Análisis

En busca de la regularidad

En los últimos 6 años, desde la llegada de Bielsa y la continuación de esa filosofía de juego por parte de Valverde, el Athletic Club se ha caracterizado por desplegar una presión alta en la salida del juego rival y por crear un juego de toque vistoso a la vez que efectivo. Un estilo que se ha visto traducido en finales y clasificaciones constantes a competiciones europeas. Sin embargo, esta temporada, al margen de ir séptimos en Liga y segundos de grupo en Europa, los leones han perdido su seña de identidad y están muy lejos de esa versión que llegó a fascinar a medio continente. Capaces de plantar cara al Real Madrid y de remontar un derbi, pero incapaces de generar ocasiones ante rivales a priori inferiores, los leones se han afiliado a un juego totalmente irregular. Una trayectoria en este inicio de temporada al más puro estilo de la montaña rusa.

Actualmente es el quinto equipo menos goleado de la Liga, pero esa solvencia defensiva no proporciona victorias a menos que se generen ocasiones en ataque. En esa línea, el Athletic es el undécimo en la tabla goleadora, y la excusa no es ni Aduriz, quien a sus 35 años sigue tirando del carro, ni el punto de mira desviado de Williams. El problema a la hora de generar peligro en el área rival viene desde atrás. De una defensa incapaz de conectar con el centro del campo y que en la mayoría de las ocasiones se decanta por pases largos, lo que evita cualquier tipo de control durante los partidos. Todo ello provoca partidos de ida y vuelta que claramente perjudican al Athletic, más acostumbrado a llevar la batuta del juego y a decidir cuándo aumentar el ritmo.

El dato más llamativo de esta pérdida de identidad es que Laporte es el jugador que más pases ha realizado del equipo y aun así, se ocupa el puesto 42 en la tabla de pasadores. Para encontrar a Beñat, hay que seguir bajando por la clasificación hasta el puesto 70, aunque cabe destacar que el de Igorre se ha perdido 3 encuentros ligueros. No obstante, el juego de un equipo entero no puede depender de un solo jugador y en el Athletic, en este inicio de temporada, el problema es general. En su conjunto, los leones son el decimosexto equipo en pases realizados, una estadística en la que cuenta toda la plantilla y no solo el ausente Beñat.

Beñat durante el partido contra el Rapid de Viena. Vía: marca.com
Beñat durante el partido contra el Rapid de Viena. Vía: marca.com

Es cierto que tanto el ‘7’ como San José no han podido jugarlo todo por sendas lesiones, pero lo fácil sería achacar el problema del juego a la ausencia de sus dos creadores. Sin embargo, la estadística del pase atañe a todo el equipo. Se puede apreciar cómo el Athletic en sí no se siente cómodo con el balón. La defensa busca rápidamente una salida en largo, estilo que han adoptado tanto Mikel Rico como Iturraspe, quienes en lugar de sustituir las bajas en el centro del campo, parecen una prolongación de los dos centrales. Encerrados atrás y sin ideas en ¾ de campo. Iturraspe es el claro recuerdo de Amorebieta con esos pases kilométricos y por su parte, Rico corre en exceso por el campo sin saber muy bien hacia dónde.

Pero no solo se han perdido la posesión y el juego elaborado. Últimamente los leones dependen demasiado de las cesiones al portero, una práctica a priori en auge en las grandes ligas que, sin embargo, el Athletic está convirtiendo en un verdadero criadero de infartos. Cesiones flojas y en ocasiones sin mirar que la mayoría de las veces genera ocasiones para el equipo rival o esfuerzos sobrehumanos de un Iraizoz que no tiene edad para dar 2 sprint seguidos. A ese aspecto, añadir que en ataque, a falta de Beñat o Susaeta, el equipo es incapaz de lanzar una falta o un córner, un aspecto a tener en cuenta habiendo en el equipo rematadores de la talla de Aduriz, Raúl García o Laporte.

En definitiva, parece que el Athletic hubiese vuelto a épocas pasadas. Tiempos en los que el “patapúm p’arriba” era la seña de identidad de un conjunto que jugaba para torres como Urzaiz o Llorente y al que poco o nada le interesaba jugar con los pies. Tendencia que hay que solventar y recuperar la presión alta, la salida del balón jugado y ese toque vistoso y efectivo que permite controlar los tiempos del partido y que tantos beneficios le ha aportado al conjunto bilbaíno. Hay que recuperar esa confianza y enfriar una pelota que últimamente quema en los pies. De lo contrario, la parroquia rojiblanca podría cambiar pronto las pipas y el bocata de tortilla por el bote de Tranquimacín.

Fuente de imagen: www.elcorreo.com

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