Objetivo común. Eso es lo que une a todos los deportes de equipo. El fútbol, la natación sincronizada, el voley o incluso el atletismo y la natación cuando hablamos de relevos. Hay infinidad de disciplinas en las que la gestión de grupo es imprescindible para lograr un objetivo común. Muchos entrenadores basaban su planificación en trabajar aspectos tácticos, técnicos o físicos pero ahora más que nunca se tiene en cuenta los aspectos psicológicos que afectan a la gestión de grupo.
Grupo, equipo y componentes
Antes que un equipo, hay que saber gestionar y formar un buen grupo. Tanto en deportes masculinos como femeninos, hay problemas de ego, rivalidades, amistades que pueden y de hecho afectan y mucho a la dinámica grupal. Y no solo hablamos en categorías seniors, sino también en el deporte de base. En todas las categorías y modalidades se trabaja con personas y por ello desde las categorías inferiores se tiene que tener muy en cuenta la gestión del colectivo.
Se podría decir que hay que trabajar en el vestuario para que los resultados en el campo, pista o piscina lleguen. Si no se trabaja bien con las personas no haremos que estas trabajen para el resto. Y una de las formas de trabajar es algo que muy pocos entrenadores y entrenadoras suelen hacer, hablar lo justo y escuchar y observar cada detalle de entrenamientos o actividades más lúdicas que puedan servir para la cohesión de grupo. Hacer charlas individuales informales de vez en cuando donde se escuche más que se hable puede ser una buena forma de trabajar. La humildad del entrenador o entrenadora y no sentirse más importante que el grupo o las personas que lo componen es un factor fundamental para que todo funcione bien.
Bases normativas claras
También desde el primer día que un entrenador o entrenadora se hace cargo del equipo tienen que dejar claras las bases y normas que ese equipo va a tener y que van a tener que respetar. Depende la categoría se puede hacer partícipes a los integrantes del grupo de la confección de la lista de reglas para que sean mas conscientes de la dinámica que tendrán y de las normas, responsabilidades y aportaciones que tienen o pueden hacer en el grupo.
Hay que tener en cuenta no solo las dinámicas grupales que el monitor o monitora pueden controlar con más facilidad si es justo, valora a todos por igual y sancionar si es necesario a cualquier jugadora o jugador sin favoritismos. También hay que valorar las relaciones interpersonales que se crean en el grupo y que pueden llevar a favorecer o perjudicar en momentos de la temporada. En todos los equipos hay amistades infranqueables o rivalidades eternas. Y solamente concienciando sobre aspectos como el compañerismo, la empatía, el respeto y el trabajo por la consecución de un OBJETIVO COMÚN que va a beneficiar a todos, por que todos forman parte de él, hará que la situación pueda ser positiva.
Situaciones personales
También saber interpretar y gestionar las relaciones intrapersonales de cada miembro del equipo, es vital para poder dinamizar bien el grupo. Cada persona tiene su rol en el equipo, su ego, sus objetivos personales, sus necesidades o por otro lado baja autoestima, inseguridad o miedo. Y aquí es donde podemos diferenciar un buen entrenador de un entrenador que cualquiera querría para su equipo. Saber detectar el estado de cada persona o como se siente en el grupo es vital para que esta pueda tener un rendimiento correcto, que aporte y haga aportar a sus compañeros tanto dentro como fuera del terreno de juego.
Estar atentos o atentas a las necesidades individuales y grupales, no conceder favoritismos, dejar claro cuales van a ser las dinámicas, las normas, los roles de cada persona en el equipo, y el OBJETIVO FINAL, harán que en el grupo no solo hay un equipo sino una familia que si no consigue el objetivo final, siempre recordarán esa temporada por cómo se sintieron. Igual ese tendría que ser el objetivo del deporte y de la vida.
Imagen vía: décimas.es
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