Opinión

El respeto al equipo y la afición local cuando se celebra algo en estadio ajeno

Una liga vale mucho, porque no se suele ganar todos los años. Y más aún cuando la gana un equipo que suele estar obligado a ello y que en este caso concreto llevaba cuatro años sin conseguirla. Pero el respeto al equipo y a la afición local hay que guardarlo ante todo y especialmente cuando son algunas de las leyendas más importantes de ese equipo las que se están despidiendo de su afición.

En el día de ayer, el Real Madrid se impuso 0-2 al Málaga en La Rosaleda y se alzó con su trigésimo tercer título liguero en su historia después de varias temporadas sin coronarse como campeón de primera división. Fue un justo vencedor de un título al que no se le pueden poner peros y como tal, ha de celebrarse. Sin embargo, dicho título no llegó en el Santiago Bernabéu, sino en un estadio completamente ajeno como es La Rosaleda y por mucho que estuviese más nutrida de madridistas que nunca (alrededor de unos 4.000 o 5.000 madridistas según las estimaciones), La Rosaleda sigue siendo el estadio del Málaga, el Málaga seguía siendo el equipo local y los actos de final de temporada en el césped de la Rosaleda corresponden de manera prioritaria, por tanto, a los malaguistas.

Ayer no era además un día cualquiera para el malaguismo. Los menos entendidos con el equipo de la capital del Costa del Sol pensarían que sí lo era, que ya había cumplido su “objetivo” y que clasificatoriamente hablando ni siquiera podía variar ya su situación independientemente del resultado del mismo gracias a los resultados que se habían dado a lo largo de la tarde, concretamente la victoria del Villarreal en Mestalla y el empate in-extremis de la Real Sociedad en Balaídos, este último además marcado por el canterano malaguista Juanmi como si de algún tipo de justicia poética convenientemente planificada se tratase. El Málaga era undécimo pasase lo que pasase, no bajando así el registro de peor clasificación del Málaga en primera división desde que el club es propiedad de Abdullah ben Nasser Al Thani, pues es el mismo undécimo puesto que se consiguió en su primera temporada al cargo, la 2010/11, y también en la 2013/14, la primera después de la recesión del equipo que llegó a jugar Liga de Campeones.

Demichelis, Duda y Weligton, reunidos en el acto de homenaje previo al partido: Foto Málaga Club de Fútbol

Pero no, ayer no era un día más para el malaguismo a pesar de lo que muchos se podían pensar. Es posible que muchos no lo sepan, pero precisamente desde que Al Thani es propietario y presidente del club, cuando termina el último partido de Liga a disputarse en La Rosaleda (que en las últimas cuatro temporadas, además, ha coincidido que siempre es el del cierre de la Liga, en la jornada 38), el equipo sale al campo a ras de césped y hace una vuelta de honor al estadio despidiendo y agradeciendo a la afición, que normalmente suele corresponder la despedida y agradecimiento. Da igual lo que se haya conseguido, da igual qué objetivo se haya planteado, da igual si parece que no hay nada que celebrar realmente. Ese acto ya se ha convertido en una costumbre y es innegociable. Quién sabe si algún día se da la triste circunstancia de que el equipo descienda, circunstancia que por supuesto no desea nadie, puede que semejante acto se vea interrumpido al carecer de sentido. Pero no ha sido el caso aún.

A este fin de Liga y despedida habitual en el conjunto de Martiricos, se une además el hecho de que ayer se despedían algunas de sus leyendas más importantes de los últimos años, que durante la semana han realizado respectivas ruedas de prensa de manera escalonada y según un estricto orden de militancia en el club por temporadas, de menor a mayor. Primero fue Martín Demichelis, el laureado central argentino que llegó en 2011 a mitad de la primera temporada del club en manos de Al Thani, y bajo la dirección en el banquillo de Manuel Pellegrini, para salvar una situación que se había complicado desde principios de temporada con Jesualdo Ferreira y luego disputar una ilusionante Liga de Campeones hasta su marcha en 2013. Volvió en estos últimos meses con el deseo expreso de retirarse en este club. Después fue Weligton Robson Pena de Oliveira, mariscal indiscutible de la zaga malaguista desde que llegó en segunda división en 2007. El brasileño fue parte del regreso a primera que tuvo lugar al año siguiente y desde entonces, “Weli”, como cariñosamente se le llamaba, ha sido una de las grandes referencias del vestuario y todo un líder en el campo, no importa los centrales que llegasen a la plantilla con la vitola de ser mejores cualitativamente que él. Muchos le recordarán especialmente por sus marcas a grandes jugadores como Lionel Messi.

