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Solo habrá hueco para la victoria

No cabía en la emoción aquel 28 de mayo de 2016 cuando el partido estaba apunto de comenzar. La vida de todo aficionado podía recorrerme mi más sincero corazón madridista cuando el árbitro saltó al césped y decidió dar el pitido inicial. En esos momentos sentí el valor que tenía, no solo el Real Madrid o el propio fútbol, sino también el deporte.

El seguidor merengue tan solo busca títulos, victorias, hazañas… Solo nos interesa el ganar, el ganar y el volver a ganar, tal y como un ‘sabio de Hortaleza’ comentó años atrás. Vivimos de las gestas, de las anécdotas, del buen tiempo momentáneo y el mal tiempo que surge cuando en un par de encuentros las cosas no van como deben ir. El vikingo sabe lo que es la gloria, pero también es testigo en muchas ocasiones de la desgracia.

Sin embargo, cuando llega la hora de la verdad, somos intocables. Y, ahora, el momento ha llegado. Desde el pasado 28 de mayo, no habíamos tenido noticias de nuestros compañeros de la capital pese a haber oído ciertos rumores de que su plantel contaba con un chico que estaba convirtiendo el fútbol en un nuevo deporte adaptado a sus botas llamado Antoine Griezmann. Poco conocíamos de los enemigos más complicados que podemos encontrar dentro de la zona central española, hasta que llegó el instante de saltar a luchar.

Este sábado es ese instante. Cada segundo de los 90 minutos será un segundo menos que restará para poder seguir peleando, ganando terreno, dejándose la piel… Cada minuto contará como si fuese el último. Nadie quedará indiferente en un territorio hostil como es el Calderón, olla a presión que se inundará de aficionados rojiblancos que esperan ser testigos de nuestro naufragio.

Pero no, ni siquiera por tener a Neptuno como protector podrán hundirnos. No podrán porque no pudieron cuando debían. Nuestro corazón nos hizo batallar como si no hubiese un mañana hasta que ‘El Salvador Blanco’ Don Sergio Ramos, colocó un cabezazo sublime en la parte baja de Courtois aquel 24 de mayo de 2014 para permitirnos soñar con la ansiada ‘Décima‘. Nuestra alma se mantuvo vigente cuando en la tanda de penaltis de Milán toda España suspiró con los aciertos madridistas. Porque somos hijos de guerreros, nietos de seres inmortales y descendientes de los propios dioses.

Nadie llega a tocar extremos tan distintos en un deporte. Podemos rozar el ridículo y caer, pero, aún así, al día siguiente nos levantaremos, trabajaremos y mostraremos al planeta Tierra de lo que estamos hechos. Porque ser el Real Madrid no es un juego, es un sacrificio constante que debe superarse cada milésima de segundo que tiene lugar en un minuto. Ser el Real Madrid es ser algo más, es sentir el trabajo duro. Ser el Real Madrid es saber que ante un reto como tal no cabe otra cosa que la victoria…

Foto Destacada: Real Madrid.

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