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Como decíamos ayer (II)

Como decíamos ayer. Esas fueron las primeras palabras que Fray Luis de León pronunció a sus alumnos en su vuelta a la Universidad de Salamanca tras pasar casi un lustro en prisión. Y con ese mensaje lleno de generosidad e ilusión afronto la vuelta a la escritura después de un corto periodo de ausencia. No es mi intención compararme con el ilustre fraile agustino, mi ego no alcanza cotas tan altas, sólo se debe a la falta de originalidad para expresar la alegría del retorno.

Veladas con público

Anoche los aficionados al boxeo fuimos testigos de destacadas vueltas que anunciaron un regreso del ayer con el inmediato final del 2020 y el inicio del 2021. Por supuesto, no me refiero al retorno de ninguna estrella del pugilismo, sino a la vuelta del aficionado a las veladas, aunque sea limitando el aforo de los recintos. Y con el público también volvió el canto coral de la ya mítica canción precursora de los principales combates en las islas británicas, “Sweet Caroline”.

Pasaban de las once (hora de España) de una fría noche que anuncia la proximidad del solsticio de invierno en el hemisferio norte. Volvieron a sonar los acordes que se han convertido en un himno del boxeo y que, no hace tanto de ello, interpretara como solista, Neil Diamond. Anoche, en Londres, esa melodía fue el preludio de algo más importante que la siguiente pelea, fue la esperanza convertida en música. Significaba el sonido de la trompeta que avisa de la llegada del séptimo de caballería en los westerns clásicos de Hollywood. “Sweet Caroline” fue esa luz en forma de lámpara que ilumina el cuadro de “los fusilamientos del 2 de mayo” de Goya. O esa bombilla que, desde lo alto, alumbra la escena de “El Guernica” de Picasso. Tanto la lámpara como la bombilla son símbolos del constante triunfo de la luz frente a las tinieblas, de esa vacuna contra el coronavirus que lanza su haz de blancura frente a la oscuridad del confinamiento, la enfermedad o la muerte.

Joshua toma el mando

Los siguientes lances de tres minutos siguieron la misma tónica, Joshua mandó desde la distancia, mientras estaba atento al error de Pulev, y éste acompañó las manos precisas y contundentes del británico con sus risotadas propias de un bebe al recibir un ataque de cosquillas.

Después de seis asaltos, Joshua decidió agrandar el ring, evitó el cuerpo a cuerpo, una lección que aprendió de su sonada derrota ante Andy Ruiz. Ese varapalo le convirtió en un boxeador más cauto e inteligente. Ahora no se deja llevar por el fragor de la batalla. Y esa fue la trampa que Pulev intentó tender, sin éxito, una y otra vez a Joshua, porque el búlgaro sabía de sus limitaciones en una pelea a la media o larga distancia.

La paciencia tiene su recompensa

Y por fín Hestia, diosa de la paciencia, recompensó a Joshua. La divinidad de la Grecia Antigua le mostró el camino del nocaut y de la victoria con los uppercut. En el noveno y último asalto del combate pactado a doce, Joshua lanzó una lluvia inversa de uppercut que atravesaron la defensa de Pulev por la zona baja y central de su guardia alta igual que el agua del deshielo se abre paso entre las rocas de las montañas.

El desplome final de Pulev llegó con un jab cegador de Joshua al rostro del búlgaro, seguido de dos uppercut, el primero en paralelo y el segundo tras un movimiento lateral que proporcionó, a “A.J.”, un nuevo ángulo de golpeo. Pulev cayó al suelo y seguidamente se levantó para encontrarse con un académico cross de derecha, el cual terminó parando el reloj de la pelea, convirtiéndola en historia. El triunfo de Joshua fue inapelable, otra cuestión es su comportamiento tras la victoria, pero eso lo dejo a juicio de cada uno, no os lo voy a contar todo.

Cutman

Dispuestos a tomarme estas licencias tan personales – escribo en primera persona-, algo que siempre he rehusado. Entrañables lectores permítanme una salvedad más para acabar esta crónica. En esta ocasión, deseo hacer un distinguido alegato en favor de aquellos que practican la honorable vocación de cuidar de los demás, y que, por propia experiencia, quiero personificar en una profesional sanitaria cuyo nombre es indicativo de esa luz salvadora que comentamos anteriormente, Clara. Mi cutman particular, quien bien pudo estar en las esquinas de Alí o Myweather como los legendarios Chuck Bodak o Rafael García. Porque un buen cutman en el boxeo es tan indispensable como un sistema sanitario público, universal y de calidad en todas las sociedades.

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