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Cuando Europa conoció Oviedo

En plena fiesta de San Mateo, patrón de la capital asturiana, el Real Oviedo revive lo que fue, hasta el momento, la única participación del equipo asturiano en competiciones internacionales. Veinticinco años después, el oviedismo aún recuerda aquella gesta.

Veinticinco aniversarios, que son muchos. Para algunos, como un servidor, ni haber presenciado ese encuentro, pero no han sido precisamente pocas las personas que alguna vez me han contado que el Oviedin jugó competiciones europeas. Era 19 de septiembre de 1991, en plena festividad de San Mateo.

Aquella jornada de septiembre, los oviedistas se despertaron sabiendo que era un día especial, que algo que no habían vivido nunca estaba a punto de producirse. Era un día para festejar, tanto por la ciudad como por el equipo. Aquella tarde/noche europea dejó un Tartiere abarrotado, lleno de almas azules en busca de llevar a su equipo por la senda del triunfo. Y vaya si lo hicieron.

 Corría el minuto 41 de partido cuando la historia del Oviedo cambió. Fue en un saque de esquina, ese lugar que también fue el encargado de darle al conjunto asturiano su última alegría (el gol de David Fernández en Cádiz tras centro de Susaeta). El balón voló desde la esquina hasta el corazón del área, y Bango, tras un rechace, envió el balón a la red. El Carlos Tartiere, el antiguo, se venía abajo. El encuentro finalizaba con 1-0 gracias a ese tanto.

La victoria dejaba a los azules con cierta ventaja de cara al partido de vuelta, en Liguria, al norte de Italia. Aquel famoso encuentro estuvo protagonizado, por parte del Real Oviedo por: Viti, Zúñiga, Gorriarán, Luis Manuel, Jerkan, Elcacho, Viñals, Berto, Bango, Carlos y Lacatus, con Irureta en el banquillo. En la segunda mitad, entraron Paco y Jankovic.

Cuando llego la fecha de ir a tierras italianas, el Oviedo y el oviedismo partieron la máxima ilusión de poder eliminar al Génova. Pero el Luigi Ferrais tenía preparado un final bastante desagradable para los asturianos. Skuhraby, delantero del conjunto italiano Schmidhuber, árbitro del encuentro, acabaron con las esperanzas oviedistas de pasar a la siguiente ronda. Finalmente, el Oviedo caía por 3-1. Así finalizaba la única presencia del equipo azul en competiciones europeas.

La otra fiesta, la de la grada

Un encuentro en competiciones europeas siempre despierta el gusanillo de cualquier aficionado para acudir al campo a ver a su equipo, y más si estamos hablando de la primera vez. Aquella tarde del mes de septiembre no fue para menos. Dos horas antes de que comenzase el partido, 6.000 italianos ya se encontraban en las gradas del Tartiere. Gritos, cánticos, banderas, bufandas, pancartas, bengalas… Todo era poco para la afición italiana, que no paró de alentar a su equipo desde bien temprano.

Oviedo
Aspecto que presentaban las gradas del Tartiere. Imagen vía “rocf1926.blogspot.com”

Los hinchas azules tampoco quisieron quedarse atrás. El Tartiere fue una auténtica olla a presión durante todo el encuentro. Todo el mundo se dejó la voz, haciendo que el estadio vibrase más que nunca. El ambiente de festividad estaba presente, más aún sabiendo el buen rollo entre ambas aficiones. El gol hizo que la grada oviedista gritase más que nunca. Veinticinco años después, aquel encuentro sigue presente en la mente de todo el oviedismo, y no es para menos.

Imagen destacada: lavozdeasturias.com

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