Partidos, viajes, objetivos, reuniones… la temporada ha terminado y, tras un largo periodo toca descansar. La recuperación se debe tomar como un momento muy importante en la vida deportiva de una persona. Desconectar y recargar energía ayuda, entre otras, a que el nivel de motivación aumente al comenzar el trabajo individual y en equipo.
Después de este periodo de descanso comienza la rutina: entrenamientos, concentraciones, competiciones… Para ello, hay que poner a punto el cuerpo, acostumbrándolo de nuevo al sobreesfuerzo, a la adrenalina y al cansancio. En este tiempo es prioritario la parte física pero, ¿es lo único?
No, no es lo único.
Para que la vuelta a la competición sea lo más óptima posible, hay que trabajar todo aquello que pueda influir en el rendimiento de nuestros deportistas. Por ejemplo, han podido ocurrir cambios que afecten a la dinámica del deportista como pueden ser cambios en el vestuario (compañeros, entrenador, staff…). Del mismo modo, puede ser que el deportista haya cambiado de equipo y, con ello, de ciudad e incluso de país con todo lo que ello conlleva.
Además, la persona se encuentra ante un momento de incertidumbre: ¿tendré el mismo rol en el equipo que la temporada pasada?; ¿cuáles serán los objetivos de esta temporada?; ¿estaré dentro de los planes del entrenador?
Es importante considerar la pretemporada como un momento vital para la formación de un equipo sólido, unificado, y físicamente fuerte.
Por lo tanto, se puede decir que la pretemporada es el momento de:
- Plantear objetivos
Se necesitan metas que guíen al equipo en bloque y, para ello, es necesario el planteamiento de unos objetivos cortos, claros y concisos.
Estos objetivos, deben estar consensuados por todo el equipo, lo hace que, la motivación aumente y la responsabilidad de su cumplimiento recaiga en ellos.
Sin embargo, estos objetivos grupales pueden crear controversia dentro del equipo: jugadores que no ven satisfechos sus deseos, comparaciones entre jugadores, egos mal controlados… Por esta razón, se ve indispensable establecer del mismo modo, objetivos individuales. Obviamente éstos deben de empastar con el objetivo grupal, sino sería imposible que todos los deportistas siguieran el mismo camino.
Por lo tanto, una vez reunidos y elegido el objetivo a seguir durante la temporada, el entrenador (y quien él considere), se reunirá con cada jugador para plantear y dejar por escrito qué quiere conseguir con el EQUIPO a nivel individual durante la temporada que se avecina.
- Crear una óptima cohesión grupal
Al estar ante un equipo se deben saber trabajar los individualismos para que éstos nos sean una lacra en lo que a la consecución de objetivos se refiere.
Aunque ya en el punto anterior se ha trabajado este aspecto se deben hacer dinámicas que ayuden a crear un clima de confianza, respeto y trabajo entre compañeros y staff.
- Establecer el rol de jugadores y cuerpo técnico
En el momento en el que se instauren los objetivos tanto individuales como de equipo el jugador debe entender y aceptar el rol que, desde el cuerpo técnico, se ha decidido para el buen funcionamiento del equipo.
Obviamente, este rol será flexible y podrá cambiar dependiendo de los acontecimientos de la temporada.
- Proponer rutinas (horarios de entrada y salida, planes nutricionales…)
Durante las vacaciones no existen horarios. Se quita el despertador, no se siguen dietas, los entrenamientos son más dispersos, no se duermen las mismas horas todos los días…
Es importante que los jugadores atiendan a estas premisas lo antes posible e integren dichos horarios en su rutina deportiva.
- Y obviamente, preparar físicamente a los deportistas para la temporada
Este es el punto de partida de un trabajo eficaz en el que se debe dar importancia al trabajo integral del deportista.
Elena Ferrer Aranda
Psicóloga Especializada en Psicología de la Actividad Física y del Deporte
Instagram: @calzatunumero