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Lío en Río y promoción del deporte femenino

El “lío en Río” que acuñara el periodista Lalo Alzueta, referido a la SelFem, puede aplicarse a todos los medallistas olímpicos. Con el bronce en los 400 estilos, Mireia Belmonte inauguraba el medallero español en los Juegos Olímpicos de Río 2016 al igual que sucediera en Londres 2012. Curiosamente, en ambos Juegos se consiguieron el mismo número de medallas. Si en Londres fueron 3 medallas de oro, 10 de plata, 4 de bronce y 30 diplomas olímpicos, la delegación española volvió de Río con 7 medallas de oro, 4 de plata, 6 de bronce y 38 diplomas. En Río se confirmó además la progresión del deporte femenino ya que de las 17 medallas, 9 fueron en categoría femenina. Con ésto se daba continuidad a los éxitos conseguidos en Londres, con  11 medallas obtenidas.  Como consecuencia de todo ello, programas como el Universo Mujer del Consejo Superior de Deportes podrían y deberían aprovechar la  consolidación de estas deportistas para romper el techo de cristal existente.

Los Juegos de Río han dejado actuaciones y resultados para la historia. Se ha igualado el número de medallas (17) respecto a los últimos Juegos, aunque se han conseguido más oros y más diplomas. Eso sin contar con la actuación destacada de los 13 árbitros españoles que vieron recompensado su trabajo arbitrando las finales de Rugby 7 femenino (Alhambra Nievas), la de voleibol femenino (Susana Rodríguez), la de baloncesto masculino (Juan Carlos García) y la disputa por el bronce en baloncesto femenino (Carlos Peruga).

Infografía del medallero español en Río 2016 vía El País (Heber Longás y Yolanda Clemente)

La delegación española, compuesta por 306 deportistas, ha sido la que ha contado con mayor número de mujeres con un total de 142. El seguimiento que tuvo a través de la prensa acreditada y los aficionados españoles, incluidos los voluntarios, iba en aumento según avanzaban los Juegos y los deportistas del TeamESP comenzaban a competir. Se celebraba cada medalla, se valoraban las posibilidades de conseguir una o por el contrario se lamentaba cuando se escapaban, como en el caso de los judocas o en el tiro. El whatsapp era la mejor manera de ir “cantando” cómo iba la competición.

Como voluntaria en Río 2016, tuve la suerte de disfrutar de los Juegos allí en Brasil y vivir en directo las medallas de plata por  equipos de gimnasia rítmica y la primera medalla olímpica para el baloncesto femenino. En el momento, mucho se especuló sobre el impacto de estos logros tanto en la promoción del deporte femenino en general, como en la disciplina o modalidad correspondiente. Una vez más, las categorías femeninas daban alegrías en forma de medallas y de diplomas olímpicos. La inmensa mayoría de las protagonistas destacaba la visibilidad que los  medios daban a su deporte, con motivo de los Juegos y su deseo de ver a más aficionados descubrir y disfrutar de otros deportes. Sin embargo, es triste constatar la poca o nula atención mediática que esas disciplinas reciben durante los cuatro años anteriores a la celebración de los Juegos.

Centrándome en el baloncesto, el deporte femenino con más licencias con 150.000 aproximadamente, hubo detalles que me llamaron la atención, en una apreciación puramente personal. No entendí por qué se produjeron cortes inexplicables durante las retransmisiones de los JJOO. Son esperables cambios de programación cuando un deportista español tiene opción de medalla o está luchando por ella, pero ¿cortar la entrega de la plata olímpica de baloncesto por la final de fútbol en Maracaná SIN representación española y además con el partido ya comenzado? En ocasiones, leyendo la prensa los días posteriores daba la impresión de que la plata femenina de baloncesto era menos valorada que el bronce masculino. Ambas históricas y de gran mérito sí, pero Rio 2016 es al baloncesto femenino lo que significó Los Ángeles 84 en el baloncesto masculino. Primera medalla olímpica, plata y realizando muy buen campeonato.

Por desgracia, la brillante actuación de la Selección de baloncesto femenina tampoco ha tenido reflejo en la promoción de la Liga Femenina 1.  La única forma de seguir la competición es vía streaming a través del  canalFEB que no está a la altura de lo que esperan los aficionados. Basta seguir la Euroliga femenina a través del canal de Youtube de la FIBA para apreciar la diferencia.

Por otro lado, la Liga Femenina es una competición que pasa de puntillas los escasos siete meses que dura. La situación se agrava con el éxodo deportivo a las universidades de EEUU, con mejores programas deportivos y la posibilidad de compatibilizar competición y estudios. Es una cuestión cultural. Por un lado,  el deporte en EEUU forma parte de la educación y se cuida el desarrollo de los deportistas. Por otro lado, el marketing deportivo va íntimamente asociado a la competición y a los equipos como se ve en las ligas norteamericanas (NBA o WNBA).