Y finalmente fue Sergio Paulo Barbosa “Duda”, que llegó al club en 2001 (aunque fue fichado en 1999 y cedido dos años al Cádiz) siendo aún muy joven y salvo una temporada de cesión al Levante (temporada 2002/03) y otras dos en las que fichó por el Sevilla (temporadas 2006/07 y 2007/08) para luego volver, ha vivido prácticamente toda una vida deportiva de blanquiazul. Ello ha llevado a Duda a convertirse en el jugador con más partidos en primera división (314) en la historia del club y también el segundo con más partidos jugados con el club en todas las categorías y competiciones (348, sólo superado por el legendario Miguel Ramos Vargas “Migueli” con 405 encuentros) y todo lo que pueda hablarse de su fina zurda de oro y acierto letal con el balón parado, especialmente los lanzamientos de falta, se queda corto. El portugués, a diferencia del argentino y el brasileño, parece que no se retirará aún de los terrenos de juego y a sus casi 37 años todavía se ve con fuerzas y ganas de seguir. Pero ha sido su despedida como malaguista igualmente, al igual que la de sus dos compañeros que en sus casos también aprovechan para colgar las botas.

Abdullah Al Thani y su hijo Nasser Al Thani, saludando en el centro del campo junto a Duda, Demichelis y Weligton: Foto Málaga Club de Fútbol

He aquí que, al término del partido, los jugadores del Real Madrid, tal y como si estuvieran en su propio estadio o en una final en cualquier estadio neutral donde se garantiza que al menos la mitad de la afición presente en el estadio es la tuya, hicieron del césped de La Rosaleda su coto de caza privado en el que poder deambular libremente como Pedro por su casa y sin tener en cuenta, para nada, lo que estaba protocolado por el club malaguista de cara a sus seguidores. Fueron de aquí para allá, desde el centro del campo donde llegaron a hacer un corrillo, hasta otras partes del estadio y especialmente a aquella donde más seguidores de su equipo se aglutinaban, el de la esquina de la grada de Gol con Tribuna, dado que allí se encuentra la grada visitante de La Rosaleda y por ende el gran núcleo de la afición desplazada del Madrid. Únele a ello algunos seguidores esparcidos en otras partes del estadio, que decidieron congregarse todos en zonas colindantes para  realizar su celebración con los que consideran que son sus jugadores.

Y es entonces cuando llega el problema. Como ya se ha explicado, normalmente el cuerpo técnico y la plantilla de jugadores al completo en el cierre de temporada, a los que se suele unir además el presidente Al Thani y sus hijos cuando estos están presentes en Málaga, como era el caso, realiza una vuelta completa al estadio de manera pausada para que, acercándose de la manera más cercana posible a las diferentes gradas y secciones del estadio, todos los aficionados puedan corresponder la despedida y agradecimiento de los jugadores con los pertinentes aplausos desde sus localidades. En este caso, sin embargo, no pudo ser así, porque los jugadores madridistas estaban haciendo sus propios actos desde el centro del campo hasta la esquina visitante, cubriendo ese ángulo, y ello impedía una vuelta al estadio en condiciones y de manera completa.

Los jugadores malaguistas al principio dudaban sobre qué hacer exactamente ante semejante panorama, y al final optaron por una especie de versión extendida de lo que se suele hacer en los finales de los partidos normales de Liga. Llevando camisetas de agradecimiento a la afición y también conmemorativas de los 10 años consecutivos en primera división (récord de permanencia continuada del club en la máxima categoría en toda su historia), hicieron una despedida en el centro del campo y luego se acercaron a algunas de las zonas a las que sí era posible hacerlo, especialmente a la grada de animación situada en Gol bajo. También lo intentaron con algunas de las otras zonas pero no con el detenimiento que sí hubiese tenido una vuelta completa al estadio por las zonas copadas por los madridistas, que seguían a lo suyo y como si fuesen los únicos que estaban allí. Algunos aficionados malaguistas pudieron tener la suerte de despedir a sus ídolos, incluyendo la emotividad de hacerlo a los que se despedían del club. Otros, en cambio, no tuvieron tanta suerte por su ubicación, porque en su lugar no estaban sus jugadores sino que en cambio había otros ajenos de un club que ni les va ni le viene, celebrando algo que en clave malaguista significa poco o nada. Toda una contrariedad para el aficionado local que tuviera la desdicha de estar ubicado habitualmente en una de estas zonas afectadas.

