Opinión

De “seguro” a “¿seguro?”

Por ‘apretaduras económicas’, como decía Don Ernesto, tuve que vender mi auto, un Volvo S40 del 2008. No ha sido de mis favoritos en mi variado range de autos, pero sí fue un buen compañero con el cual andaba seguro. Manejaba como un conductor de Volvo –‘tatita’, ‘velocidad tatita’– pero me entregaba seguridad y un buen desempeño con sus 2.400cc y con su ya eterno 5-en-línea. Buena respuesta pero con un impedimento físico: la tracción delantera. Es que, perdón, le quita toda la entretención a un motor que incluso sigue siendo parte del tren de potencia del Ford Focus RS que se vende en Europa.

La cosa es que con el combustible que corre por mis venas, he estado evaluando cuál será mi nuevo compañero. Ese con el que generas un vínculo, cuando ese algo se transforma en una suerte de ‘alguien’. Y ha resultado difícil el proceso por el bajo presupuesto que me he asignado para hacer caja y comprarme algo que le entregue una sonrisa a mi alma. Y el presupuesto de 3.520 € fue el mínimo… y hasta 4.225 €, que es poco dinero para encontrar algo con un mínimo de carácter, con esa personalidad magnética, que te hace apretar los dientes.

He buscado uno de mis amores platónicos que es el BMW 540i, chasis E39. Un come-combustible-clásico-moderno de poderoso motor y con el ya conocido y perfecto balance 50:50 que es la esencia de la marca bávara… Dios santo como sueño con ese auto. Aunque fuera del color de mi axila o que oliera a huevos de perro, pero el problema ‘consumo’ y más que nada lo antiguo del candidato en cuestión, me frena. Porque, para qué vamos a estar con cosas, si estoy apretado económicamente no es muy amigable un V8 de 4.400cc. Y, de todas maneras, me ayuda a cumplir eso que dicen sobre que “nunca conozcas a tus ídolos”. Esto es algo muy parecido.

He pensado comprar una Ford F-150 de 1995 maravillosa que puede ser ‘la elegida’, con su piel color arcilla y su corazón de 5.000 cc que… Volvemos a lo mismo del E39. Una cuna en el camino y con el hambre de un león en su días sin fortuna en la caza.

De pronto el lado comercial entra en el juego, sin que lo llamasen, imprudente y déspota pero con la razón de su lado, punzante y prolija. “Cómprate un diesel”, me dice golpeándome insistentemente y en un tempo perfecto en el lóbulo de mi oreja derecha.

Y es que con el precio del combustible en Chile -con un impuesto creado en el gobierno militar y nunca reestructurado, por último bajarlo a un mínimo ideal ‘para todos’ en son de ayudar a la clase media del país hasta el día de hoy- lleva a pensar que el diésel es la mejor opción en cuanto a economía. Pero entra en mi mente el costo de mantención de un motor diésel. O el miedo de que si me compro la Mitsubishi L-200, a la primera estacionada en la calle, me roban la radio. Que tengo que pagar, para más remate, un impuesto “VERDE” que supuestamente ayudará a descontaminar. Un impuesto’ que va a descontaminar. Es como decir que lo mejor que un alien vea cuando saliese de su monoplaza espacial por primera vez en suelo terrestre fuera a Bernie Ecclestone. No lo sería. De echo es muy posible que eso desencadene que nos borren de la fas del planeta… o cerrar un contrato televisivo sin precedente alguno.

Mi sangre, conteniendo gasolina de alto octanaje, me ha llevado a ver todas estas dispares opciones, algunas avaladas por amigos con mucho conocimiento tanto de lo mecánico como de lo estético como por otros que se convierten en ese indeseable ente golpea-lóbúlo. Pero esos que comparten este sentimiento pueden entender lo que es comprar un auto más allá de la calentura del momento. Pero eso no es lo indicado para una persona desempleada que ama los autos y que debe de ser sensato al momento de evaluar el vehículo que comprará. Quizás le puede sacar plata con UBER, o comprar un auto relativamente moderno y ponerme a trabajar de chófer privado.

Audi S6 2.2 Turbo Ur-S6, 5 en línea, automático con caja de cuarta, de 1996 y con preciosos y reales 179.000 kilómetros, con todos sus manuales y cada elemento eléctrico funciona de forma impecable. Esta puede ser una de las peores decisiones que puedo haber tomado en toda mi vida, pero haber pagado 3.378 € por el último auto de alta gama fabricado por Audi con el clásico motor de 5 cilindros en línea que, de la mano de la ‘nueva’ tecnología quattro, la marca alemana destruyó a su competencia que montaban una ya obsoleta tracción trasera.

©jpfaundezr

No soy el flamante dueño de un Nissan GT-R, de un Aston Martin DB11 o de un McLaren 750s, pero soy dueño de un pedazo de historia del motorsport mundial. Aunque sea un sedán de calle con calienta traseros adelante y atrás. No soy consecuente con el año, kilometraje pero, ¿a quién le importa?

Imagen destacada vía: jpfaundezr

Sígueme en @JPfaundezr y sigue toda la información y actualidad deportiva en @SextoAnillo, en nuestra cuenta especializada en Motor @SextoAMotor, en Facebook: www.facebook.com/sextoanilo y en nuestro Instagram: sextoanillo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *