Apenas era un chaval cuando en 2010 abandonó las filas del Sestao River para recalar en las filas del Bilbao Athletic. Joaquín Caparrós vio por aquel entonces a un bilbaíno que no solo apuntaba maneras, sino que también las atinaba, y cuyo paso por el filial del Athletic Club fue puramente testimonial.
Aquel muchacho no era otro que Ibai Gómez, y nadie podía prever su protagonismo en el equipo que paso a paso iba gestándose, ese equipo que en los próximos años iba a maravillar en Europa, pero que, pese a su grandísimo juego y colosal esfuerzo, vio como el sueño de los títulos quedaba en agua de borrajas.
Sin embargo, no todo fueron flores y vinos en su camino. Precisamente el partido que todo futbolista profesional recuerda con orgullo y cariño, el partido en el que uno por primera vez pisa el césped dispuesto a comenzar una andadura repleta de éxitos y logros, fue uno de los momento más aciagos del por entonces joven Ibai. En un partido en San Mamés contra el Zaragoza, el muchacho debutó con el Athletic sustituyendo a Toquero a la hora de partido, pero la suerte no estuvo de su lado, ya que apenas tres minutos después y tras un recorte en el que apoyo mal la pierna, sufrió una lesión de rodilla que le obligó a retirarse en camilla. Fue un duro revés, pero pese a que la lesión no lo hiciera parecer, Ibai estaba hecho de acero y con su determinación para salir adelante lograría que tal anécdota cayera totalmente en el olvido.
Una vez recuperado, comenzó a ganar importancia en el equipo rojiblanco, y la temporada 2011-2012 supondría la explosión definitiva de su carrera. La llegada de Marcelo Bielsa al banquillo bilbaíno supuso un trampolín para el muchacho, que a partir de entonces se convertiría en todo un león.
Su crecimiento había sido fulgurante, en dos temporadas en el primer equipo ya había adquirido galones, y aún habiendo jugadores como el recién incorporado Ander Herrera, Muniain y Susaeta que tenían mayor relevancia y participación, tener a Ibai en la plantilla era todo un privilegio, y en todas las ocasiones en las que “El Loco” contó con él, no le defraudó. Para el recuerdo quedará su gol frente al Sporting de Portugal en aquella inolvidable Europa League que el Athletic estuvo a punto de ganar.
En las siguientes temporadas, en las que el equipo sufrió un bajón de resultados, que no futbolístico, Ibai no perdió su puesto en el primer equipo, y precisamente se acentúo su importancia. Tras Llorente y Aduriz, se convirtió en uno de los máximos goleadores del equipo, y los centros medidos con el exterior tuvieron firma propia en “La Catedral”. Incluso con los malos resultados cosechados, su compromiso con el club era evidente, y en todo momento lo dio todo para lograr el mejor resultado, algo que todos los aficionados recordarán.
El regreso de Ernesto Valverde al banquillo rojiblanco no supuso pérdida de confianza en el hombre que portaba el número 11, pero una bajada física y en el rendimiento hizo que no contará tanto como en las anteriores temporadas. Esta situación se hace evidente observando que Ibai sólo disputó 9 partidos en su última campaña como león, y la irrupción de Iñaki Williams hizo que perdiera su puesto de titular.
Fruto de ello, el que una vez llegara como chaval a Lezama, ha decidido abandonar el equipo de su vida para fichar por el Deportivo Alavés y formar parte de su ambicioso proyecto en Primera División firmando hasta 2019 por el club vitoriano. Llegó como chaval, pero se marcha como hombre, o en argot rojiblanco, como león.
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