Pasaron varios años desde su irrupción en el primer plano del circuito, 12 títulos, un oro olímpico en dobles mixto y un par de finales perdidas de ATP Masters 1000 (una de ellas, precisamente, en este torneo). Muchos lo subestimaron y llegaron a dudar que pudiera ganar un título grande pero, finalmente, pasó. Andrey Rublev se consagró campeón del Rolex Monte-Carlo Masters y logró su primer “Big Title”, tras una notable semana que culminó con una memorable remontada al prodigio danés, Holger Rune.
En la primera final en la historia del torneo donde ambos contendientes tuvieron que sobreponerse a un set de desventaja en las semis, acabaría ocurriendo algo similar. El partido empezó disputado, con ambos jugadores levantando puntos de quiebre al principio, hasta que llegó el primer break por parte de Rune para sacar 4-2. En medio de tanta paridad, el nórdico golpeó primero, pero el ruso no se quedó atrás y quebró de vuelta.
A partir de ahí, Rublev fue el que dio mejores sensaciones y tuvo la chance de quebrar de vuelta y eventualmente servir para set, mas no la pudo concretar. En su lugar, el partido siguió ajustado y, cuando el moscovita tenía que mantener el saque para ir a tiebreak, cedió, perdiendo el 1er parcial (5-7).
Similar a lo hecho ayer contra Fritz, Andrey no bajó los brazos y fue con todo para ganar la 2da manga. Ahí, se puso rápidamente 2-0 arriba y tuvo un par de puntos para volver a quebrar y ponerse 3-0. No lo logró. De hecho, parecía que el envión que llevaba se estaba disipando, y para muestra el haber pasado de esa situación favorable a un frustrante 2-2 tras perder su juego de saque. ¿Cómo reaccionó al respecto? Ganando los siguientes 4 games y emparejando el encuentro (6-2).
Una vez llegados al set decisivo, el inicio no pudo ser más distinto al final del anterior, con un Rune que salió a romper el partido y, no solo se adelantó 3-0, sino que, luego de ahogar un par de break points y ponerse 4-1, dispuso de una oportunidad dorada para ponerse 5-1 y sacar para campeonato. Y justo ahí fue cuanto todo cambió.
Rublev, que tenía bien fresco el recuerdo de su cruce con Holger en la 4R del Australian Open, donde remontó un 5to set tan adverso como este 3ero, tuvo la sangre fría para salvar ese BP en contra y aprovechar el momento de duda de su oponente para igualar el quiebre de diferencia y certificarlo con su servicio para ponerse 4-4.
De esta forma, llegamos al punto crítico de la final, donde ambos jugadores mantuvieron su servicio sin ceder puntos, antes de que, sacando Rune con 5-5, se diera el momento que definió el campeonato. Rublev, que estuvo set abajo, acababa de recuperar un quiebre de desventaja en el parcial decisivo y nunca había estado arriba en el marcador, tuvo ante sí su oportunidad de dar el golpe, y así lo hizo con un break letal, antes de cerrar sólidamente con su saque el partido más importante de su vida (5-7, 6-2, 7-5).
Para culminar este artículo, cabe hacer una breve reflexión. Andrey es un jugador que destacó desde junior y tuvo un gran ascenso en el último lustro, lleva más de 2 años casi ininterrumpidos en el top 10, había ganado varios torneos y, a pesar de lo cuestionado que ha sido por no ganar un título grande hasta ahora, consiguió finalmente cumplir ese objetivo y saldar esa cuenta pendiente. Pero lo que hace especial a este jugador no es solo eso, sino su resiliencia en el camino y la humildad que siempre ha tenido a lo largo del mismo, razón por la cual todo el mundo del tenis ha celebrado la consagración de alguien que, más allá de ser un gran tenista, ha demostrado ser una gran persona, y hoy, tras tanto esperar, al final, tuvo recompensa.
Andrey Rublev con el trofeo de campeón del Rolex Monte-Carlo Masters.
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