Crónicas

Un acertado Tottenham confirma el derrumbe del Real Madrid

Tottenham 3 1 Real Madrid 

Tras la caída de Girona, la plantilla campeona de la pasada edición cayó derrotada por 3-1 en Londres. Se confirma la debacle de los merengues y los Spurs se afianzan en el Grupo H.

En el barrio de Wembley, allí donde las leyendas del fútbol se forjaron y donde las grandes botas se colgaron. Allá donde surgió el propio deporte, donde se crearon los mitos. Allí jugaba una noche de Champions una escuadra blanca, vestida de negro, y una escuadra local, vestida de blanco.

Tottenham y Real Madrid se medían frente a frente en uno de los mayores encuentros que pueden existir actualmente en lo más alto de la esfera terrestre. Dos equipos habituados a ganarlo todo se verían las caras para decidir quién sería el mejor de Europa, es decir, quién lideraría el grupo de la gloria.

Teniendo esto en cuenta era difícil que ninguno de los dos se decantase por comenzar ciertamente relajado. Es por ello por lo que, ante la atenta mirada de 90.000 espectadores, 4.500 de ellos madridistas, se dejaron la piel durante todo el tiempo que pudieron. Desde el comienzo hasta el final, todo fue una batalla, pero, en especial, un reto para ambos conjuntos, sobre todo para los españoles.

Y es que, los chicos de Zidane salieron jugándose mucho más que un simple encuentro de Copa de Europa. Estos saltaron al terreno de juego con tremenda intensidad, creyéndose superiores en ataque, pero siendo doblegados con facilidad por parte de su contrincante. Nada pudo relajar a un Madrid demasiado lanzado en ocasiones, y muy organizado en otras.

El caso es que su centro del campo empezó a acusar la falta de algún componente defensivo más, así como el apoyo de los dos descolgados de la parte alta: Cristiano y Benzema. No hubo paz para aquellos que se mantuvieron en el frente de batalla, pero sí para los insistentes rivales. La defensa blanca tuvo que trabajar de tal forma que parecía que Nacho y Ramos se tendrían que multiplicar por dos.

Los hombres de Pochettino aprovecharon aquellos olores de sangre y arrastraron su armamento hasta la zona de gol. Paso a paso fueron abriendo el hueco, rompiendo las telarañas que tenía el área blanca en Wembley, y dejando bien claro que en casa nunca caían. Así, piano piano, un fuerte eco retumbó en todo Londres cuando la garra de Harry Kane consiguió arrebatar un simple balón perdido a Nacho Fernández.

Este saque de banda salió despedido de una banda a la otra, llegando a los pies de un Trippier que pasó desapercibido hasta para el juez de línea, pues este no percibió su fuera de juego. Un pase al primer toque, casi sin mirar, desembocó en la zona más conflictiva de todas, aquella en la que no había otro para rematar que Dele Alli. El joven centrocampista remachó e hizo temblar a la capital inglesa.

A raíz de estos hechos, los actuales bicampeones salieron a morder. Casemiro se echó el equipo a las espaldas e intentó seguir haciendo de soldado defensor. El brasileño había sacado las castañas del fuego en varias ocasiones, pero no en la que más debía haberlo hecho. Finalizando incluso jugadas por su cuenta, Carlos Henrique pareció ejercer de Sargento en la trinchera, sin embargo, sus órdenes, por desgracia, no llegaron a buen puerto.

El tiempo de la primera mitad se consumió, así como las opciones de anotar el tanto que rompiera la psicología del molesto Mauricio, alterado por el penalti no señalado en favor de Ali. Lo que no lo hizo fue la intensidad, una que se mantuvo constante, corrompida por las estampidas de una y otra parte, pero constante. Quizá el gol no llegara, pero las intenciones no faltaron en ningún momento, ya que, nada más señalar Çakir el comienzo de la segunda parte, los merengues salieron en tromba.

Fue entonces cuando la avaricia de ocasiones terminaron rompiendo el saco. La desgracia más profunda inundó, eso sí, con una tromba de agua blanca, el plan de ‘Zizou’. El Tottenham rescató un balón en el centro del campo, como solía realizar durante el primero de los actos. Alli arrancó la motocicleta, se marcó el lujo de recortar, de merodear por el borde del área, así como de lanzar un chut que rebotaría en la zaga visitante. Casilla, con mirada impasible, solo pudo observar la catástrofe. El 2-0 subía al marcador.

