De cómo un niño evolucionó de pasar tardes enteras escuchando en la radio partidos de fútbol, haciendo clasificaciones en tiempo real y estadísticas, a enamorarse del fútbol sala.
Parte I: La decadencia del fútbol
Los inicios de la afición al deporte
Siempre he estado bastante interesado por el deporte en general, pero he sido mal deportista, a pesar de que durante un buen montón de años he disfrutado de la práctica del atletismo. Quizá un poco obligado por temas de salud, mi motivación inicial fue la de poder comer lo que quisiera.
La mayor parte de mi infancia la he pasado en Jaén y de ahí tengo buenos recuerdos, que incluyen casi una pachanga de fútbol sala a la semana en las pistas, primero de La Salobreja (no el pabellón la mayoría de las veces), después en Las Fuentezuelas, pero la mayor parte en lo que inicialmente era el aparcamiento de la urbanización donde vivía, donde se adaptó un pequeño campo de fútbol sala sobre asfalto. Asfalto por ser bastante benévolo… más bien era lija para las rodillas y algún hueso propio de la muñeca se rompió en él.

Los inicios del periodista
Siempre he sido muy futbolero. De pequeño, pasaba las tardes escuchando la radio y apuntando los resultados, haciendo clasificaciones provisionales y llevando casi todas las estadísticas posibles con solo escuchar la radio. Me encantaba el dinamismo, el sonido del gol en código Morse, la locura de cuando había 4 partidos de Primera División y 6 de Segunda División al mismo tiempo y a los periodistas deportivos no les daba tiempo ni a comentar una mísera jugada de alguna de las estrellas del momento.
Me daba mucha envidia de lo bien que se lo pasaban los periodistas haciendo los programas de radio, yendo de un campo a otro, y ¡gol en Las Gaunas! Y luego, ¡penalty a favor del Valencia en Riazor!. Locura total. Mi profesión imposible, la de periodista deportivo. Lo que soy ahora, no tiene nada que ver y menos, lo que estudié, está en el otro extremo de la línea de estudios. Pero, algo quedó de eso.
Con el paso del tiempo, el fútbol se fue volviendo más y más aburrido para mi, ya no había partidos simultáneos. Creo que fue la televisión la que lo hizo así. Y yo también fui haciendome más mayor. Nunca me gustaron los equipos grandes (ni Real Madrid, ni FC Barcelona). Siempre me gustó valorar más lo que podían hacer los modestos. Si tengo que deciros un gran momento de mi época más futbolera, fue el gol de Nayim en la Recopa de Europa de 1995.
Pero esto va de Fútbol Sala… un momento… que ya voy llegando….
Los siguientes años fueron tristes para mi, descensos de mi equipo favorito de fútbol (dos descensos). Pero a partir de 2006, ese que es mi equipo tuvo grandes éxitos y los disfruté mucho. Se llegó a decir que era el mejor equipo del mundo en ese momento.
Pero luego, fui perdiendo el interés por el fútbol, cada vez más, coincidiendo con que los mejores partidos fueron yéndose a las televisiones de pago y una fuerte promesa de hace tiempo: no iba a pagar por ver fútbol nunca. Me gusta el fútbol, pero no me gusta lo que rodea al fútbol y no me gusta en lo que se ha convertido. ¿En qué se ha convertido? En unos niños ricos que dan patadas a un balón y que están demasiado preocupados en ser mediáticos, presuntuosos y soberbios. Eso no me gusta nada. Y no me gusta el rollo que le dan algunos programas de televisión al fútbol, que más parece salseo que algo relacionado con algún deporte.
En unos días, el año que lo cambió todo y el partido que despertó una marea…
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