Supongo que mi caso será muy diferente a quien ha sido jugador que sigue vinculado emocionalmente a un determinado club. Yo vivo en Valladolid donde tenemos la suerte de poder disfrutar de dos auténticos equipazos, el SilverStorm El Salvador y el VRAC Quesos Entrepinares.
Ahora que me considero tremendamente quesero, aunque con muchos amigos chamizos, me río bastante de que mis inicios como rugbier estuvieron marcados por la providencia.
Un cuñado rugbier
Mi cuñado fue “el culpable” de mi afición al maravilloso deporte del balón oval. Él ya era aficionado. Vive en Madrid, y un fin de semana que venía a Pucela me envió un correo electrónico diciendo que le tenía que encontrar un local donde pusieran un partido de rugby del que por entonces era aún el V Naciones antes de la incorporación de Italia al torneo. Así, a simple vista no parece difícil. Pero la cosa se complica si digo que a la misma hora se celebraba un encuentro oficial de la selección española de fútbol que también era televisado.
Ahora es más fácil encontrar bares que antepongan el rugby al balompié, pero por aquellos tiempos era casi imposible encontrar lugares donde se prefiriese el deporte del melón.
Rugby en televisión
Lo que se me ocurrió fue buscar en internet las páginas de los dos conjuntos de Valladolid, y como dije, fue cuestión del destino que cuando contacté con ambos clubes preguntando por un lugar donde poder ver el rugby, el primero en contestar fue el presidente del VRAC Miguel Pérez que me dio la dirección de su sede.
Yo ya estaba en silla de ruedas, pero he tenido suerte porque a mi mujer le gustan los deportes tanto o más que a mí, así que allí nos presentamos sabiendo de rugby poco más de que el balón a la mano tenía que ir hacia atrás.
Allí nos sentamos con jugadores. Por entonces casi todos los componentes de los equipos de rugby en España eran nacionales con alguna excepción de extranjeros, sobre todo de nacionalidad argentina. Pues nos sentamos con ellos, y quien más nos explicaba lo que habían pitado y el por qué, era otro jugador histórico del rugby español, Fernando de la Calle, componente del XV del León en la única ocasión en que España ha participado en una Rugby World Cup, en Gales 99, en la selección capitaneada por el gran Albert Malo. Ni que decir tiene que Fernando de la Calle sigue teniendo un lugar especial entre nuestras amistades, ya que son incontables los detalles que este buen tipo ha tenido conmigo.
Amor a primera vista
El caso es que durante el transcurso del partido, y con algún conocimiento más de las normas, mi mujer y yo nos enamoramos del rugby, y lo primero que hicimos fue volver a la sede del VRAC a ver más partidos del V Naciones con comentaristas de excepción.
Cuando acabó el campeonato seguimos la evolución del club, y en un momento dado dije a mi mujer que quería hacerme socio, a pesar de que en aquellos tiempos solamente iba a Pepe Rojo en contadas ocasiones en las que hacía buen tiempo con calor y sin lluvia, porque antes no podía estar a cubierto, y porque en invierno en ese campo hace mucho frío. Probablemente me saldría más barato que el carnet de socio pagar por los pocos partidos a los que asistía, pero no sé, hay cosas que quieres hacer por el simple hecho de sentir que formas parte de una familia. Ahora estoy preparado con una vestimenta “a prueba de balas”, y La Fundación Municipal de Deportes de mi ciudad ha colocado un ascensor para subir a la grada cubierta en caso de lluvia, aparte de que se tiene una mejor visión del terreno de juego.
Detalles que hacen sentirte orgulloso del club
Luego el equipo en los últimos años me ha proporcionado un montón de alegrías con la consecución de cantidad de títulos, que para nada me imaginaba, y además, en torno a lo que suelo decir, un club necesita más de su masa social en las derrotas que en las victorias. Cuando se pierde, la verdad es que tu estado anímico no es el mejor, pero debes de estar convencido de que tu equipo lo ha dado todo para conseguir ganar, solo que enfrente había un rival que lo ha hecho mejor y ha conseguido el triunfo, y por ello se merece que le des la enhorabuena.
Tanto el club como los jugadores han tenido innumerables detalles conmigo; desde el hecho de guardar un minuto de silencio en memoria de mi padre fallecido, que aún me pone los pelos de punta. Regalo de camisetas, de balones de rugby, de dejarme estar con toda la planilla y cuerpo técnico en celebraciones y fotos en los que ellos eran los auténticos protagonistas. Ni que decir tiene que siempre se me pone piel de gallina cuando los oigo corear mi nombre.
Parte de la familia
Fernando de la Calle me regaló una camiseta tremendamente especial para él, y que yo llevo con enorme orgullo. Como yo salto al terreno de juego siempre que se consigue un título, un día en que se ganó La Liga, Albertuco Blanco se quitó espontáneamente su camiseta y me la dio. Este jugador pesa aproximadamente 120 kilos, y yo me la sigo poniendo con gran orgullo, aunque tengo que reconocer que en esa camiseta entran tres tíos como yo. También Calle me regaló una medalla en una victoria de La Copa. Fue tanta la ilusión que me supuso, que cuando llegué a la residencia donde vivo no me la quería quitar para dormir.
Con todos estos precedentes como no vas a estar en deuda con el club, y sentirte orgulloso de pertenecer a esta gran familia.
Siempre diré que pertenezco al VRAC Quesos Entrepinares de rugby y al Aula Cultural Alimentos de Valladolid de balonmano femenino.
Luego te aficionas a los terceros tiempos, que para no enrollarme sobre el gran ambiente que se vive allí, lo resumiré diciendo que bromeas hasta con los árbitros del encuentro.
Rugby, un deporte con valores
Poco a poco vas descubriendo los valores del rugby, que considero aplicables a la vida diaria, y más en mis circunstancias.
Sobre mis conocimientos sobre las reglas del deporte del balón oval, he aprendido mucho gracias a todos los compañeros de sextoanillo.com, y evidentemente a base de ver encuentros de rugby, aunque tengo que confesar que no soy capaz de distinguir aún cuando hay una infracción en una melé. No sé cómo un árbitro sabe cuando una melé se hunde de forma casual, o cuando es hundida de manera intencionada por un mal empuje de un delantero. Pero mi intención es aprenderlo más pronto que tarde.
A veces el destino nos sorprende ¿verdad que sí?
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Grandísimo artículo!
Y que detalle, no decir contra quién jugabáis en esa victoria copera que te valió una medalla!!!!!!!
Hasta Pronto CHARLIE!