Las malas lenguas parecían haber tenido razón, no se iban a levantar de un día para otro. El batacazo de Girona había mermado en el vestuario, y pese a las palabras de su capitán en la noche de la radio, el equipo no había conseguido tener ese acierto. El Real Madrid no estaba jugando un mal fútbol, al contrario, estaba creando ocasiones que siempre suele crear y que, generalmente, terminarían en tanto.

El problema era la precisión, una que no parecía existir, y que dio pie a que el partido se empezase a resquebrajar tras una hora de juego. La falta de acierto, de puntería, de errores de Lloris, rompieron los sueños de los soldados de negro. Esto, nuevamente, acabó haciendo daño y corrompiendo la entereza del equipo. Una salida veloz de los ingleses dejó descolocado al conjunto hispano. Nadie vino al apoyo, nadie ayudó a Nacho a defender, y, cuando Modric acudió al rescate, fue demasiado tarde. Eriksen remachó el tercero y el posible final de un partido en el que la debilidad defensiva había condenado al creador del césped.

En un alarde de nerviosismo, el banquillo de los blancos se revolvió. El equipo estaba completamente desconectado, sin rumbo, sin destino, casi sin fútbol. Para estabilizar un poco el Halloween que representaba la plantilla, entraron dos chicos, cuatro piernas intensas que devolverían, tal vez, el jugo al juego. Asensio y Mayoral colaboraron como pudieron. El orden del Tottenham en defensa hacía muy difícil el juego de un conjunto apagado y a la vez tenso.

Un rechace con cierto encanto terminó en las botas de quien tenía que acertar de una vez por todas. Ronaldo, desaparecido en ocasiones, omnipresente en otras, aunque en muchas menos, dio la puntilla al enfrentamiento. Por primera vez, perforaba la red de Lloris, rompía las reglas de Wembley e imprimía cierto valor al partido. Restaban diez minutos y toda una barbarie de críticas por lanzar a los visitantes. Lo mejor era dar el todo por el todo y no bajar los brazos, al menos, esto permanecería en el recuerdo de aquellos que lo valorasen.

De nada sirvió aquello, pues el final le consumió, les devastó. La debacle se confirmó, los errores se vieron claramente en el lugar donde las leyendas se habían forjado, donde tantas estrellas habían nacido, y donde, esta noche mágica, el Madrid había, definitivamente, caído.


  • Reajuste de titulares: Si algo le falta a este equipo es tener el valor para poner en el terreno de juego a quiénes deben ser colocados. El once, desajustado en ocasiones, extraño por la falta de los que más trabajan, no es más que un síntoma más de la tremenda enfermedad que sufre el Real Madrid en este inicio de temporada. La suplencia de pesos pesados como Cristiano o Benzema es algo que debe irse barajando. El francés aporta mucho al equipo, pero no colabora en labores de presión y se muestra pasivo en el ataque en muchas ocasiones.
  • Por su parte, y merece capítulo aparte, el portugués colapsa la zona de gol. Su desacierto durante esta temporada es uno de los hechos que más le han hecho perder la confianza a sus fieles. Rotar no sería una sorpresa, sino algo que es esperado, algo que ya se viene pidiendo desde hace tiempo, ya que los jóvenes son los que se dejan el pellejo en el césped.

Imagen: El País Digital.

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Ficha técnica
Tottenham: Lloris; Vermaelen, Sánchez, Vertonghen; Trippier, Eriksen, Dier, Winks, Davies; Alli y Kane.
Real Madrid: Casilla; Marcelo, Ramos, Nacho, Achraf; Casemiro, Modric, Kroos; Isco; Benzema y Cristiano Ronaldo.
Goles: 1-0 (Dele Alli) / 2-0 (Dele Alli) / 3-0 (Eriksen) / 3-1 (Ronaldo) /
Árbitro: Cüneyt Çakir (Turquía)
Incidencias: Partido disputado en Wembley – Decide al líder del Grupo H.

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