Ciclismo Clasicas Opinión

El Monumento es Van der Poel

By Pablo Pastor-Cazaetapas

Hay gente que tiene un aura especial, en el deporte y fuera de él, gente que nos impacta por sus actos y por su forma de ser. Mathieu Van der Poel, en el mundo del ciclismo, es uno de ellos. El debate de añadir un sexto Monumento a los cinco existentes, es habitual desde hace unos años. Afortunadamente, no hay que irse muy lejos: el Monumento es Van der Poel.

Su fatídica caída en la prueba de MTB, en los JJOO de Tokyo, aún permanece en la retina. A pesar de ello, venció en la Antwerp Port Epic e hizo pódium en la histórica última edición de la París-Roubaix. Pero Mathieu es humano, su espalda se resintió. Y de qué manera: su temporada de Ciclo Cross se desvaneció, mientras él no pensaba en otra que en volver a dar pedaladas.

La temporada 2022 se inició con la ilusión de disfrutar de todas las estrellas de la constelación ciclismo. Enero, febrero y medio mes de marzo pasaron con grandes carreras, incluyendo la Strade Bianche que precisamente tuvo a Van der Poel como vencedor en 2021. Aun así, faltaba algo, faltaba el agitador por antonomasia de cada carrera.

Su regreso se produjo en un Monumento, una Milán-San Remo que su equipo vendió como un entrenamiento por falta de corredores. El “entrenamiento” fue la 3ª posición por delante de nombres como Tadej Pogacar o Wout Van Aert. Toda una declaración de intenciones.

Únicamente 6 días después, llegó su triunfo en la 4ª etapa de la Coppi y Bartali. La maquinaria estaba perfectamente engrasada, tal y como demostró ganando en A través de Flandes, la carrera previa a la competición más importante para un belga: el Tour de Flandes, el segundo monumento del año. Una carrera que tenía entre ceja y ceja, al haber quedado 2º en la edición anterior, siendo vencido en un largo sprint por Kasper Asgreen.

En De Ronde se presentó como el máximo favorito, debido a la baja por Covid de Wout Van Aert, con tan solo 7 días de competición. No fue un día de grandes exhibiciones, sinó que se limitó a seguir la rueda del esloveno Tadej Pogacar. La siguió hasta que se quedaron los dos en un mano a mano de infarto, como el que casi provocó el doble ganador del Tour de Francia en el Patterberg, a 13 kilómetros de meta. Aumentó el ritmo y Mathieu cedió dos metros, distancia que recuperó con un par de terribles zapatazos.

En el kilómetro final se hizo gigante, mirando al esloveno con una tranquilidad pasmosa. Midiendo las distancias como si no tuviera a Madouas y Van Baarle a escasos metros. No le importó: aceleró cuando quiso y ganó sobradísimo a sus rivales. Segundo Tour de Flandes para el ciclista del Alpecin-Fenix y segundo Monumento. Van der Poel ha vuelto, para quedarse.

 

Foto vía: Ciclismo a fondo

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