. No hubo champagne ni nada por el estilo, y habrá que seguir de cerca a Dupont, que quizá no sea el mismo desde su contagio por covid. Veremos.

El rugby, por tanto, estuvo en otro sitio. Por un lado, en lo que muchos consideraban la final anticipada, entre el actual campeón, Exeter Chiefs, y el eterno favorito, Leinster. Son los dos mejores equipos de las islas, y lo demostraron en el campo, especialmente el XV irlandés, cuyo rendimiento era una incógnita tras acceder a cuartos por la eliminación de Toulon por un caso de covid (y de un jugador que ni fue convocado… pero de eso ya se habló por aquí).

De entrada, hubo dos fulgurantes ensayos de Tom O’Flaherty, un ala perligrosísimo que lleva varias temporadas a gran nivel sin que Eddie Jones lo haya llamado ni una sola vez… Con un 14-0 en contra a los 8 minutos, y Sexton retirado por conmoción (la enésima esta temporada…), Leinster parecía hundido.

Sin embargo, la salida de Ross Byrne como apertura y un juego basado en la línea de tres cuartos (algo poco usual), donde brillaron Henshaw, Low (un ensayo), Larmour (otro ensayo) y Keenan (que ha mejorado el discreto nivel exhibido en el Cinco Naciones) dio el triunfo a los irlandeses frente a un Exeter que no se desinfló en ningún momento, pese a que el 22-34 final pueda sugerir otra cosa. Un gran partido al estilo de las Home Nations, sin demasiadas florituras, pero rugby del bueno. Un auténtico regalo.

Un regalo, pero con cintas, lazos y velas para la tarta fue el match entre La Rochelle y Sale Sharks. Al descanso se llegó con un engañoso 18-16, gracias a un postrero ensayo de Sam James, pero la impresión era que los marítimos iban a eliminar a los de Manchester. Y el festival del segundo tiempo confirmó la corazonada. Un omnipresente e hiperactivo Faf de Klerk (un auténtico dolor de muelas para el rival, siempre, competitivo como pocos) se retiró en el minuto 58 cuando el barco naufragaba sin remedio. Sale Sharks chocó con el iceberg que menos esperaba: la delantera rochelais donde brillaron los internacionales Bourgarit, Atonio y Alldritt, con un inmenso Vito cerrando la melée.

Sin el recurso a la delantera, Sale se vio desbordado por el centro y las alas; ahí estaban Dumayrou (dos ensayos) y Rhule (otros dos) para rematar. Sin duda, La Rochelle exhibió el rugby más brillante de los cuartos de final de la Champions, pero enfrente se topará con un rocoso Leinster que pondrá carísima la hazaña histórica de los marítimos: alcanzar la finalísima de la Champions, donde en tal caso aguardaría otro equipo del Top 14.

Y por si nadie se ha dado cuenta: ya no hay representantes de la Premiership en la carrera europea (la que importa, porque la Challenge es otra cosa; de ello ya hablaremos otro día).

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