Opinión

Corazón tan blanco

Hoy me guardo la imparcialidad, me guardo mi traje neutral, hoy dejo de lado mis sueños escondidos, dejo aquella extraña obligación de tener que decir la verdad para contentar al resto. Hoy me pongo mi camiseta, celebro los goles, soy del Madrid, y tengo un corazón blanco.



Entre todas esas obras que merodean por el tema de selectividad de la Narrativa del 70 hasta nuestros días, aparece una especial. Desde el primer día que me tocó repasarla la recuerdo con cariño, la guardo en mí para que salga en el momento adecuado. Llego al momento de hablar de Javier Marías y espero con ansias dejar caer esa obra… ‘Los dominios del lobo, Negra espalda del tiempo, Mañana en la batalla y… Corazón tan blanco‘. Inevitablemente, mi cerebro se va hacia otro lado, se va hacia donde debe irse, se va por completo del repaso, del examen, se va hacia Lisboa, Milán, y, a partir de hoy, hacia Cardiff.

El cerebro es aquella máquina perfecta que, tal y como otro comentario de lengua me enseñó, no puede ser cambiado. Nacemos con él, y él, solo él, decide qué amar y qué no amar. En este caso, el mío, sin saberlo muy bien, eligió un club especial, uno que, pese a que crezca, siempre tendré guardado en mí. Mi cerebro eligió ser de unos valores de sacrificio diarios, de una compostura perfecta y de querer obtener las mayores recompensas habidas y por haber.

Por noches como la de hoy, mi cerebro procesa, se divierte, disfruta. Por noches históricas de este estilo en el que todo parece ir sobre ruedas, el madridismo vive. Noches como esta forman parte de nuestra historia y de la suya, de la historia de aficionados que se reparten por el mundo entero esperando presenciar sus partidos. Noches como esta dejan sin voz a aquel que no tiene, que solo la utiliza para animar a su equipo. Noches como esta son noches para recordar, son noches que nunca se olvidan porque no pueden ser desechadas por nuestro preciado cerebro.

Hoy (y olvido la estética periodística de referirme a ‘el pasado sábado‘), todos somos felices, todos somos el Madrid. Las calles se llenan de personas que saben que lo que ven no podía ser imaginado hace tan solo tres años. Un club de esta categoría necesitaba de gestas de este estilo, de ver a sus jugadores llorar saboreando una victoria, de tener un equipo que aguanta hasta el minuto 75 con 11 pares de piernas tan frescas como al principio de la temporada, de poder presumir de un entrenador que, no solo sacó las telarañas de aquella escuadra de Glasgow con una volea para recordar, sino que también se ha llevado dos Copas de Europa bajo el brazo en 17 meses.

Más que ningún día, esta noche, hoy, mi cerebro me ha guiado, sí, me ha enseñado que debía amar a este equipo una vez más. Sin embargo, de lo que no me cabe ninguna duda es de que detrás de este había algo más, había algo extraño de lo que ya Javier Marías me había hablado, había un enorme ‘Corazón tan blanco‘ que me hacía vibrar con cada tanto del club de mi vida.

Gracias por hacer feliz a tantos millones de personas. Y, sobre todo, gracias por esos valores de perseverancia.

Del Madrid al cielo.

Imagen: Africa Bet World.

Pueden seguirme en Twitter (@neyfranzambrana) o consultar toda la información deportiva en nuestra cuenta oficial: @SextoAnillo. Además, si no disponen de él, también nos encontramos en las plataformas de Facebook (www.facebook.com/sextoanillo/) e Instagram (sextoanillo).



Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *