La violencia volvió a ganar su partido contra el fútbol uruguayo y sigue ampliando su margen en el historial ante el mismo. Un historial del que, en realidad, ya se ha perdido la cuenta. El partido que enfrentaba al Club Nacional de Football ante el Club Atlético River Plate en el Parque Central tuvo que suspenderse porque un delincuente, acompañado por otros dos, agredió a un funcionario del personal de recaudación en los accesos de la tribuna Atilio García.
La suspensión dejó sin fútbol a miles de hinchas de verdad de ambos equipos que se acercaron en una noche calurosa para ver al club de sus amores. Me gusta dejar claro lo de “de verdad”. Si, de verdad, porque una persona que se acerca a un estadio para cometer una agresión, no es un hincha, es un delincuente. A diferencia de los medios convencionales uruguayos, en ningún momento hice ni pretendo hacer referencia a este delincuente como “hincha de Nacional” porque, como dije anteriormente, no es un hincha, independientemente de que llevara la camiseta, los colores o cualquier tipo de distintivo del club. Estos señores son criminales que utilizan la camiseta de un equipo para justificar o encubrir esa condición. ¿Por qué el énfasis en esta diferencia? Porque hablar de hinchas de Nacional o de Peñarol para designar a este tipo de persona es poner en la misma bolsa a miles de personas que nada tienen que ver con todo esto y que sufren también cuando ocurren estas cosas.
Como no podía ser de otra manera, las redes sociales y medios de comunicación estallaron y se hizo referencia principalmente al encuentro clásico entre el Club Atlético Peñarol y el Club Nacional de Football del pasado 27 de noviembre de 2016, el cual se suspendió luego de que delincuentes con la camiseta de Peñarol agredieran a personal de recaudación y policías en la puerta de la tribuna Ámsterdam en el Estadio Centenario. Luego de esa suspensión, le dieron los 3 puntos a Nacional y sancionaron a Peñarol con 2 partidos a puertas cerradas. Existe un debate en torno a la quita o no de los puntos a Nacional pero a juzgar por el Código Disciplinario del fútbol uruguayo en su inciso 5.9 numeral 3, que dice que si un partido se suspende antes de su inicio el club responsable perderá los puntos en favor de su rival y teniendo en cuenta lo ocurrido en el clásico, lo normal sería proceder con la quita de puntos ya que ante la ley (código disciplinario) se da la misma situación. Es lo correcto y lo “justo”, aunque de justo tenga poco.
No es justo que Nacional pierda los puntos, así como no fue justo que los perdiera Peñarol en su momento. El trabajo de los jugadores en la semana, la ilusión de los hinchas por ver a su equipo y la continuidad de un espectáculo deportivo no pueden estar sujetos al accionar de 1, 3 o 50 delincuentes pero lamentablemente es lo que ocurre. Hay que marcar de todas formas las diferencias entre lo ocurrido en el clásico y lo ocurrido este domingo 26 de febrero de 2017, en el clásico había una cantidad importante de criminales dentro de la tribuna Ámsterdam por lo que desalojar la misma para darle continuidad al partido era muy arriesgado ya que los destrozos y agresiones continuarían afuera. Lo ocurrido ese domingo estaba planificado y organizado por estas personas que querían llevarlo incluso a más. Lo de este domingo fue un caso puntual de unas 3 personas que fueron detenidas inmediatamente por lo que no era algo tan descabellado pensar en una posible continuidad del encuentro, que al final no se dio.
