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El día que Messi lloró

Ha pasado ya un tiempo de un día inolvidable para la memoria del fútbol, un hito que ha zanjado el devenir temporal de un deporte, generando como consecuencia, la percepción de la irrupción de un acontecimiento, que servirá de referencia para identificar un antes y un después. Han pasado ya unos días de -parafraseando la famosa novela de Irvin Yalom: “el día que Messi lloró”.

Las lágrimas de Messi no son solo el toque de una foto retratada por periodistas de todo el mundo, o la frutilla del postre de una histórica escena en el mercado de pases del fútbol, sino que encierran en sí muchas enseñanzas.

Zambullámonos entonces en esas lágrimas, adentrándonos, en algunos de los posibles mensajes que se esconden como tesoros en esas gotas, que significan mucho más que una reacción biológica o psicofísica; ya que son un trampolín a lo más profundo del ser y del corazón del crack argentino. Desde el respetuoso aporte de la Psicología aplicada al deporte, a continuación, algunas ideas para reflexionar.

1.DEPORTE E IDENTIDAD:

En su célebre obra “Ética”, Spinoza propone que en toda vida habita una tendencia fundamental: aquella que orienta todo ser, a preservar en el ser. El psicoanalista Juan David Nasio, nos ayuda a comprender que, la propuesta del filósofo, es que todo ser, por el sólo hecho de existir, tiende a continuar existiendo y se esforzará por todos los medios posibles para preservar su ser. La posibilidad de esta conservación, estará dada, ante todo por la repetición:

“¿Qué significa <<preservar en su ser>>, sino repetirse y, repitiéndose, conservar su unidad de individuo, florecer -es decir, existir lo más posible-, y afirmar la propia identidad a lo largo del tiempo?” (Nasio, 2013 p. 30)

Así mismo, es esta repetición -propondrá Nasio-, aquella que es capaz de producir tres efectos beneficiosos para toda persona: la conservación de sí, la plenitud personal, y la formación de la identidad. Quizás, sólo quizás, podamos ahora comprender mejor, qué significa para Messi el fútbol, y, sobre todo, aquél que se gestó en el seno del club culé.

¿Acaso no estará ligada la identidad de Messi a aquella institución en la cual repitió durante años una misma rutina, un mismo y profundo amor hacia el fútbol? Año tras año: la pasión por la pelota, los entrenamientos, los sueños, las luchas, las metas, los amigos, la familia, la ciudad, las instalaciones del club, todo se repetía de una manera siempre nueva. Una repetición donde cada día, cada mes y cada año, era cada vez “lo mismo”, y, sin embargo, cada vez, absolutamente nuevo. Y así, como quien no quiere la cosa, se fue formando la personalidad de Lío: que experimentaba en sí, la consolidación de una identidad, y la sensación de realización que le otorgaba su profesión que se desenvolvía al interior del Barcelona FC.

Las lágrimas son la consecuencia de que, con su partida, hay algo de esa identidad que se pierde: hay algo en él que ya no será como antes; una ruptura en lo más profundo de su ser, y de todas las dimensiones que conformaban la vida que había construido -todo ese conjunto de factores que determinaban aquello que hacía que Messi fuera Messi, y no otro-.

Humildemente, creo que los Psicólogos deportivos debemos tener muy presente, sobre todo en deportistas de alto rendimiento -y por qué no, en quienes experimentan pasión por esta dimensión de la vida humana, aunque no sean profesionales-, que el deporte es un factor que constituye y consolida identidad. No es una actividad más, un hacer cotidiano en medio de la agenda. Para muchas y muchos, el deporte se constituye como una forma de existir en el tiempo; que impulsada por el deseo que es móvil de toda vida dinámica y vital, entrelaza las fibras más profundas de la afectividad, y los modos de organizar la vida, los vínculos, la rutina y los proyectos.

El Messi que era, ya no es; pero en esas lágrimas, comienza a gestarse un nuevo comienzo.

2.LÁGRIMAS DE DUELO: LO QUE CONSTRUÍMOS SE ACABO

“Lo que construimos se acabó. Fue sólo nuestro” expresa la bella canción de la cantante mexicana Natalia Lafourcade. Quizás, las lágrimas de Lío son también aquellas que expresan el advenimiento de una pérdida, y, por lo tanto, la necesidad de elaborarla mediante un proceso de duelo.

“El dolor es el traje de los amantes”, enunció alguna vez un poeta español. Si hay dolor por lo que se pierde, es porque hubo amor. Una historia de amor se tejió entre un deportista y un club, un futbolista y los aficionados del fútbol, una persona y un país. Los caminos se separan, y la emergencia por la pérdida de lo amado, se evidencia con lágrimas, nudo en la garganta, y conmoción frente al micrófono. Sí. Lío está de duelo. Y lo elaborará como lo hace toda persona: como puede, con los recursos que tiene, y con el tiempo que dictamina la singularidad de cada proceso.

Allí también es solícito en la vida de un deportista, la presencia, la compañía sutil, contenedora y disponible del psicólogo del deporte. La psicodeportología tiene un lugar para el acompañamiento en procesos de duelo en la vida de un deportista; sea por retiros, por lesiones, por traspaso de club, por alejamiento de los seres queridos, o por tantos elementos que hacen a la complejidad de toda vida humana, que está atravesada por el ejercicio de un deporte de alto rendimiento.

Las lágrimas anuncian ese amor que fue tan de los dos, pero que ya no es. Sin embargo, son anticipo también, de un nuevo comienzo. Toda noche tiene un fin, y da paso al día, con un sol que anuncia la ilusión y la esperanza frente a un camino aun no transitado. Las lágrimas, han mojado una tierra seca, que ahora se ha vuelto fértil y propicia para el nacimiento de nuevos sueños, objetivos y expectativas, que vuelven a teñir la vida, de una frescura vital.

3.LÁGRIMAS QUE ANTICIPAN UN NUEVO COMIENZO:

“Los que siembran entre lágrimas, cosecharán entre canciones” expresa un antiguo proverbio cristiano. Un nuevo comienzo se avecina. La ilusión renace: la posibilidad de volver a levantar la Champions, las nuevas amistades, la cercanía de ciertos vínculos ya forjados, las nuevas posibilidades como familia… poco a poco, surgen motivos y más motivos, que comienzan a despejar las nubes de la tristeza y a anunciar que, aunque el duelo continúa, siempre se puede volver a apostar, una y otra vez.

Así llegamos hasta el presente. Si no me equivoco, en este momento, en París son las 5:47 am. Lío aún descansa. Y en su interior, se desenvuelven todos estos procesos que hasta aquí se han descripto. De algunos es consciente, de otros no. ¿Qué será del día de hoy? Probablemente una rutina repetida, con sus nuevos matices, que irá consolidando una nueva identidad, o mejor dicho, enriqueciendo aquella que quedó marcada con la despedida del club de sus inicios.

La Psicología aplicada al deporte, también tiene un lugar allí: para ayudar a resetear la mente y construir nuevos horizontes de vida, nuevos objetivos profesionales, nuevas habilidades que entrenar, nuevas batallas que luchar. Si algo se emparenta con la praxis del psicólogo en este campo, es el trabajo en lo respectivo a la motivación.

Lío, tus lágrimas son todo eso y mucho más. Estás viviendo una pérdida, una muerte interior, un duelo por lo que ya no es. Pero también, toda puerta que se cierra abre otra, todo camino que se bloquea engendra nuevos rumbos, y toda muerte encierra misteriosamente: la posibilidad de la vida. Esto bien lo atestigua el poeta y cantautor Jorge Drexler, cuando expone:

“El tiempo se va, se va y no vuelve, tu corazón va a sanar; va a sanar, y va a volver a quebrarse; mientras le toque pulsar. Y nadie sabe por qué un día el amor nace, ni nadie sabe porque muere el amor un día; nadie nace sabiendo, que morir también es ley de vida” (Drexler, Jorge. Sanar [canción]. En 12 segundos de oscuridad. Dro Atalantic, S.A)

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