Por fin llegó el día. Este sábado Kevin Durant regresaba a la que fue su casa durante ocho años (nueve si tenemos en cuenta su año rookie en Seattle), y no precisamente le estaban esperando con una fiesta de bienvenida. Cierto que había “pasteles”, camisetas con el logo de un cup cake abundaban el Chesapeake Energy Arena, pero lo hacían recordando la primera foto que posteó Russell Westbrook el pasado 4 de julio, día en el que Durant anunció su fichaje por Golden State Warriors.
El encuentro no tuvo mayor historia en lo puramente baloncestístico. Los de la bahía demostraron por tercera vez en el curso que son infinitamente superiores a los actuales Thunder, a quienes tuvieron a su merced todo el partido más allá de unos minutos iniciales en los que abundó el caos en la pista. A día de hoy, OKC para Golden State es lo mismo que un juguete en las manos de un niño. Así de simple. Por mucho que se empeñe Westbrook en demostrar lo contario esta es una guerra que su equipo tiene pérdida desde antes de comenzar, por lo que se equivoca en avivar la llama de la venganza.
Tras esos primeros instantes en los que los visitantes aceptaron el reto de jugar un correcalles sin mucho sentido, Stephen Curry tomó el mando del partido y le puso cordura al mismo. Ahí empezaron a aparecer los Warriors que todos conocemos, esos que machacan a su rival en menos de lo que canta un gallo. Terminaron el primero cuarto con un parcial de 12-2 que les dejaba ya seis puntos por encima, con el pequeño de los Splash Brothers ejerciendo director de orquesta, en la función de base creador que pocas veces le vemos. Seis asistencias durante este primer envite, acompañadas de nueve puntos y sobretodo de un juego espectacular.
Turno para los secundarios, y aquí es donde no hay color entre un equipo y otro. Más allá de la aportación en puntos que puedan dar los suplentes de Warriors, consiguen que el nivel de juego no decaiga. Durante estos minutos vimos la versión de un Shaun Livingston que lucha por ser la de mejor base suplente de la liga. La ventaja en el marcador se fue incrementando paulatinamente hasta llegar a los dieciocho puntos con los que nos fuimos al descanso.
En ese momento el duelo ya estaba sentenciado, y solo nos quedaba por ver hasta donde sería capaz de llegar Westbrook en su cruzada contra Durant. Hasta el final de la primera mitad la estrella de Oklahoma había completado una actuación muy pobre por culpa de su sobreexcitación, y poco o nada cambió con el regreso de los protagonistas a la cancha. Cierto que los locales se “acercaron” en un par de ocasiones en el marcador, y con acercarse me refiero a bajar la distancia en el luminoso al rango de los quince puntos, pero jamás lograron que peligrara la victoria de Golden State.
Eso sí, estos arreones sirvieron para que el público que abarrotaba las gradas estuviera enganchado al partido hasta el final, además de dejar varias imágenes para el recuerdo. Una de ellas fue el enfrentamiento entre Durant y Andre Roberson, quienes llegaron a encararse tras una dura falta de este último. Otra fue el salto entre dos con Durant y Westbrook como protagonistas, donde OKC terminaría haciéndose con la posesión para delirio de sus seguidores. Pero sobretodo el partido nos regaló un intercambio de palabras entre estos dos ex compañeros que jamás volverán a ser amigos. Durante el intento de remontada de Thunder y mientras se iban al banquillo en un tiempo muerto, Russell mira desafiante a Durant y le dice “I’m coming”, y este le contesta con un “you’re losing”. Tremendo. Para eso vinimos a ver este partido. El haber trasnochado había merecido la pena.
De aquí al final unos minutos en los que Westbrook inflaría sus estadísticas como todas las noches, sin que sirviera da nada a su equipo. Oklahoma va a entrar en playoffs, pero lleva tiempo jugando a nada, y más allá de que le pueda faltar algún otro jugador punta para poder competir con los gigantes de la competición, si Westbrook decidiera involucrar más a sus compañeros, a buen seguro que lograrían ser un conjunto más duro de lo que son a día de hoy. El base terminaría con 47 puntos, muy cerca de otro triple-doble, pero con 11 pérdidas (récord personal) que son el total que sumaría todo el equipo californiano.
Hay una última jugada que fue maravillosa, y que sirvió para que Durant se regodease y silenciara a todo el Chesapeake, incluido Westbrook. En una transición ofensiva, el alero queda emparejado con el base de OKC en el poste bajo, pero decide salir a los ocho metros para recibir el balón y tirarse un triple kilométrico en la cara de su ahora archienemigo. El balón como no, para hacer de este encuentro una narrativa completa, entra limpiamente por el aro y Durantula tira una mirada desafiante al banquillo de su ex equipo, mientras se va a su banca cual traidor que se sabe victorioso. Magnífico.
Los Thunder tendrán una segunda reválida dentro de poco más de un mes, pero deben tratar de olvidar a Durant cuanto antes y centrarse en la nueva etapa que están afrontando, pero sobretodo es Westbrook el que debe olvidarle y tratar de hacer a su equipo mejor. Los Warriors hasta entonces seguirán cosechando victorias con miras puestas ya en playoffs, con la tranquilidad de que Durant, Curry y compañía siguen siendo los dueños absolutos del lejano Oeste.
Ficha técnica:
130 – Golden State Warriors – Green (6), Durant (34), McGee (16), Curry (26), Thompson (26) – quinteto inicial – Iguodala (8), Livingston (6), Looney (4), McAdoo (4)
114 – Oklahoma City Thunder – Roberson (6), Sabonis (9), Adams (13), Westbrook (47), Oladipo (20) – quinteto inicial – Grant (8), Morrow (5), Lauvergne (4), Abrines (2)
Pabellón – Chesapeake Energy Arena, Oklahoma City, Oklahoma
Asistencia – 18.203 espectadores
Árbitros – Marc Davis, Eric Dalen, Bennie Adams
En el resto de partidos de la noche jugados hasta el momento se dieron los siguientes resultados:
BOS 112 – 104 UTA / LAC 107 – 100 CHA / MIL 116 – 100 IND / MIA 109 – 117 PHI / 109 DEN – 125 CLE / PHX 102 – 133 HOU / ORL 80 – 112 DAL
Foto destacada vía: El Mundo
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