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Aguas de la costa gallega, estela de David Cal

Tributo poético

Esta semana, en la sección de las 4V (valores, victorias, vicisitudes y versos) rendimos tributo poético a una leyenda del deporte español: David Cal Figueroa (Pontevedra, 10-10-1982). David, amante de todos los deportes desde muy pequeño, comenzó a practicar piragüismo con 8 años en su club, el Club de Mar Ría de Aldán. Con 14 años ingresó en el Centro Gallego de Tecnificación Deportiva, donde entrenó con varios entrenadores, hasta que conoció a Jesús Morlán, “Suso”.

Su llegada al Olimpo

David Cal estrenó su palmarés internacional en 2003, en el Campeonato del Mundo de Gainsville (Estados Unidos), al lograr la plata en la categoría de canoa monoplaza (C1) en la prueba de 1000 metros. Al año siguiente, en que los juegos olímpicos volvían a la ciudad donde la historia les atribuye su creación, David logró el mismo metal en la misma prueba en los campeonatos de Europa en Poznan (Polonia), al que sumó la medalla de bronce en los 500 metros. Su primera experiencia olímpica, cerca del monte que da nombre al mayor evento deportivo mundial, no pudo dejar mejor sabor de boca al palista de Cangas, que mejoró con creces su logro continental subiendo dos veces al podio de Atenas 2004, a recoger el oro en los 1000 metros y la plata en los 500 metros.

Abanderado español

David Cal continuó engrandeciendo su palmarés en Zagreb (Croacia) en 2005, logrando la medalla de plata en el Campeonato del Mundo en la prueba de 1000 metros y dos años después, en un verano muy especial para David, ya que su ciudad natal, Pontevedra, acogería el Campeonato de Europa, logrando dos bronces, en los 500 y en los 1000 metros. Un mes después se celebraba el Campeonato del Mundo en Duisburgo (Alemania), donde David hacía historia al lograr el oro en los 500 metros (su primer oro en la prueba corta) y el bronce en los 1000 metros. Un año después, Pekín 2008 esperaba al gallego, que tuvo el honor de ser el abanderado del equipo olímpico español en la ceremonia de apertura. David Cal agradecía el honor logrando dos platas en aguas chinas.


Máximo medallista olímpico

Tras volver a subir a los podios mundial y europeo en Szeged (Hungría) en 2011 y Zagreb (Croacia) en 2012, David Cal llegaba a sus terceros Juegos Olímpicos, los de Londres 2012, con el reto de intentar convertirse en el máximo medallista olímpico español superando a Arantxa Sánchez Vicario y Joan Llaneras, a los que igualaba con cuatro preseas antes de comenzar los juegos de la capital británica. El de Cangas de Morrazo hacía historia, logrando su quinta medalla, cuarta de plata, en la prueba de 1000 metros, sólo superado por el alemán Andreas Dittmer.

Poema al palista pontevedrés

Agradecemos todas las alegrías que nos ha regalado el palista gallego con este poema. No olvidamos las gotas de sudor que corrieron por el cuerpo de David Cal y las lágrimas de emoción que corrieron por nuestros rostros. Serían las otras grandes protagonistas de su historia:  las aguas del mar y de los ríos gallegos, el vivero de sus históricas hazañas. ¡Gracias por tanto, David!

“Aguas que fueron su estela”

Aguas que reciben frentes
que amenazan la península
y chocan contra las rocas
creando sus esculturas.

Aguas que vieron partir
a América la ilusión
y quedaban aguardando
la anhelada aparición.

Aguas que a diario transportan
por las barcas de la ría
quien entre casa y trabajo
ha de cruzar la bahía.

Aguas que inspiraron cuentos
y fueron mareas negras,
saben a sudor y esfuerzo,
a lucha y supervivencia.

Y conservan el honor
de haber sido vivero
de un héroe del Olimpo
que hizo historia con su empeño.

Como las aguas del Nilo
que salvaron a Moisés,
las de la costa gallega
le dieron la vida a él.

En ellas creció y mamó
el esfuerzo y sacrificio,
las ganas de superarse
y de enfrentarse a los mitos.

Piernas en noventa grados,
ponía a cien el motor
de sus brazos y su pala
que empujaba el corazón.

Avanzaba en línea recta,
dejando atrás una estela
de las aguas que pugnaban
por formar parte de ella.

Y a pesar de palear
poniendo toda su fuerza,
al acercarse al final
aumentaba su potencia

y superaba rivales
en el último suspiro
para atravesar exhausto
entre el popular delirio.

La estela que dibujaba
cada vez que paleaba
y que dejaba detrás
jamás podrá ser borrada.

Pues las aguas que tuvieron
el honor de ser su estela
saben que han sido reguero
de legendarias proezas

Y así permanecerán
dibujando las hazañas
del héroe que logró
cinco olímpicas medallas.

Fotos: @davidcal_ (en Instagram)

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