Sin categoría

AD10S, Diego

Foto de @HilotecaDepor

 

Sabemos que tardamos en hacerte esta carta, los muertos descansan, no leen, pero tenemos la esperanza de que, donde quiera que estés, sientas este agradecimiento que debimos haberte dado en vida, o si vos no lo podes sentir, que lo haga tu pueblo futbolero, aquel por el que decidiste decir “yo soy el Diego y los haré felices con el balón”.

 

Querido Diego Armando, el día de hoy nos encontramos tristes, aún, algunos días después de tu partida, no logramos creer que te hayas ido. No le escribimos a Diego, el de los múltiples escándalos, ese no, ese siempre fue mejor sepultarlo, hablo del Diego, del mago, hablo de “D10S”, del crack, del ídolo, del genio, del que acariciaba con suma maestría la pecosa. Es que ¿Quién lo diría? Al final de cuentas ese ser increíble e imborrable de la memoria de nosotros, los aficionados de “The Beautiful Game”, sí era humano, era un mortal como nosotros, era también de frágil naturaleza humana, y esa inmortalidad que transmitió con su fútbol, es algo que hace aún más impensable y doloroso este “AD10S”. Sin embargo, no tiene sentido llorar tu partida, preferimos agradecer por lo que significaste en vida, lo que significaste en la cancha y lo que significaste para Latinoamérica

 

Gracias, Diego, porque pusiste en nuestra mente una de las imágenes más bellas de la historia del deporte. Tú sabes a cuál nos referimos ¿Cómo no vamos a empezar a agradecerte si no es con esa gesta que tuviste en 1986? Era 22 de junio, el Estadio Azteca se convertiría en museo digno de albergar una magnífica obra que sólo un genio podía inventar, el marco era perfecto, Argentina se enfrentaba a la Inglaterra que 4 años antes había asaltado, de nuevo, a las Islas Malvinas, eran los cuartos de final del Mundial de México, los ingleses crearon el fútbol, pero un pibe de la albiceleste, un tal Maradona, era quien mejor sabía jugarlo. Lo recuerdo bien, el Gol del Siglo, una expresión de magia y fútbol que inicia con un pase de Enrique que recibes en la mitad del terreno de juego, luego, en una movida que no logro explicar con palabras, dejas a dos ingleses en el camino, lo supiste desde ahí, todos lo sabíamos, nadie iba a ser capaz de frenarte, saliste endemoniado por esa banda derecha como un átomo diminuto, pero veloz, poderoso e imparable, llegaste al área chica y el arquero británico te tapa todo el arco, era imposible anotar por la magnífica salida del portero, imposible para cualquiera que no fuese Diego Armando Maradona, porque tú, con suma maestría, lo dejaste desparramado con un enganche hacia adentro, finalmente, llega la hora de capitalizar, y tac, como golfista, le das una caricia a la bola para que esta se vaya adentro y momento del grito sagrado de gol ¡Madre mía! Eso no fue un gol, fue una auténtica obra de arte y una muestra de lo que hiciste en esa Copa Mundo, aquella en la que lideraste a los miembros de la albiceleste hacia la gloria, esa que le regalaste a la Argentina venciendo a la siempre poderosa Alemania.

 

Gracias, Diego, porque en 1984 elegiste como tu hogar a un equipo del sur de Italia, esa zona marginada de la península en la que la asimetría económica que existe con relación al norte del mismo país se evidencia en la precariedad de las instituciones deportivas, decidiste llegar al Napoli, y como tú eres el Diego, tenías que marcar historia y firmaste, en 1987, el primer Scudetto del club napolitano, pero eso no fue todo, no te bastaba salir campeón del rentado italiano con un modesto equipo del sur, reitero, tú eres el Diego, y un año después conquistaste a Europa, saliste campeón de la Copa de la UEFA y en dicho torneo nos regalaste otro momento emblemático del balompié y de la vida misma, era 19 de abril de 1989, Napoli enfrentaría al Bayern München en territorio teutón, el ganador de la llave disputaría la final, el camerino italiano sentía la tensión propia de un partido de tal envergadura, pero tú no, porque siempre fuiste un caudillo, saliste a la grama del Estadio Olímpico de Múnich con los cordones desatados, sonó Live Is Life y tú decidiste olvidar la tensión propia del momento realizando tu calentamiento al ritmo de la canción, bailando con el esférico como sólo tú podrías, haciendo dominadas preciosas, acariciando el balón como siempre lo hiciste.

 

Simplemente gracias, Diego, gracias fútbol por elegirlo a él y a él por elegir el fútbol. Tu vida fuera de las canchas que sea objeto de reproche, pero “la pelota no se mancha”. Dentro de la cancha fuiste intachable, salvo una que otra picardía connatural al deporte. Ese es el Diego del que nos estamos despidiendo, por el que estamos de luto. Gracias, Pelusa, porque fuiste distinto, un rebelde, un genio que pensaba y ejecutaba cada jugada con la precisión que requieren obras de arte como de las que fuiste autor. Gracias, Barrilete Cósmico, por ser un líder, por ser el caudillo que sacaba el pecho por sus compañeros cuando así lo ameritaba la situación, por pensar en el equipo antes que en la gloria individual. Gracias, Pibe de Oro, porque te convertiste en una leyenda del fútbol, y con tu legado, has inspirado a generaciones enteras de futbolistas cuya meta es ser comparados contigo. Gracias eternas, te damos desde la Hiloteca Deportiva, gracias por amar al fútbol y ser una de las razones por las que amamos este hermoso deporte. Gracias y AD10S, Diego Armando Maradona, por lo que hiciste, en vida, con el balón.

 

@HilotecaDepor en Twitter.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *