Lo sé, lo siento, lo sueño: Vergil Ortiz Jr., leyenda del boxeo.
Entre sueños y realidades
He tenido dos revelaciones deportivas en mi vida, la primera tuvo lugar una noche de verano mientras veía un partido de fútbol entre “la Juve” del maquiavélico Capello y “el Barça” del decadente Ronaldinho – ¡Ha llovido desde entonces! -. Ahí, en ese duelo deportivo, apareció un chaval bajito y tímido que, después de tres lustros de aquello, continúa recibiendo elogios por parte de todos los aficionados al considerado como deporte rey en Europa. Y la segunda; …no recuerdo el momento exacto, quizás no sea cuestión de hechos, sino de sensaciones, fue al inicio de un combate de boxeo en los primeros segundos del primer round, uno de los púgiles era un joven de aspecto humilde, bigote cantinflero, mirada felina que, cual incuestionable bisoñez, demostraba una apabullante y destructiva aptitud encima del ring. Ese chico respondía al nombre de Vergil Ortiz Jr.
Digno de ver
En cierta ocasión, el prestigioso rotativo The New York Times tras una actuación en la ciudad de los rascacielos de la famosa artista española, Lola Flores, publicó: “No sabe cantar, no sabe bailar, pero no se la pierdan”. Y convirtiéndome en el eco de esas palabras, les digo sobre Vergil Ortiz Jr.: “No es el más rápido, ni el más fuerte, pero no se le pierdan”. En el Ford Center at The Star en Frisco (Texas), el sábado 14 de agosto del 2021 tendrá lugar la función de boxeo que enfrentará a Vergil Ortiz Jr (17-0; 17Kos) y a Egidijus Kavaliauskas (22-1-1; 18Kos).
El peleador lituano se convierte en la siguiente fase de construcción en la carrera del peso welter americano hacia el Olimpo del noble arte. Robert García, el hacedor de campeones boxísticos, como si de un arquitecto se tratara, diseña y planifica el desarrollo y evolución profesional de su aventajado pupilo. Este entrenador es fiel a la máxima de Mies Van der Rohe: “menos es más”, todo un alegato de la simplificación y el pragmatismo.
Púgil en estado puro
Vergil Ortiz Jr. es una obra de carne y hueso que, instrucciones mediante de Robert García, se ha liberado de todo barroquismo formal en el desempeño boxístico. Él tiene un boxeo minimalista, en conexión con el primario escenario, de movimientos limpios y precisos, comparable a una construcción de Eduardo Soto de Moura (Premio Pritzker 2011) de plantas diáfanas y líneas idealizadas. Un boxeo primitivo ajustado a la modernidad del siglo XXI.
Para ser justos, creo que la primera vez acerté con Lionel Messi, aunque eso no es ningún mérito; lo sé. No deseo sentar cátedra, ya les anuncio que mis caderas siempre estarán dispuestas para el juego de “la silla vacía” en lo que se refiere a la aceptación de una realidad eternamente cambiante; así lo siento. Pase lo que pase el próximo sábado en Texas, seguiré soñando.
¡Qué siga la música y no pare el boxeo!
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