Análisis Fútbol Opinión

La identidad perdida de Barcelona (parte 2): humanos y blaugranas

¿Qué transmite hoy Barcelona al jugar? ¿Cuál es su espíritu? ¿Dónde está su identidad? Es difícil encontrarla, sobre todo en un elenco que no cuenta con los referentes de antaño.

Por lo mismo la caída de los culé ha sido progresiva, la debacle no comenzó con la salida de Messi, se acrecentó. ¿Tal vez haya sido por la falta de Xavi e Iniesta en el campo? ¿Comenzó con la transferencia de Neymar en su mejor momento cuando la prensa especializada lo nombraba casi el “heredero de Messi”? Probablemente viene de mucho más atrás.

Las últimas grandes glorias de Barcelona son casi coincidentes con la baja de Carles Puyol, el histórico defensa central y campeón del mundo que, como se dice popularmente “ponía la cara donde otros temían poner el pie”. Era un capitán, de hecho, era EL CAPITÁN. Definitivamente ese zaguero de cabello largo es la imagen que muchos fanáticos deben tener asociada a esa palabra.

Puyol ofrecía buen fútbol al igual que todos los demás, es cierto, pero también era quien defendía el escudo como ningún otro. Simbolizaba el amor puro a la insignia azulgrana, y lo demostraba a plenitud dentro de la cancha.

Con su pérdida de protagonismo en el tramo final de su carrera empezaron algunas de las estrepitosas caídas que se harían una triste costumbre para el Barcelona en los años venideros (ninguna tan trágica como el 8-2 ante Bayern que acabaría sentenciando la crisis). Ya desde ahí le faltaba “algo” al Barcelona, y no era solo solidez defensiva.

No pasó mucho tiempo hasta que llegó el turno de Xavi para afrontar el proceso de retiro, y aunque Rakitic estuvo a la altura en sus primeros años, y de hecho, no es descabellado decir que fue uno de los mejores jugadores blaugranas en la última Champions conquistada por el club a la altura de la MSN, ese “algo” seguía esfumándose.

Nuevos líderes: un breve renacer sin Tiki Taka

Además del croata y la incorporación de Ter Stegen, para la 2014-2015 se sumaron nuevos rostros desde Sudamérica. Neymar ya había abordado y llegó el turno de dos leyendas latinas: el eterno goleador Luis Suárez y el determinante Claudio Bravo.

Con Luis Enrique a la cabeza, Barcelona empezó a remontar, pero con un sello distinto. Sí, tenía matices del toque que caracterizaba a los blaugranas, pero había mucho más trabajo en las transiciones, en un fútbol de ruptura donde los culé explotaban muchísimo por las orillas, aprovechando la exquisita habilidad de los delanteros sudamericanos Lionel Messi y Neymar, además de la letalidad de Luis Suárez. Un tridente que se compenetró a la perfección y que se alimentaba de un magnífico mediocampo y grandes laterales, pero que se centraba principalmente en la capacidad de romper de sus atacantes. El “tiki taka” iba quedando atrás.

Pero dejando ese juego tan característico de lado, curiosamente llegó la mejor temporada de los culé en los últimos años, ganando todo lo que se cruzaron en frente, incluida la Champions y una épica revancha contra el Bayern Múnich que les había anotado un 7-0 global en la Champions League 2012-2013.

Más allá de la calidad individual de sus futbolistas, una diferencia fundamental se escribió en los nuevos liderazgos que fueron surgiendo dentro del club. Lionel Messi y Neymar eran definitivamente protagonistas futbolísticos, pero eran complementados por otro tipo de líderes en diversos aspectos, además de Andrés Iniesta, como Javier Mascherano, Claudio Bravo o el mítico Dani Alves.

De hecho, la mayor solidez defensiva de Barcelona en los últimos años debe ser esa campaña en que Ter Stegen alternaba su titularidad con el chileno. Ambos se inspiraban mutuamente y competían por superar al otro para alzarse como el 1 definitivo de los catalanes.

Pero ¿Cómo rivalizaba Claudio Bravo con la gran agilidad y reflejos del alemán? Sin desmerecer las condiciones técnicas del arquero sudamericano, que en su momento definitivamente le permitían competir de igual a igual con casi cualquier portero del mundo, sobre todo en lo que respecta al juego con los pies tan fundamental en la idea azulgrana, sus mayores virtudes residían en otras capacidades: su voz de mando y liderazgo.

Bravo ordenaba la defensa, los guiaba e inspiraba, transformándose en el mejor portero de España, pero más importante aún, siendo una pieza clave para que Barcelona fuera la mejor defensiva de La Liga y tal vez del mundo.

También podríamos llenar de halagos a Javier Mascherano y el increíble corazón que dejaba en cada jugada y la experiencia del legendario Dani Alves, un lateral perfecto. La fusión de todos estos aspectos, no solo técnicos, sino mentales, trasladaban a que explotara al máximo el potencial de un elenco que alineaba verdaderos astros futbolísticos.

Sin embargo, eventualmente Mascherano, Alves y Bravo dejarían el club. Otros grandes llegarían y Ter Stegen se consagraría, pero la defensa culé notaría prontamente que la excelencia de estos jugadores no radicaba solo en su técnica, sino en su forma, su mentalidad, su voz.

Esta es la segunda parte de la columna de opinión “La identidad perdida de Barcelona”.

 

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