El número uno del mundo, Rafa Nadal, consiguió levantar una bola de partido en su enfrentamiento con Lucas Pouille en la mañana española de este martes. Se llevó el choque por 4-6 7-6 7-5.
Nadal ha vuelto a las andadas después de un pequeño parón que le ha servido para reunirse con caras conocidas del tenis mundial. El mallorquín se ha decidido a volver a las pistas para comenzar con uno de los torneos que abre la gira asiática con la que la ATP acaba el año junto con el Masters de París.
Sin embargo, no ha sido para nada sencillo el solventar la primera ronda. Su rival, el francés Pouille, ha sido una piedra lo suficientemente dura como para hacer del camino del nuestro todo un calvario.
Esto se debe principalmente a que Lucas optó por una estrategia infalible, aquella por la que apuestan casi todos los tenistas que se enfrentan a Rafa: acabar cuanto antes los puntos. Este aspecto desequilibró la balanza, al menos, en el primer parcial, e hizo al galo apuntarse un jugoso 4-6 que podría haber aprovechado de una mejor manera.
Los problemas que había tenido el balear se habían debido principalmente a la rapidez de su rival. Este remataba las bolas encima de la línea de fondo, y golpeaba sin importarle que los errores cayesen de su lado. El problema era que este planteamiento tiene una decadencia clara, y que, conforme van sucediendo los puntos, va desmoronándose.
Rafa demostró lo comentado, pues, poco a poco, comenzó a lanzar respuestas que ya no eran tan sencillas de devolver. Se montó en la línea y violó la vulnerabilidad de un Pouille que sentía cómo no llegaba a sus objetivos por la dificultad que su rival le imprimía a cada uno de sus lances.
Por suerte para él, el saque fue su mejor arma, tanto de defensa como de ataque, pues con este consiguió 16 de 18 puntos en el primer parcial, y defendió tres puntos de break en el segundo. Gracias a ello, se pudo mantener en pie y se pudo lucir ante uno de los mejores símbolos del tenis mundial, llegando incluso a poner en peligro su estancia en el torneo.
Y es que, cuando agonizaba el segundo parcial, Lucas optó de dos bolas de partido, justo en su mejor momento, justo cuando estaba lanzando palos a las líneas. Ahí fue cuando surgió de la nada el batallador que todos conocemos, el único capaz de acabar con todas las pesadillas. Ahí fue cuando Rafa comenzó su remontada.
El Tie-Break cayó de su lado y, rápidamente, se apresuró a apuntarse el tercero. El francés estaba activo aún, pero seguía insistiendo. Una quiebra más podría haberle otorgado el choque, pero no fue así.
Nadal encarriló su partido, no había nadie más que pudiera ser su dueño en la pista. Nadal jugó su juego, demostró ser Nadal, y, una vez más, enseñó al mundo entero que jamás hay que rendirse y que la estrategia de los puntos veloces es una bien caduca.
Imagen: Marca.
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