El pádel, un deporte podríamos decir moderno, ya que se originó a finales de los años sesenta en México. Tiene en la actualidad un auge que va in crescendo a ritmos vertiginosos. En nuestro país, no hay ciudad e incluso me atrevería a decir, población importante en cada autonomía, que no disponga de al menos un club con pistas de pádel. Pero, ¿qué hace que lo pruebes y llegues al punto de obsesionarte con él?
Sus orígenes en España
En España se empezó a hacer popular este deporte a finales de los noventa, gracias a la práctica de un presidente del gobierno. Era como el tenis pero en una pista reducida, en parejas y cercado con cristales, cambiabas la raqueta típica del tenis por una “pala”, sin cuerdas y más pequeña. Había pistas contadas, por lo que, como al golf, se consideraba un deporte elitista y de difícil acceso y práctica. En la actualidad hay más de 10.000 pistas y 2500 instalaciones para la práctica. Este fenómeno ha hecho que en la actualidad sea el segundo deporte más practicado en España. Ahora ya simplemente con ropa adecuada y unos eurillos lo puede practicar cualquier persona.
¿Cómo llegamos al pádel?
Cuando vas a probarlo, suele ser o a través de un amigo, que ya lo está practicando o indagas en algún club por si te buscan pareja de juego. Habrás visto algún partido por la tele, algún tutorial por internet y te crees que está pan comido. Porqué claro, ¿para qué voy a hacer clases con un entrenador primero? Pero nada más lejos de la realidad, lo primero que te preguntan es; ¿En qué lado juegas? Y piensas, ¿qué más da no? Ayyy!!!! Ahí ya se empieza a notar lo novato que eres.
Con suerte ese día, depende contra quien hayas jugado, habrás devuelto alguna que otra pelota, no te llevarás ningún golpe contra el cristal e incluso quizá, hayas ganado algún punto con suerte. La paliza que te han dado está asegurada. Y ahí en ese momento llega la clave del primer día. Te puedes ir frustrado a casa pensando que nunca más, que no es para ti, o te quedas en el recinto a tomar algo con los compañeros de juego.
El flechazo
Justo en ese momento es cuando uno ha decidido que al final va a amar este deporte. Aunque sabes que has hecho un ridículo espantoso, los compañeros te dirán que nada mal, que te falta práctica, que todo es ponerse. Lo analizas y piensas que quizás sí, que la verdad te has divertido en la pista, que al final es de lo que se trata, y que si este punto le hubiera hecho esto, lo otro.
Al final te vas pero con una idea y unas sonrisas. Miras con más detenimiento los partidos, empiezas a buscar entrenador y practicar, y al final ves que poco a poco vas mejorando. Te compras tu primera pala y algún que otra ropa deportiva relacionada, porqué no lo olvidemos, nos gusta lucir en la pista….
Un deporte y unos deportistas diferentes, el secreto mejor guardado
Empiezas a saber que un tal FERNANDO BELASTEGUIN ha sido 16 años número uno, que el pádel femenino no deja de crecer y es una maravilla ver cómo juegan. Y llega el día de comprar unas entradas para un torneo de World padel Tour, ves lo cercanos que son todos, que puedas hacerte fotos con MARTITA ORTEGA O ALEJANDRA SALAZAR, que hace unos meses no sabías ni quien eran.
O con AGUSTÍN TAPIA, futura promesa para número uno, y lo mejor ver la cara que pone tu hijo al estar ahí, después de ver todo el despliegue físico y espectáculo que han hecho en la pista, están ahí, dedicándote unos momentos a ti, te sientes especial y en pocos deportes puedes encontrar eso.
Por eso realmente donde radica el triunfo de este deporte es en la gente que te vas encontrado en ese proceso, dejando aparte la práctica del deporte. Se convierte en un club social, un circulo que se crea a tu alrededor, un pique en ganarse unos a otros y en ver quien paga la comida de después. En definitiva gente que estás orgullo de conocer, que valen la pena, y por lo que uno acaba amando este deporte.
Foto by WPT.
Síganme en twitter en @dvid7c y sigan toda la información y actualidad deportiva en @SextoAnillo, en www.facebook.com/sextoanillo o en nuestro instagram: sextoanillo