Duda se despide de la grada de animación ubicada en Gol bajo, ante la mirada de Al Thani: Foto Málaga Club de Fútbol

Se daba además la circunstancia añadida de que, por un fallo de tipo electrónico del Málaga en la campaña de abonos del próximo curso y que lleva ya cerca de dos semanas en marcha, todo aquel que había renovado ya su carnet para la nueva temporada 2017/18, tenía privado su acceso al estadio en este último partido de la 2016/17. Ello ocasionó numerosas contrariedades y complicaciones en los accesos del estadio, que dificultaron la entrada al recinto tanto a los afectados por el fallo (algunos tuvieron que reclamar entradas en taquillas para poder entrar y otros en cambio fueron instados por el personal del club a que simplemente saltasen el torno) como a los que no,  dado que se  formaron numerosas colas que no suelen ser habituales ni siquiera en un partido de estas características. Como consecuencia, el acto de homenaje pre-partido que estaba planeado para los tres jugadores que se despedían del club, fue eludido por buena parte de la afición que por este inconveniente aún no había podido acceder al estadio cuando dichos jugadores saltaron al césped. Y es bastante posible que otra buena parte de esa afición se viera también afectada por el asunto del final con los jugadores del Madrid haciendo suyo el estadio, no pudiendo efectuar el correspondiente homenaje y despedida a los jugadores por ende ni en el pre-partido ni en el post-partido.

No cabe duda de que la mayor culpa de todo este desaguisado la tuvo la organización del club de La Rosaleda, evidenciando una clara falta de planificación. Desde luego, con el incidente pre-partido con los abonos invalidados está claro que lo tuvo. Y en el post-partido, con los jugadores del Madrid descontrolados y con los del Málaga mirándoles con cara de tontos, es bastante posible que también. No creo que hubiese supuesto demasiado ajetreo el hablar con la delegación y plantilla del club madrileño y explicarles todo lo que estaba planeado de manera protocolaria a modo de cierre de curso y despedida de los jugadores, especialmente de los que se marchaban. No hubiese costado nada que los jugadores visitantes aguardasen a que los malaguistas efectuaran los actos designados y luego, cuando hubiera vía libre, saliesen ellos a celebrar lo que quisieran y el tiempo que vieran conveniente. Lo del Málaga era algo que, a fin de cuentas, se sabía que se iba a llevar a cabo sí o sí, a diferencia del caso del Madrid cuya celebración podría haberse truncado si se hubiesen dado los condicionantes para ello.

Sandro y Keko, entre otros jugadores malaguistas, saludan a la afición en el centro del campo. Los jugadores madridistas celebran a lo lejos: Foto Málaga Club de Fútbol

Pero está claro que esa planificación y conversación con los responsables madridistas, o no se llegó a hacer, o el equipo de la capital de España hizo caso omiso a ello. En este caso, también sería de recibo apuntar que un club que se jacta de grande y señorial como es este, debería de guardar un cierto respeto y compostura por el que, por mucho aficionado blanco que pudiera haber en el estadio (en ningún caso mayoría como se ha llegado a apuntar de manera claramente exagerada), seguía siendo al fin y al cabo el equipo local, en su estadio, y por tanto el que tiene uso prioritario del mismo. Claramente se pasaron todo eso por el arco del triunfo, nunca mejor dicho, y al final la consecuencia fue que el acto de cierre de temporada del Málaga y despedida de algunos de sus jugadores más queridos y recordados se vio totalmente emborronado por ello. La mancha está ahí, es algo que ya no tiene remedio alguno, pero esperemos que para la próxima ocasión que se vuelva a dar, las partes implicadas tengan en cuenta lo que ocurrió ayer y hagan todo lo posible porque no vuelva a repetirse semejante imagen de falta de respeto.

Foto Destacada: Málaga Club de Fútbol

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