El conjunto asturiano celebra este fin de semana su nonagésimo primer aniversario con el sueño del regreso a Primera División aún intacto.
Pocos clubes en el mundo transmiten un sentimiento similar al que contagia el Real Oviedo entre sus aficionados. Porque el Oviedo eso, un sentimiento. Una pasión que este fin de semana cumplirá 91 años. Puede parecer mucho, pero aún es un club, como se suele decir, muy joven. Más de nueve décadas brindando alegrías a sus aficionados, aunque también tristeza entre los mismos. Pero, sin duda, más de nueve décadas con un denominador común. Y es que pase lo que pase, esté donde esté y juegue contra quien juegue, el Real Oviedo nunca camino, ni camina ni caminará solo.
Porque el Real Oviedo es único en el mundo. A diferencia de otros, las alegrías de sus aficionados no se basan en gestas históricas, en machadas imposibles, en ganar títulos y más títulos. Se basan, simplemente, en saber que hay once jugadores que se dejan la piel por un escudo que significa mucho. Futbolistas que tienen tras de sí miles de seguidores que sueñan con volver a ver a su equipo entre los más grandes.
Y es que como saben, el Oviedo es uno de los históricos de Primera División. Un clásico de LaLiga española en toda regla. Los carbayones han militado durante 38 temporadas en la élite de nuestro fútbol. Pero el fútbol no siempre es justo, a veces te puede fallar, y en el año 2003, el deporte rey de nuestro país les mostró su cara más cruel a los azules. Dos descensos -deportivo y administrativo-, llevaron al club a Tercera División. Parecía el fin, pero amigos, esto es el Oviedo.
El descenso administrativo, unido a otros problemas, hizo que, por un momento, la supervivencia del club se tambalease, estando al borde de la desaparición. Muchos equipos, cuando están ante una situación así, se rinden. Porque saben que su supervivencia está cerca del final. Pero el Oviedo no. En la capital asturiana es distinto. Lejos de hundirse, la afición oviedista demostró que tiene una sangre muy distinta, de color azul.
Porque sumar nada más y nada menos que 10.000 socios en Tercera División es algo increíble. Porque ver como un equipo que jugaba ante los más grandes pasó a disputar encuentros en campos de barro, a luchar contra equipos que se quedaban perplejos al ver el Carlos Tartiere y sufrir en dichos partidos era algo doloroso. Pero ahí siempre la afición. Sin dudar, siempre fiel. El club, solo, sin nadie que le apoyase, logró salir adelante, con dos ascensos y un descenso incluidos. Hasta llegar al año 2012.
Ese es el año, el 2012. El club estaba en una situación límite. Había dos opciones. O juntar en dos semanas dos millones de euros para salvarse o desaparecer para siempre. Y ahí, en esos momentos de máxima incertidumbre, apareció la afición. Una afición que demostró al mundo entero su amor por el club. Los seguidores azules se movilizaron para comprar acciones y salvar al club. Una historia muy comentada, que provocó que miles de personas que residen fuera de Asturias y de España también se interesasen por el club y comprasen acciones.
La noticia llegó también a Centroamérica. En concreto a México, donde uno de los hombres más ricos del mundo, Carlos Slim, máximo responsable del Grupo Carso, se interesó por esta historia. Lo que pareció empezar como una broma acabó siendo una realidad. Slim invirtió dos millones y el Oviedo se salvó. Imagínense la movilización social que hubo en aquel periodo para que uno de los hombres más poderosos del mundo se decidiese a invertir en un club en Segunda División ‘B’.
Ese año, y los dos siguiente, el club se quedó sin el ansiado ascenso al fútbol profesional. Pero en el verano de 2014, el Grupo Carso fue muy claro. Había que ascender sí o sí. Para el club y su afición, el primer título de la temporada llegaba en verano, antes de empezar la temporada. Esteban Suárez, portero del Almería en Primera División, renunció a otra temporada con el club andaluz y fichó por el equipo de su vida. Lo dicho anteriormente. La sangre azul.
Junto a él llegaron también futbolistas como Linares, Generelo o Héctor Font. La temporada regular se saldó con el Oviedo ocupando el primer puesto. Y, de repente, llegó el 24 de mayo. Partido de ida del playoff de ascenso. El Tartiere lleno, el ambiente espectacular y el Cádiz se adelanta al borde del descanso. El gol, lejos de echar abajo a la afición azul, le impulsó a animar aún más fuerte. Unos ánimos que crecieron aún más cuando el ‘9’, el capitán, el mayor símbolo del Oviedo en los últimos años, pisó el césped. Cervero entró en la segunda mitad, empató el partido y llevó la locura a las gradas.
Tras doce años, el Oviedo volvía
Una semana más tarde, el 31 de mayo de 2015, el Carranza vería como David Fernández se elevaba a los altares del Real Oviedo para cabecear un centro de Susaeta y enviar a su equipo de vuelta a la Liga de Fútbol profesional (LFP). Por fin, tras doce años. Fue más de una década de sin sudores, de lágrimas, de tristeza. Pero también fueron unos años que permitieron que el mundo entero conociese a la gran afición que este club posee, que es, sin duda, su gran tesoro.
Ahora, tras una temporada en Segunda, los aficionados sueñan con el regreso a la élite. Un regreso que el equipo se merece, por todo lo que ha pasado. Una vuelta que la afición se ha ganado con creces. Porque en los momentos más duros, ellos han estado ahí. Porque en los días de penuria, ellos estaban dejándose la garganta. Y porque, en definitiva, en la época del barro, el mundo entero conoció la locura que arrastra tener la sangre de color azul. Es por eso por lo que Real Oviedo, como tú no hay dos.
Imagen destacada: futbolyotrosdemonios.wordpress.com
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