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Nadal se sube al trono de la gloria: 16 Grandes y Número 1

El español Rafael Nadal Parera, derrotó al sudafricano Kevin Anderson por 6-3 6-3 6-4 en la final del US Open. Suma su decimosexto Grand Slam como profesional (a solo dos de Roger Federer), y el lunes será número uno del mundo.

Tal y como los dioses mandan, tal y como está estipulado que un partido de tenis se juegue, así es como Rafa Nadal suele llevarse el gato al agua. Lo cierto es que pocos en nuestro planeta serían capaces solo de describir qué es lo que hace falta para poder recoger en un solo ser humano más Grand Slams que leyendas como John McEnroe y Ivan Lendl juntos, pero lo ha conseguido y ha hecho realidad nuestros sueños.

Volver al número uno parecía un calvario insuperable, pero este balear hizo de ello un trámite e incluso tuvo el desparpajo de coronarse en Roland Garros. Para colmo, quiso forzar en Wimbledon y no llegó a obtener toda su recompensa. Ya, finalmente, en el punto álgido de la temporada, alargó sus fuerzas, las que Charlie‘ Moyá le había enseñado y se tiró a por el oro de Nueva York.

Nadie iba a decir que, después de cuatro años, volviéramos a ver a nuestro chico en un lugar como este. La Arhur Ashe lucía como nunca. Cerca de 23.500 personas, entre las que se incluían decenas de VIPs, abarrotaban un estadio que tenía la mente puesta en la bola verde y en el negro huracán de Florida. Todos creían en una sola persona, exceptuando los sudafricanos y un porcentaje de argentinos que tenían sed de venganza. Todos supieron que aquel que ganaría sería el que siempre acaba ganando.

Un primer set impecable

No se puede comentar nada negativo del primer parcial que abrió el cara a cara. El nuestro se soltó la melena desde el primer instante y planteó un durísimo juego al resto. Era muy complicado el sacar adelante los juegos por parte de Kevin, por lo que este optó por aguantar todo lo que podía hasta que cayese.

Rafa se apuntaba sus servicios sin problema, en cambio, cuando le llegaba el turno a Anderson, este no tenía opciones de puntuar. Tal fue el problema que incluso se sobrepasaron los 10 minutos en el 1-1, y se llegaron a ver sendas oportunidades de rotura por parte del manacorí nada más comenzar el duelo.

Media hora tardaron en cerrarse cuatro simples juegos, justo el mismo tiempo que Nadal tardó en arrancar la maquinaria. En el 3-3, el juego clave de cada manga, quebró y mandó a dormir a su rival. Lo que le quedó simplemente fue una carrera limpia hacia el 6-3.

Tras una hora, cerró el puño y se puso de nuevo el mono de trabajo, había que conseguir la réplica.

Calco en el segundo, aunque mucho más veloz

El segundo acto fue una réplica del primero en lo que a puntuación respecta. En esta ocasión la rotura llegó en el 3-2, pero esto tuvo lugar a causa de que el balear llevaba la voz cantante sacando en primer lugar. Este hecho le ayudó a ostentar una ventaja considerable y arriesgar así en el resto.

Con un ‘Smash‘ cerró la quiebra, y, con poco más, el parcial. El 6-3 imperó, nuevamente en el electrónico, y Rafa tenía gasolina como para endosar diez más. Era un puro espectáculo, una enorme lección de tenis y saber estar unidas de tal forma que incluso parecía que cualquiera podíamos hacerlo.

Nunca nadie será capaz de estar a su altura

Solo se puede narrar, solo se tiene la oportunidad de contar aquello que sucede. Un periodista no alcanza a más que ello. Cualquiera que lo vea en ocasión alguna, sabrá el porqué de ello. Y es que, Nadal solo se puede ver para entenderlo. Por mucho que se cuente, se narre, se describa, se admire, se quiera, no hay forma de explicar qué es este chico.

Muchos profesionales se confían, o, simplemente, se vienen abajo cuando la presión es mayor. Sin embargo, el nuestro no. A sus 31 años, empezó el tercer set rompiendo el saque de un sacador que suele lanzar bombas de más de 200 Km/h. Talento lo llaman algunos. Esfuerzo y calidad lo llama el resto.

Ni siquiera Anderson podía salvar su derrota. Se esmeró en lanzar una serie de aces que no sirvieron para más que para encender a un incorrecto público que coreó ‘Vamos Rafa’ en los momentos menos indicados. Pese a no querer rendirse, el africano dio el todo por el todo en unos últimos instantes en los que perfectamente se podía celebrar el decimosexto. Salvó un punto de partido, teniendo la fortuna de que el manacorí erró cuando menos debía.

Y así, como España entera ama ver, una vez más, un punto más, nuestro estandarte, la persona que mayor historia ha hecho y seguirá haciendo en nuestro deporte, se lanzó al suelo. Lloraba y reía, nosotros radiábamos de felicidad. Otra vez, Rafa, otra vez hacías historia.

Gracias por tanto.

Imagen: La Vanguardia.

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One Response

  1. Perfecto reportaje de cómo un deportista que nos ha acostumbrado a verlo ganar, consigue un nuevo triunfo con buen juego, fuerza y estrategia y hace aún más grande su leyenda.
    Gracias Rafa por dar estos momentos de gloria al deporte español.

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