Andy Murray se ha alzado con la medalla de oro en estos juegos olímpicos. Lo ha hecho tras tumbar (7-5, 4-6, 6-3 y 7-5) a un Del Potro que ha presentado mucha más batalla de la prevista tras el largo partido que disputó en la jornada de ayer. Quien lo diría.
Los primeros compases del partido no daban lugar a imaginar lo que realmente ocurría después. El británico parecía mucho más entero, sometiendo a su rival a largos intercambios que le impidieran golpear en estático. Sufría Del Potro y a las primeras de cambio fue Murray el que atrapó el primer break. Nada de eso. El tandilense no iba a conformarse y rápidamente recuperó la desventaja. Entraron entonces en una espiral de errores que no beneficiaría a ninguno pero en la que el escocés se sabe mover mejor. El marcador reflejaba el empate a cinco en el marcador pero iba a ser Murray el que aprovechara un mal juego al saque del argentino para apuntarse el primer parcial.
No había sido superior pero imponía ese rebufo de campeón que lleva labrándose toda la temporada. Sin embargo, Del Potro no había dicho su última palabra. Ajustaba su servicio y mostraba su faceta más agresiva, evitando el revés y buscando ventajas con su derecha. Un break tempranero que pudo mantener durante todo el segundo asalto para poner la igualada en el marcador y meter miedo a su rival.
El partido se alargaba y, evidentemente, favorecería a un Murray que llegó hasta aquí con menor desgaste físico y emocional. Su depósito estaba mucho más lleno y sólo tenía que buscar algún hueco por el que adentrarse. Lo encontró en el sexto juego y lo cerró en el octavo con un doble break que le volvía a adelantar.
Del Potro ya era todo corazón. Las piernas no respondían. Sólo quedaba ver si la inspiración se presentaba sobre su raqueta. Y casi lo consigue. Tras una serie de roturas para cada lado, el albiceleste tenía servicio para llevar a Murray a un quinto set. Desaprovechó la oportunidad y el de Dunblane olió la sangre. Sabía que su rival estaba a merced, ya no podía más.
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El oro no iba a cambiar de dueño. Paternidad, campeón en el templo del tenis y metal dorado en Río de Janeiro. Haciendo historia, porque nunca nadie había conseguido repetir en el máximo cajón de unos Juegos Olímpicos.
Imagen: @josemorgado
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