Análisis Opinión

Trabajo colectivo como esencia para el triunfo

En estos días recibimos la noticia de que Toni Otero, vinculado a la cantera del Celta durante varias temporadas, primero como entrenador y después como Director de la misma y tras un paso fulgurante por el C.D. Lugo, pasaba a formar parte del equipo de captación del F.C.Barcelona. Esto es una señal más de lo bien que se hacen las cosas en Galicia, lo cuál es gratificante para todos.


Al hilo de la noticia, se acompaña que gente como Hugo Mallo, Denis, Jonny o Rodrigo Machado eran un éxito «prácticamente» sólo suyo.

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Canteranos celestes. Faro de Vigo

No me gusta nada que en demasiadas ocasiones se personalice en una sola persona, sea quien sea, un trabajo que es compartido por mucha gente en la evolución de un futbolista a lo largo de un buen puñado de temporadas.

Hace no tanto tiempo, en el Celta hubo una figura decisiva y siempre poco ponderada de la que no se oye hablar mucho y de la que tampoco recuerdo que los que vinieron después nombraran ni respetaran. Ese no es otro que  Javier Maté Berzal que con, su inseparable, Rafa Saez Aboal fueron los grandes impulsores y artífices de lo que vino después trabajando en circunstancias muy, muy difíciles.

Voy a poner un ejemplo ilustrativo. Solo en el caso de Jonny Castro Otto, Maté lo llevó a su casa en el barrio vigués de Matamá después de entrenar,durante al menos cuatro años. Y no lo dejaba en la puerta con el coche, si no que lo acompañaba unos 80 metros caminando desde donde quedaba el vehículo día tras día.

Tras Javi Maté pasaron muy rápido Ramon Martínez y el Chuti Molina pero además en esa época, y después, entrenadores muy profesionales, menos mediáticos y más o menos conocidos, que siempre han tenido palabras de agradecimiento y cariño para lo que ellos llaman «casa Celta», trabajaron hasta la saciedad por ayudar al crecimiento de todos los chicos que llegaron a la élite desde A Madroa.

También seleccionadores comarcales. Primero, principalmente de la mano de José Manuel Alonso y de Cameselle, los que primero escudriñaron Vigo y sus equipos. Los seleccionadores territoriales después, y por supuesto los nacionales que los pusieron en valor y en un escaparate que hizo que se fuesen revalorizando más y más, por supuesto demostrando su valía y sus enormes condiciones.

Y si aún así y con todo hubiese que poner en una balanza los que salieron adelante también habría que preguntarles en el otro brazo de la misma qué piensan las decenas de chicos que dejaron el Val Miñor, Areosa, Rápido de Bouzas, Colegio Hogar, Porriño, etc, después de dejar a sus equipos de siempre, para jugar unos pocos minutos y  «quemar» en cierto modo la ilusión por el deporte que practicaron desde bien pequeños.

Por tanto, debemos de estar siempre orgullos de que los chicos de nuestra Comunidad triunfen en su casa o donde apuesten por ellos, pero hay que ser respetuosos con todos aquellos que trabajan para que esto sea así y reconocer toda la aportación de quién en mayor o menor medida ayuda o ayudó en un momento dado.

No hay mayor satisfacción para cualquiera que haya formado parte de estos procesos, que ver a un chic@ en lo más alto. De ahí a querer hacer creer que ese mérito es individual, media un abismo.

Por Luis Menotti

Foto vía La Voz De Galicia

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