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Un regalo llamado afición

El Oviedo es de esos equipos que puede presumir de no estar solo. Los hinchas azules volvieron a mostrar frente al Cádiz que animan sin cesar, esté como esté el partido.

Fue a lo largo de la semana pasada. En la previa del encuentro ante el Cádiz, el Oviedo se volcó para que el Carlos Tartiere fuese ese factor diferencial que pudiese decantar la balanza para un lado u otro. La iniciativa del club de poder dejar adquirir a cada socio hasta dos entradas de acompañante por el precio de quince euros hizo que en el feudo azul se reuniesen cerca de 19.000 seguidores.

Y, antes de que los equipos saltasen a calentar, el Oviedo ya había notado el calor de los suyos. Los seguidores azules se presentaron en la cuesta del Carlos Tartiere con muchas ganas de victoria. Eran conscientes de la importancia del partido, y no dudaron en recibir al equipo por todo lo alto. Fue ahí donde los jugadores vieron que iba a ser un partido especial, donde sus aficionados se entregarían al máximo.

Cerca de las ocho de la tarde, el Tartiere ya tenía en su interior a cerca de 19.000 oviedistas dejándose la garganta. Los futbolistas saltaron al césped entre los gritos de todos ellos, que no dejaron de animar durante todo el encuentro. Y eso que llegados al minuto 22, el Cádiz se iba a adelantar en el marcador. Salvi ponía el 0-1, y el Tartiere no dudó en empujar aún más fuerte.

La afición, clave en la remontada

Al borde del descanso, Saúl Berjón vio a Linares dentro del área, y el aragonés no perdonó y puso el empate. La alegría llegó a las gradas, que celebraron el tanto por todo lo alto. Fue uno de estos goles que los expertos en la materia denominan psicológicos. Quedaban dos minutos para el descanso, y cuarenta y cinco para lograr una remontada que dejase al equipo por delante de los gaditanos en la tabla.

Desde el comienzo de la segunda mitad, la afición impulsó a los suyos a salir a comerse el césped. Y así fue. El Oviedo salió a apretar desde el minuto cero. Le hicieron falta seis minutos para poner al Carlos Tartiere patas arriba. Fue tras un centro milimetrado de Susaeta, como no, que Christian Fernández envió a la red después de un testarazo. La remontada ya era una realidad.

Con 2-1 en el marcador, la afición jugó su papel. Los hinchas del Oviedo empujaron a su equipo hasta el último segundo del partido, conscientes de que la victoria valía su peso en oro. Con el final del encuentro, la alegría fue máxima. El equipo lo celebró en el césped por todo lo alto, mientras que la afición se unió con un grito muy conocido en el Tartiere. El ‘Vamos, vamos Oviedo’ retumbó en todo el estadio.

Imagen destacada: laliga.es

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