Afortunadamente, el desarrollo de las tecnologías digitales ha permitido a los aficionados y a los deportistas utilizar las redes sociales para interactuar entre ellos y hacerse eco de las noticias referidas a su disciplina. Fueron los internautas los que adoptaron, a instancias del COE, la etiqueta de #TeamESP para seguir a la delegación en Río. Tampoco es extraña la interacción  y cercanía de profesionales y aficionados en redes como Twiter, el uso de blogs o páginas web de contenido deportivo como ésta misma de Sexto Anillo, o la creación de canales en Telegram como hizo de forma brillante Canal Pasaporte, para seguir la actualidad olímpica y paralímpica. Los denominados “deportes minoritarios” –todos menos el fútbol, parece ser- han encontrado en estos medios digitales la vía adecuada para cubrir ese hueco informativo y promocionar su disciplina más allá de los canales deportivos habituales.

También parece que ya se empieza a valorar el deporte como un activo social y como herramienta para la igualdad. El deporte figura como elemento transversal en políticas a todos los niveles, incluso se ha hecho un espacio propio en el mundo de las relaciones internacionales con el desarrollo de la Diplomacia pública a través de la Marca España.

En el siglo XXI no se puede obviar que las mujeres somos dinamizadoras de la actividad económica. Dentro de una política deportiva, aún por planificar y desarrollar estratégicamente, programas como Universo Mujer del CSD pretenden “profundizar en la dimensión social y cultural del deporte para impulsar un cambio en el estilo de vida de los españoles y activar la promoción del deporte femenino mediante la realización de eventos y desarrollos comunicativos todos los meses que abarque esta iniciativa”. Palabras que suenan muy bien pero que hay que concretar en hechos y actuaciones concretas. Dentro de este programa, cuyo nombre puede parecer lejano, tienen cabida también la responsabilidad social corporativa, la cooperación internacional, la realización de planes deportivos ya no sólo enfocados a profesionales de élite si no a la práctica deportiva en general. En este punto destacan iniciativas como la MiniCopa o las actividades que surgen a partir de eventos como Copas del Rey, Mundiales o Europeos.

Para dar un mayor impulso es necesario contar además con referentes femeninos. En los Juegos, se han visto ejemplos de los valores del deporte en figuras como Lydia Valentín, Maialen Chourreaut, Ruth Beitia, el equipo de gimnasia rítmica o las selecciones femeninas de rugby 7 y baloncesto. Tras los Juegos, se han sucedido reconocimientos institucionales o a nivel de clubes a los deportistas olímpicos, llegando a nombrar instalaciones como homenaje a las olímpicas como el caso de Alba Torrens en Benissalem (Islas Baleares). Nuestras deportistas olímpicas reflejan ese liderazgo y aprendizaje constante que viene aparejado con la práctica de un deporte. Por no mencionar su contribución al reconocimiento de aquellas que fueron pioneras como Encarna Hernández (La Niña del Gancho) que este mismo año ha podido ver, a sus casi 100 años, un documental sobre su vida o la publicación de libros como Las Pioneras del Deporte Femenino en España. A ésto se suma la propia iniciativa de las deportistas en la promoción y desarrollo de los valores del deporte, como se aprecia en la labor que realiza Patricia García a través de de su blog en El Confidencial.

No se trata de promocionar el deporte femenino porque sí. El deporte en edades de formación o la simple práctica deportiva genera unos beneficios tanto al que lo practica como a la sociedad.  Permite adquirir hábitos saludables de higiene y  nutrición; aporta unos valores aplicables tanto en el campo de juego como en la vida laboral y personal como son la constancia, superación, autocrítica, toma de decisiones, gestión de derrotas y victorias, esfuerzo, sacrificio, trabajo en equipo…

Además el deporte femenino es una herramienta muy válida para la promoción de la igualdad en la sociedad. Se necesitan buenas infraestructuras (centros de alto rendimiento, de tecnificación e instalaciones deportivas), mejorar su gestión, generar un marco profesional adecuado para el sector del deporte y promover la realización de eventos deportivos a todos los niveles. Y sobre todo, dar visibilidad al deporte femenino de forma continua, haciéndose eco de las competiciones, retransmitiéndolas y dando a conocer a sus protagonistas.  El concepto del programa Universo Mujer es positivo, pero hay que dotarle de un contenido para que realmente genere el cambio de dinámica que se busca, tanto a nivel deportivo como social.

El “lío en Río” ha demostrado que el deporte de élite femenino español es una realidad y sería de insensatos no aprovechar, gestionar y canalizar ese potencial para apoyo de las generaciones de mujeres presentes y provecho de las que vendrán. Siempre y cuando, haya verdadera voluntad de trabajar en favor de la igualdad dentro de nuestra sociedad.

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Imagen destacada vía COE

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