Análisis Más Psicología Deportiva

Grupo, equipo e individuo (Parte III)

En continuidad con las entregas anteriores, un buen diagnóstico grupal permitirá al staff técnico de un equipo optimizar la toma de decisiones en orden a la salud del grupo y la vinculación entre sus miembros y con las situaciones a enfrentar. Así, teniendo en cuenta lo trabajado en esta primera etapa se puede llegar a tener claridad respecto a la configuración del mismo según cuatro ejes fundamentales:

En orden a las relaciones entre sí, se lo puede observar como:

  • Cohesionado: se observan relaciones fluidas y espontáneas entre la totalidad de los integrantes. Los agrupamientos son flexibles y el nivel de comunicación en espacios comunes y momentos libres es alto. Se trata de un grupo que es capaz de moverse internamente en pos de un objetivo común sin esconderse en la individualidad o en los distintos subgrupos. Las relaciones entre miembros y grupos de afinidad varían de acuerdo a situaciones o momentos, pero con una flexibilidad que es propia del devenir humano.
  • Dividido: En este caso se pueden ver marcadas diferencias comunicacionales entre subgrupos e individuos de acuerdo a sea la actividad que realizan. Pueden convivir con cierta estabilidad y cohesión en lugares y momentos pautados por el entrenador; pero no se reflejará lo mismo en situaciones que quedan libradas a la voluntad de los integrantes. Donde se encontrará una marcada rigidez relacional, es decir, los subgrupos se vinculan casi exclusivamente dentro de sí mismos y con escasos encuentros con integrantes de otro sector. En estos casos al grupo se lo verá como una especie de molécula donde diversos átomos se unen y separan de acuerdo a lo que lo pautado requiera.
  • Fracturado: el grupo no se ha conformado como un todo, predomina de manera casi absoluta la fragmentación al punto que no hay diferencias en las actividades pautadas como las libres. La realidad del sujeto grupo se visualiza como un conjunto de individualidades inconexas, atomizadas y con una rigidez que impide la vinculación entre varios de sus integrantes. Suele ser muy difícil dar cuenta de la existencia de una subjetividad propia del grupo, sino solo puede verse algún agrupamiento momentáneo, pero marcado por una fijación cerrada en la individualidad.

En orden a las amenazas o peligros que provienen del exterior:

  • Activo: un grupo activo ante lo externo es aquel que es capaz de organizarse y re-organizarse de acuerdo a lo que sucede en relación al contexto o entorno. Malos momentos, lesiones y derrotas, entre otras situaciones son vistas como oportunidades para la elaboración de nuevas y mejores respuestas adaptativas grupales, como pueden ser apariciones de nuevos actores o líderes, respuestas grupales que disimular una pérdida significativa o nuevas relaciones entre sí como con el entorno que generar nuevas adaptaciones positivas del grupo.
  • Reactivo: las situaciones en vez de capitalizarse como oportunidad generan un nivel de frustración tan alto que el grupo puede quedar encerrado en la fijeza de las relaciones y no resolver lo que se le presenta. Suelen aparecer cataratas de quejas que impiden asimilar lo que ha sucedido y generar nuevas respuestas adaptativas; o la victimización propia o la fijación en el valor de lo perdido que marca una resistencia grupal tanto para hacer duelos como para asumir nuevas maneras de responder a la demanda.

En orden a las situaciones internas:

  • Resiliente: un grupo resiliente es aquél que es capaz de asumir nuevas respuestas positivas y salir fortalecido de las situaciones adversas o traumáticas. Ante la angustia, la ansiedad y el temor que se generan a nivel grupal, el mismo puede reagruparse y modificar relaciones para responder de modo más adecuado a lo que se venía haciendo o a lo que la situación requiere. Se trata de un grupo que capitaliza situaciones internas como una manera esencial para fortalecerse como tal. El diálogo acerca de lo temido, lo angustiante o lo ansiógeno, son elementos esenciales para que un grupo sea considerado como resiliente. Ya que permite la resolución de los conflictos propios de manera adecuada a través de la simbolización y la reorganización subjetiva.
  • Agresivo: un sujeto grupo que se defiende de lo que sucede internamente, a través de la negación puede manifestar su malestar a través de conductas disruptivas dentro y fuera del grupo. Pueden aparecer excesos verbales, golpes, encierros o rupturas que indican la ausencia de la conciencia de lo que sucede y la incapacidad de simbolizar a través de la palabra lo que sucede a nivel interno. El clima grupal suele ser tenso, todo parece estar a punto de explotar y descargarse provocando la ruptura de cierto orden establecido.
  • Depresivo: en un grupo con estas características vivencia sus estados anímicos a través de introversión. No se habla de lo que sucede, no se manifiesta de manera explícita y todo se observa como si se arrastrar una pesada carga que no se identifica. Las relaciones son casi formales, los diálogos y momentos grupales se reducen a lo pautado y la espontaneidad no aparece. Las relaciones se sostienen desde la lejanía y no se observan situaciones simbólicas que permitan ver la emergencia de nuevos re agrupamientos, liderazgos, roles o respuestas. Como si el grupo se sintiera abrumado y sin respuestas para re elaborar lo que le sucede.

En orden a los roles o funciones:

  • Aglutinado: en un grupo que puede definirse de esta manera se observan situaciones marcadas por la espontaneidad en el ejercicio de los roles y funciones. La relación entre los integrantes es tal que suele no hacer falta que los roles se marquen, ya que suelen ser emergentes de lo que el grupo vive y siente. La consolidación y la flexibilidad en las relaciones que se constata de manera continua permite comprender que el sujeto grupo se encuentra capacitado para organizarse y reorganizarse de manera adaptativa cada vez que las situaciones internas o externas lo demanden. De este modo, roles y funciones son determinadas por lo que el grupo vivencia y organiza de acuerdo a lo que le sucede.
  • Demarcado: en el mismo suele observarse cierta rigidez en los roles y las funciones, que pueden devenir de la historia grupal, de una orden del entrenador o de la ascendencia de determinadas personas sobre el resto. La demarcación suele conspirar contra la dinámica propia del grupo, especialmente en lugares y momentos libres o no pautados, la rigidez y la estereotipación suelen ser puntos sintomáticos a tener en cuenta, como así también, el vacío que provoca la ausencia temporal o definitiva de algún ordenamiento externo.
  • Confuso o anárquico: un sujeto grupo puede calificarse como anárquico cuando los roles y las funciones no pueden identificarse con cierta claridad. No se observan recurrencias conductuales tanto en situaciones estructuradas, en lugares comunes o en momentos libres. El grupo parece no estar conformado y no poder vincularse con claridad de roles, todo parece ser inundado por la confusión de roles y funciones y no hay quién asuma con cierta continuidad y responsabilidad un lugar común.

Así, teniendo en cuenta estos cuatro ejes se puede arribar a un conocimiento más profundo del grupo y pensar intervenciones para potenciar las fortalezas y trabajar las debilidades. Como así también prever cómo se vivencian situaciones difíciles tanto en lo interno como de lo externo.

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