Análisis ATP Tenis

¿Dónde está el límite, Roger?

     Roger Federer fue claro en sus últimas declaraciones, en las cuales, ante los medios, comentó que no pelearía en exceso por llegar al número uno. A raíz de ello, planteamos una pregunta, realmente, ¿dónde está el límite? ¿Cuándo un tenista decide que es hora de dejar de plantearse metas insólitas?

     Probablemente, Roger haya sido uno de los deportistas que haya marcado una época. Cuando las personas recuerden la década del 2000, tendrán en mente aquel récord del mundo de Usain Bolt, aquellas bolas de Tiger Woods tan mágicas como precisas, aquellos goles de Raúl o Ronaldinho, o aquella calidad de Kobe Bryant al frente de Los Ángeles. Sin embargo, lo que más rememorarán los amantes del deporte de raqueta probablemente será la estela que ha dejado este gran profesional.

     Una vida carrera plagada de éxitos no podía acabar de ninguna otra forma, es más, no podía acabar. Federer se ha empeñado en querer no acabarla, en ser una reminiscencia de aquellos futbolistas ingleses que no querían dejar su pasión. Ninguna de las propuestas lo han convencido para marcharse del Olimpo, todavía a sus 36 años, con el récord, en vigencia, de mayor cantidad de Grand Slams (19), de dinero cosechado en premios (93’4 millones) y de semanas al frente del número uno (302 en total, 237 consecutivas).

     Y es que, desde que el 2 de febrero de 2004 se subiera a lo más alto de la ATP, su recorrido profesional se ha basado únicamente en ganar, ganar y ganar, y volver a ganar. Esto, multiplicado por un total de 13 años, se convierte en algo obsesivo, en algo que empieza a doler, no solo físicamente, sino también psicológicamente.

     Un buen deportista sabe dónde se encuentran sus límites. Un buen deportista conoce sus posibilidades, y conoce la forma en la que debe racionarse para poder ‘llegar a fin de mes’, básicamente, a cerrar la temporada. No es él el único veterano, sino que en el deporte ya conocemos a varios, uno de ellos tan cercano como Aritz Aduriz, de nuestra competición doméstica.

     Tanto él como Roger saben marcarse sus pautas, saben racionarse, saben gestionar su rendimiento. El problema llega cuando ese rendimiento no puede ser de primer nivel, pese a que la calidad y el físico parezcan decir todo lo contrario. Realmente, el problema que se le plantea a Federer no es cómo acabar una temporada, sino cómo intentar no sobrepasar las fronteras en ningún momento de esta, desde incluso su comienzo.

Entonces, ¿el límite está en romper la dinámica de partidos y solo jugar los grandes?

     Puede ser que sí. De hecho, muchos tenistas optan por esta iniciativa, ya que saben que aquellos torneos que exigen mucho desplazamiento, pueden pasarle por lo alto a finales de año, y, por lo tanto, privarle de conseguir sus objetivos de clasificación.

     En parte, podríamos decir que el suizo ha realizado este planteamiento durante el 2017, pero quizá el querer adentrarse en Basilea (su ciudad natal) y en Halle (histórico torneo para él) y Stuttgart, le han supuesto una cierta carga física que no ha roto su rendimiento, pero sí su potencial físico. Recordemos que después de los dos de hierba, se alzó con Wimbledon, y que después de Basilea se tuvo que tomar un descanso. Tras Wimbledon, igualmente, pasó un mes sabático hasta volver para el Masters de Canadá y caer ante Alexander Zverev.

     Dicho de esta forma, parece que los encuentros que disputa le suponen una sobredosis de esfuerzo tan complicada de sobrellevar que le obliga a dejar de lado gran parte de la temporada. Pocos pueden cargar con este peso durante años, pues el calendario del tenis mundial es cada vez más exigente, y aquellos que desean intentarlo, terminan con problemas, tal y como le ocurrió a Novak Djokovic.

¿Equilibrio y allanar el terreno para una posible salida del circuito?

     Nunca se puede predecir lo que nos dirá un deportista al día siguiente de su victoria, ni tampoco de su derrota. En sí, es su cuerpo técnico el que decide seguir o no seguir, siempre con su visto bueno por delante. Quizá a la carrera de este enorme tenista le queden pocos coletazos, y sería perfectamente comprensible su salida del circuito en caso de que se efectuase el próximo año.

   Como hemos detallado, pocos pueden aguantar tal sobrecarga de enfrentamientos, y mucho menos para mantenerse como primero del planeta. En esos momentos, ya no entra en juego el ser o no ser mejor o peor deportista, sino el querer arriesgar más o menos. Al final del juego, las lesiones salen a la luz, y tal vez el control que ha tenido Federer durante estos más de 15 años le ha llevado a ser lo que hoy es, un profesional que sigue peleando, pero al que no se le recomendaría forzar en exceso si no quiere caer en problemas duros de superar.

Imagen: Flickr – Céline.

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