¿Debe jugar Nacional sus próximos partidos sin público? No, no me parece una medida que sirva o que sume en este caso. La situación del clásico por la que fue sancionado Peñarol si me parece más grave por lo antes comentado, entonces la suspensión lo que hizo fue cortar de raíz los problemas hasta el inicio del actual torneo, ya que faltaban 2 partidos para finalizar el Uruguayo Especial 2016. Sigo creyendo que fue injusto dejar a tantos miles de personas de bien sin poder ver a su equipo pero la situación puntual lo ameritaba. En el caso de este domingo, si por 3 delincuentes, 25.000 personas se quedan sin ver a su equipo, es imposible tomar como buena la medida. Si la gente de bien, las familias, dejan de ir a la cancha, ganan ellos, los criminales. A ellos hay que buscarlos, identificarlos y llevarlos presos. La gente de bien no puede ser rehén de las malas personas. Que esas malas personas sean rehenes de sus propios malos actos, sea enviándolos presos o suspendiéndolos de por vida de los escenarios deportivos del país pero no podemos perjudicar a todos los buenos por unos pocos malos.
Ahora hay que ir al verdadero tema que es el de la delincuencia. ¿Por qué toqué el tema de los puntos y la suspensión entonces? Porque es importante el contexto y mostrar la preocupación que existe en parciales de los distintos equipos por la quita o no de puntos, al igual que por la misma directiva de Nacional que hará lo posible para que no se los quiten. Preocupación que no comparto para nada. No porque me parezca mal que cada uno pelee por sus cosas sino porque este problema de la delincuencia no es de cada uno sino que es de todos. Si, de todos los equipos del campeonato. El sábado en el encuentro entre Wanderers y Peñarol, un criminal identificado con el equipo Bohemio lanzó una piedra a Gastón Rodríguez, jugador de Peñarol, cuando fue a lanzar un córner. El pasado campeonato, ocurrió lo que ya mencioné anteriormente en el clásico, al igual que otro incidente donde se disparó un arma de fuego en la tribuna Ámsterdam de Peñarol en un partido ante Rampla Juniors, que también debió ser suspendido y el conjunto Carbonero perdió los puntos. Como estos incidentes que han tenido más repercusión, tantos otros que comienzan y no llegan a mayores, por suerte. Cada fin de semana se roba a alguien en el estadio, delincuentes se enfrentan con la policía, hay avalanchas en los accesos al estadio, se roban puestos de venta de bebidas o comida y esto ocurre en todos los campos. El domingo los delincuentes con distintivos de Nacional, el Sábado con distintivos de Wanderers, el pasado campeonato, con los de Peñarol.
Invito a los encargados del ministerio del Interior a trabajar, a buscar soluciones y velar por la seguridad, en el fútbol y en general. Hay que ser claro en este tema, como dice un popular refrán “la culpa no es del chancho sino de quien le rasca el lomo” y aplica perfectamente a la situación del ministerio del Interior, que se ve desbordado ante la delincuencia que golpea al país en general, es incapaz de dar respuestas, se muestra pasivo ante los delitos del día a día y hasta por momentos promueve la violencia con declaraciones poco serias y datos maquillados. Lo que vemos en las canchas cada fin de semana es el fiel reflejo del Uruguay de hoy, pero como el día a día no va televisado, no repercute de la misma forma. No todo es culpa de los clubes o de las personas ya que, si el organismo encargado de brindarles seguridad a los uruguayos, no se la puede garantizar, la cosa viene realmente mal.
Lo que uno busca a través de estas líneas, además de la invitación al ministerio, es hacer un llamado a la gente del fútbol, un llamado a los directivos, hinchas de bien y profesionales a no discutir sobre este tema, a no discutir con la camiseta puesta y tomar una posición a favor de Peñarol y contra Nacional o viceversa, por ejemplo. No es un tema de puntos o de partidos a puertas cerradas. No, acá hay solo una posición, es la que tenemos que tomar todos por igual y es la posición a favor del fútbol y contra la delincuencia que sigue destrozando al deporte uruguayo. No existen los “hinchas violentos”, los violentos no son hinchas. En momentos así es cuando los clubes tienen que hacer su parte, dejar las diferencias deportivas y la rivalidad de lado por un bien común, ese bien común se llama, en este caso puntual, fútbol y significa la ilusión del hincha de bien cada fin de semana, el desahogo luego de una semana de trabajo, el festejo del gol y el abrazo con la familia o los amigos en la tribuna, eso, señores, no se negocia.
Foto: Ariel Colmegna
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