Con motivo de los numerosos avances en sanidad, nutrición, higiene, deporte, etc. Se ha incrementado considerablemente la esperanza de vida en la sociedad española del siglo XXI. Además nuestro país cuenta con una pirámide poblacional en forma de bulbo, es decir con una natalidad y una mortalidad reducida, lo que supone una alta tendencia al envejecimiento. Un aumento de la esperanza vital no siempre supone una mejora de la calidad de vida durante la tercera edad.
Uno de los mayores problemas de la senectud, es la alta tendencia al aislamiento y a la soledad. Esto supone un serio problema ya que puede desencadenar en depresiones, deterioro cognitivo, hipertensión, etc. A esto le añadimos problemas de carácter natural, como atrofias musculares, descalcificación ósea, sarcopenia (disminución de masa muscular y fuerza), menor capacidad de trabajo cardiovascular o pérdida de funcionalidad en actividades de la vida cotidiana. Todos estos factores de riesgo incrementan los problemas de salud y pueden desembocar en enfermedades como Alzheimer o demencia senil.
ACTIVIDAD FÍSICA EN LA TERCERA EDAD
Según numerosos estudios, con la práctica de actividad física se obtienen cuantiosos beneficios, tanto a nivel físico como cognitivo durante la tercera edad. Además tiene una gran repercusión en sus practicantes, mejorando su salud y calidad de vida.
¿Cómo se debe plantear la actividad física a estas edades?
Para acercar la actividad física a las personas mayores se deben realizar proyectos adaptados que faciliten la práctica, teniendo en cuenta la accesibilidad, facilidad de ejecución, nivel económico, etc.
Es muy importante plantear la actividad física de forma individualizada a las características de cada sujeto, pero a su vez favorecer la socialización y la cohesión grupal. También se debe tener en cuenta una mejora de la funcionalidad, es decir lograr que sean funcionales en actividades del día a día.
BENEFICIOS OBTENIDOS POR LA ACTIVIDAD FÍSICA EN MAYORES
A nivel Anatómico:
A nivel anatómico la actividad física en mayores puede retrasar atrofias musculares, evitar descalcificaciones óseas manteniendo los huesos activos para evitar su pérdida de masa ósea, facilitar la movilidad articular y mejorar la funcionalidad en actividades de la vida cotidiana. Además el ejercicio nos permite controlar el peso corporal (que se incrementa como consecuencia de la edad) y disminuir el riesgo de caídas (gracias a una mejora de la coordinación y equilibrio).
A nivel Cardiovascular:
Se ha demostrado que los ejercicios de fuerza pueden tener numerosos beneficios a nivel cardiovascular. Estos ejercicios permiten mejorar la función del musculo cardíaco, favoreciendo la circulación y reduciendo la formación de coágulos sanguíneos (ideal contra la aparición de varices), o disminuyendo la hipertensión arterial.
A nivel Psicológico:
Gracias a una mejora de la funcionalidad física, se consigue un aumento de la confianza y autoestima personal. Ambas van ligadas a una mejora el sentimiento de productividad. Esto tiene una gran importancia, ya que combate la alta percepción de inutilidad (producida por fin de la vida laboral). El ejercicio también favorece la cohesión e integración social reduciendo así depresiones, ansiedades y otras enfermedades mentales.
La actividad física en personas mayores debe estar bajo control en todo momento, se deben evitar cargas excesivas de peso, saltos, ejercicios con mucha dificultad, que dificulten su práctica. Si todos estos aspectos se controlan de manera adecuada, la actividad física puede resultar muy beneficiosa en este sector poblacional.
Bibliografía:
Aparicio García-Molina, V.A.; Carbonell Baeza, A. y Delgado Fernández, M. (2010). Beneficios de la actividad física en personas mayores.
Imagen destacada: Somospacientes
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