El suizo superó al joven Sascha Zverev por 6-1 y 6-3, en un partido en el que Federer fue absoluto dominador.
Un añito tenía Alexander Zverev cuando Roger Federer ingresó en el circuito profesional. El de Basilea con 35 años de edad se enfrentaba en su undécima final de Halle (campeón de las ediciones 2003, 2004, 2005, 2006, 2008, 2013, 2014, 2015 y 2017) a una de los jóvenes más prometedores del circuito: Zverev, número 12 del ranking ATP. El de Hamburgo es 15 años más joven que su rival, y ya se sabe que la experiencia es un grado.
Empezó muy enchufado Roger, que conseguía un break en blanco en el primer juego del partido. Toda una declaración de intenciones ante un Zverev muy tenso. Hasta el tercer juego no comenzó a soltarse el alemán, que no era capaz de controlar el juego agresivo al que nos tiene acostumbrados el mejor Federer.
El quinto juego fue el único que el joven Sascha se anotaría en el primer set, que se cerró por un parcial de 6-1 en menos de media hora. En una superficie rápida como la hierba, el saque es decisivo. Roger se hizo con el 100% de los puntos disputados con su primer saque, mientras que Zverev sólo pudo ganar un 38% de tantos al servicio.
Empezó con ganas el alemán el segundo set, en el que dispuso de bola de break en el primer juego, aunque no la concretara. Ambos jugadores aguantaron su servicio los cinco primeros juegos, hasta que en el sexto fuera Roger el que rompiera el servicio de su adversario.
Con 5-2 en el marcador, Federer se levantaba del banquillo sabiendo que restaba para ganar el encuentro. Aguantó Alexander la presión del suizo, que rozó la bola de partido. Sacaba Federer por lo tanto con 5-3 para cerrar el partido con su servicio.
Llegó Federer a la bola de partido con un juego muy agresivo, intentando jugar dentro de la pista y subiendo a la red constantemente. El número cinco del mundo, cerró el encuentro con una jugada clásica de los grandes jugadores de hierba: saque abierto y volea ganadora. Federer alzaba los brazos con una sonrisa en la boca, después de fundirse en un abrazo con Zverev, tras 53 minutos de partido.
El suizo zanja todas las dudas en torno a su estado de forma, y volverá a estar un año más entre los favoritos para ganar Wimbledon.
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